Alemania y el tufo de un pasado que amenaza con regresar
El Gobierno federal está formado por una coalición de partidos con los socialdemócratas (SPD), la Coalición de Verdes y los Liberales y son los que sostienen en el poder al actual canciller, Olaf Scholz, cuya actuación en el Gobierno ha quedado muy cuestionada tras esta reciente debacle electoral que se suma al descalabro del año pasado.
No es para menos, AfD se ha convertido en el primer partido de extrema derecha en ganar unas elecciones estatales en Alemania desde la era nazi, lo que es un golpe demoledor para moderados y centristas.
Este partido de ultraderecha es ya el grupo político con mayor proyección de crecimiento en el estado oriental de Turingia, tras obtener el 32.8% de los sufragios y quedar, en segundo lugar en Sajonia, con el 30.6% de los votos.
Las elecciones generales serán celebradas el 28 de septiembre de 2025, de acuerdo con lo anunciado por Frank-Walter Steinmeier, presidente de Alemania. De hecho, antes de las elecciones regionales, del pasado 1 de septiembre en Turingia y Sajonia, el propio canciller Scholz afirmó que su mayor deseo era presentarse otra vez, el próximo año, en las elecciones para continuar por otro período, como canciller.
Sin embargo, parece que Scholz no logra escapar de la impopularidad que también sufren otros homólogos suyos como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que el 7 de julio pasado perdió las elecciones legislativas acorralado por el éxito arrollador de la ultraderechista, Marine Le Pen y de la coalición formada por los partidos de izquierda y ultraizquierda que buscan evitar, a toda costa, que la ultraderecha termine instalada en el Elíseo.
En Alemania, la coalición de centroizquierda que arropa a Scholz, cayó a un quinto lugar en ambos estados. Si las elecciones federales fuesen celebradas esta semana, las encuestas advierten que AfD podría convertirse en el segundo grupo más grande en el Bundestag, con el SDP en tercer lugar.
"Hemos visto unos resultados muy amargos. Todos los partidos democráticos están llamados a formar Gobiernos estables y sin extremistas de derecha", dijo Scholz en un comunicado.
"Nuestro país no puede ni debe acostumbrarse a esto. La AfD está dañando a Alemania. Está debilitando la economía, dividiendo a la sociedad y arruinando la reputación de nuestro país”, remarcó el actual canciller.
Si otros partidos atienden el llamado de Scholz para rechazar cualquier coalición con AfD, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el principal partido de centroderecha que se prevé quede primero, en Sajonia y segundo, en Turingia, saldría beneficiada.
Sin embargo, en una señal del giro a la derecha de la política alemana, CDU muestra una línea mucho más dura contra la inmigración respecto de la postura asumida por su antigua líder, Angela Merkel.
Las elecciones en la Europa, de la pospandemia, van reflejando de manera inquietante un voto de castigo contra el partido en el poder y han mostrado una preocupante pérdida del centro; mientras, los votantes más jóvenes de la llamada Generación Z, están escorándose de forma radical o hacia la ultraderecha o hacia la ultraizquierda.
Tras las elecciones en Alemania, la francesa Valérie Hayer, presidenta del partido liberal Renew Europe, declaró que un día oscuro para Alemania es un día oscuro para Europa. El resultado de las elecciones en Turingia y Sajonia no tiene precedentes". "No dejaremos que Europa ceda ante movimientos racistas, antisemitas, misóginos y homófobos", dijo Hayer.
En especial, en Alemania, Turingia y Sajonia, llevan tiempo en punto de ebullición: Turingia forma parte de los dieciséis estados federados de Alemania y su capital es Érfurt. Mientras que el estado de Sajonia, su capital es Dresden y también forma parte de los estados federados.
Ambas son regiones de tamaño medio. Turingia y Sajonia no son cualquier estado más: la revolución industrial en el siglo XIX germinó en dichas regiones y buena parte de los años posteriores estuvieron marcados por una intensa lucha obrera y una serie de transformaciones en el mapa geográfico regional.
Y, sobre todo Turingia, tuvo un rol fundamental durante el período Nazi. Fue allí donde el nacionalsocialismo prendió como una mecha y donde Adolph Hitler encontró más adeptos para su partido y para su ideología. De hecho, las primeras elecciones en las que se presentó el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (más conocido como Partido Nazi) las ganó en Turingia consiguiendo seis delegados.
Tras la caída del régimen, como parte del colofón de la Segunda Guerra Mundial, los ejércitos vencedores se repartieron Alemania; así, la parte oriental quedó bajo la administración soviética de la entonces URSS cuya ideología era comunista y la parte occidental, tuvo diversas áreas unas administradas por Estados Unidos, Francia y otras por, Reino Unido con una ideología capitalista.
Precisamente, Turingia y Sajonia, quedaron en la parte oriental administrada por los soviéticos y tras, la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, recuperaron su estatus de lands federados con una Alemania finalmente fusionada, sin muros, ni líneas divisorias.
No obstante, no han logrado sacudirse el pasado y mientras sus generaciones más mayores tienen memoria histórica; las generaciones más jóvenes y por ello más lejanas a los recuerdos de la guerra y de los peligros del extremismo están radicalizándose y culpan al inmigrante de los males sociales y económicos; además, de estar en contra, de ayudar a Ucrania a resistir la invasión rusa y, sobre todo, de tener un enfriamiento en las relaciones con Rusia.
