Elecciones en el Reino Unido: las aspiraciones de los partidos y sus líderes

La Cámara de los Comunes ha dictado la sentencia: habrá elecciones anticipadas en el Reino Unido el jueves 12 de diciembre, un mes y medio antes de la fecha fijada por la Unión Europea para la salida, preferiblemente con acuerdo, del club comunitario. Nos quejamos en España de tener que votar cada año para elegir un gobierno que no termina de estabilizarse, incluso dos veces como ocurrirá éste 2019. Pues los británicos no andan mucho mejor, ya que la anterior elección de un jefe de Gobierno fue en junio de 2017, dos años y medio atrás. Una vez más volveremos a sentir envidia de un sistema electoral en el que los votantes eligen por representación directa a un diputado de la Cámara de los Comunes, que rinde cuentas a sus electores por delante de su pleitesía al partido. Cada circunscripción elige a su representante, que tiene despacho en ese territorio y recibe a los vecinos para hacer llegar sus reivindicaciones a la sede de la soberanía popular. Lo dicho: envidia sana.
El resultado marcará lo que ocurra con el Brexit, cuya fecha tope se ha retrasado de nuevo al mes de enero. Según YouGov, el 70% de los británicos reconoce sentir fatiga sobre el Brexit, un porcentaje que ha subido diez puntos desde primavera. Un británico muy conocido, el futbolista del Real Madrid Gareth Bale, ha dicho que no sabe nada sobre el proceso y que ni siquiera conoce el nombre del primer ministro. Hay cierto hartazgo, pero la cita con las urnas será decisiva, una especie de nuevo referéndum personificado en la figura controvertida del ‘premier’ Boris Johnson. Los partidos que concurren afilan sus armas para la campaña y para el proceso electoral:
Boris Johnson ha logrado su propósito y tendrá las elecciones que ha buscado durante meses, antes de las próximas Navidades. Es el favorito. Pero queda por comprobar cómo valorarán los votantes el hecho de que Boris no haya cumplido aquello que garantizó que ocurriría cuando sustituyó a la extinta Theresa May: que el día 31 de octubre el Reino Unido saldría de la UE con o sin acuerdo. Una cosa es predicar sobre una caja de madera en Picadilly y otra tomar decisiones en la soledad de las estancias del 10 de Downing Street. Ahora tiene un nuevo plazo en enero para la salida, y una cita electoral que le puede convertir en ‘premier’ electo, cosa de la que hasta ahora no podía presumir.
Su expectativa es lograr imponerse en las zonas rurales del centro y el norte del país donde se cimentó la victoria del Brexit en 2016. Aunque las elecciones las carga el diablo, y Johnson que ahora está muy satisfecho con la convocatoria, podría perder apoyo por los dos lados: los pro-Brexit apoyarían con más fe al Partido del Brexit, y los partidarios de continuar en la UE podrían irse al voto nacionalista en Escocia y a los liberales en el resto del país. La clave será confirmar si Johnson dispondrá de mayoría absoluta o no.
La ambigüedad calculada de Jeremy Corbyn en relación con el Brexit y un posible segundo referéndum dura ya varios años. Finalmente ha apoyado la convocatoria de elecciones al ver garantizada su exigencia de que no hubiera riesgo de un Brexit sin acuerdo. Los laboristas intentarán revertir la proyección que ofrecen los sondeos y situar a Corbyn al frente del Gobierno, pero el gran riesgo que corren es ser adelantados por los ‘libdem’. El veterano líder de momento no da el paso atrás, pese a que hay valores jóvenes en su partido como Keir Starmer o Rebeca Long-Bailey que piden paso.
Son profundamente europeístas y pueden ser el partido que recoja los votos que tanto conservadores como laboristas pierdan por culpa de una salida que no todos los británicos desean. Los liberales demócratas aspiran a ganar las elecciones, pero si no lo logran podrán tener la llave para la formación de un Gobierno estable... que renuncie a la salida. Aunque una posible alianza con los ‘tories’ parece muy difícil por el abismo que les separa de Johnson en este asunto del Brexit, por lo cual no veremos ahora un acuerdo similar al que fraguaron Cameron y Clegg en 2010. Esperan un muy buen resultado en Londres, donde tiene gran predicamento Jo Swinson, su nueva líder desde el pasado verano.
El ex líder de UKIP Nigel Farage es la principal amenaza de Borin Johnson. Es muy fuerte en el medio rural y podría arrebatar votos al Partido Conservador en caso de que algunos de sus electores no confíen demasiado en que cumpla sus promesas de una salida, aunque sea sin acuerdo.
Los norirlandeses han sido el recurso más a mano de los conservadores cuando éstos no han logrado la mayoría absoluta. Pero ahora las cosas han cambiado. La disputa por la frontera de Irlanda del Norte, principal escollo de la salida de la UE, ha hecho cambiar la percepción de los ciudadanos de esa parte del Reino Unido, que no aceptarían una consideración diferente a la del resto del país. Arlene Foster tiene en esto las ideas muy claras, y su carácter férreo e indomable hacen presumir que no se doblegará ante Londres
El SNP puede ser otro de los partidos que suban el 12 de diciembre en su representación en el Parlamento de Westminster. La posición escocesa es de apoyo a la permanencia en la UE, y los nacionalistas han explotado con habilidad el engaño que para muchos de sus conciudadanos supone haber votado en su referéndum a favor de permanecer en el RU integrado en Europa y que ahora éste abandone el barco de sus socios continentales. Y al acecho esperan con la exigencia de un nuevo referéndum para la independencia de Escocia, cuyo resultado podría ser muy diferente del cosechado en 2014. Salmond y Sturgeon esperan recoger frutos de las actuales turbulencias.
Tendrán apoyos en País de Gales, del que reclaman la independencia. Su líder, Leanne Wood, se define como socialista, y tiene una alta popularidad en su provincia, en la que aspira a logar representación.