Los más jóvenes votan extremos
En las elecciones regionales del 1 de septiembre, Infratest dimap, recogió a pie de urna una serie de preguntas para conocer el perfil del sufragante y se encontró que la extrema derecha alemana obtuvo mejores resultados entre los menores de 25 años (Generación Z) con el 38% de los votos en Turingia; el 36% de los votos de los millennials, pero solo el 19% de los votos de los mayores de 70 años.
Este instituto ubicado en Berlín que ofrece servicios de investigación política y psicológica y conocido por sus encuestas de posicionamiento político, habla de partidos políticos moderados y de centro “atrapados” en una especie de movimiento de pinza entre grupos antisistema, radicales y que buscan echar abajo el establishment.
En Turingia, los partidarios de la AfD presumieron de llevarse el tercio de los votos; la ultraderecha aprovechó la ocasión para sacar a las calles sus banderas con una gran cruz negra mientras en Sajonia, este partido quedó en segunda posición.
Las principales propuestas de AfD son a favor del etnonacionalismo que consiste en defender lo nacional a partir de una serie de valores históricos heredados que hacen único el idioma; la fe y el pasado ancestral. La nación y la nacionalidad, se defienden por ende, con base a términos de etnicidad.
“Su dominio de la Generación Z es extraordinario: ningún otro partido obtuvo ni la mitad de apoyos de este grupo de edad que AfD. Cuando Björn Höcke, el incendiario líder de la AfD en Turingia, afirmó representar al partido de los jóvenes no se equivocaba”, de acuerdo con Silvia Jiménez, analista internacional, del periódico La Razón.
Infratest Dimap habla de un electorado cambiante: “Tradicionalmente, AfD atraía a muchos más hombres que mujeres. Esta vez, sin embargo, fue el partido más popular entre las votantes femeninas”.
Pero también esta empresa de análisis político, social y electoral encontró que en las anteriores elecciones estatales de Turingia en 2019, el 53% de los simpatizantes de AfD dijeron que se habían pasado al partido principalmente por decepción con el establishment:
“Y solo el 39% lo hicieron porque pensaban que tenía las respuestas correctas. Ahora esas proporciones se han invertido: el 40% de los que votaron a AfD respondieron que lo habían hecho como una forma de protesta, mientras que el 52% manifestó que lo hizo por convicción”.
De acuerdo con dicha encuesta a pie de urna, solo una minoría muy pequeña de estos votantes apoyó a AfD por su postura prorrusa o su negación del cambio climático. “En cambio, el 36% de ellos señaló a la inmigración como la cuestión más importante y el 35% refirió que la delincuencia era su mayor preocupación”.
De igual forma hay otros temas flotando en el ambiente social y político como: el papel de Alemania apoyando a la OTAN contra Putin o bien las sanciones contra Rusia y el efecto negativo en el bolsillo de los consumidores germanos de pagar por un gas y un petróleo más caro al estar vetados los energéticos rusos; o qué hacer con la inmigración y la aceptación de refugiados.
Precisamente, el partido Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) un grupo ultraizquierdista de reciente creación y que ha sorprendido por sus buenos resultados exige igualmente una inmigración más ordenada y selectiva.
Respecto de la irrupción en la escena política de BSW, la consultora Infratest Dimap, habla de otro tipo de electores seducidos por su idea de justicia social y de que prevalezcan los intereses de los alemanes por encima de los intereses internacionales así como dar mayor presupuesto para educación. A este partido, lo votaron en su mayoría personas con más de 60 años de edad, es decir, sobre todo Generación X.
Merkel: lo vio venir
Angela Merkel fue canciller de Alemania, desde 2005 hasta 2021, y presidió el partido Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU) desde 2000 hasta 2018.
No son pocos los que cuestionan la llamada era Merkel y creen que la debacle actual es herencia de este período de gobierno; en especial, Merkel puso su sello en tres asuntos: 1) Contener el ascenso de la ultraderecha; 2) enterrar al nazismo; y, 3) reorganizar la política migratoria.
En los tres hay un fracaso razonable. Dos años después de dejar el gobierno, la ultraderecha con AfD vivió en 2023 varias victorias importantes en ciudades de tamaño medio.
El 25 de junio del año pasado, la AfD conquistó por primera vez un distrito en Sonneberg, en el estado de Turingia; luego, el 2 de julio, la extrema derecha ganó su primera alcaldía en Raguhn una ciudad de 9 mil habitantes situada entre Berlín y Leipzig.
Después, el 8 de octubre, la AfD logró un avance considerable en las elecciones regionales en Hesse con el 18.4% de los votos y en Baviera, con el 14.6 por ciento. Nunca antes había logrado tales puntuaciones en los estados de la antigua Alemania occidental.
Y, por último, el 17 de diciembre pasado, su candidato Tim Lochner, ganó las elecciones a la alcaldía de Pirna, una ciudad de 40 mil habitantes dentro del estado de Sajonia.
No sorprende el éxito en las recientes elecciones regionales en Turingia y Sajonia y quizá sean solo un presagio de lo que pueda suceder el próximo año en las elecciones generales en Alemania. La meta es ahora el Bundestag.
A casi un año de las generales, la gran pregunta es si Scholz logrará aguantar la presión o terminará disolviendo el Bundestag y convocando elecciones. En Francia, Macron intentó contener el avance de los extremismos disolviendo el Legislativo y el resultado fue muy negativo: perdió a su primer ministro, Gabriel Attal.