El planeta sufre asfixiado por las altas temperaturas
Es la Gran Vía en Madrid y parece una ciudad fantasma: los 40 grados centígrados caen como plomo pesado sobre del asfalto elevando la sensación de un calor tan seco, que la gente prefiere estar en interiores, bajo el frescor del aire acondicionado. La mayor parte de las heladerías permanecen cerradas esperando a que el sol empiece a despedirse para levantar las persianas; es al anochecer cuando la ciudad recupera la vida y el bullicio de la gente atiborra todos los sitios. Ya es de madrugada y las familias enteras hacen una larga fila para comprarse un helado.
En los últimos cinco años, el continente europeo viene padeciendo los estragos de veranos cada vez más inusuales con temperaturas que dejan nuevos récords.
Este año, según la Organización de Naciones Unidas (ONU), julio ha sido el más caluroso de toda la historia de la humanidad lo que a su juicio inaugura “la era de la ebullición global”.
Las consecuencias son trágicas advierte el titular de Naciones Unidas, António Guterres, no solo por los monzones que afectan a miles de niños en las zonas más vulnerables; también por todas las familias que deben escapar de las llamas y por los trabajadores que caen colapsados ante tales temperaturas.
El clima en Europa se ha transformado radicalmente y de forma acuciosa, la mitad de los países del continente han estado buena parte de julio a 40 grados centígrados y la otra parte, la más nórdica, sobre los 25 grados centígrados.
La Cuenca del Mediterráneo lleva tiempo convertida en una pesadilla estival: desde Grecia e Italia hasta Argelia y Túnez, pero tampoco han quedado indemnes Francia, ni España, mucho menos Portugal, ante las sequías, la desertificación y los incendios porque la bomba térmica provoca un círculo vicioso de destrucción.
En el último mes, Grecia ha sufrido más de 600 incendios que ha costado mucho extinguir porque tiene temperaturas superiores a los 45 grados centígrados.
La situación de emergencia por los incendios ha motivado la evacuación de miles de turistas de muchas islas griegas gravemente afectadas por la propia situación.
Las autoridades helenas reportan que en julio han ardido un total de 130.000 hectáreas; solo en la isla de Rodas se han quemado 58.000 hectáreas pero Corfú, Eubea y el Peloponeso e incluso Atenas han sido pasto de las llamas.
En Italia, hace unos días, Sicilia registró una temperatura superior a los 47 grados centígrados; la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, salió airosa a solicitar ayuda de urgencia a las brigadas internacionales de bomberos.
También han tenido que sofocarse incendios en Palermo con focos en la zona boscosa de Altofonte; en Calabria, así como en Puglia; y no se han escapado ni Cerdeña, ni Lombardía.
España está por el mismo sendero: el fuego ha quemado 47.785 hectáreas, el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico ha reconocido que el fuego este verano ha quemado el triple de superficie que el año pasado.
En el país ibérico, el problema no es solo Madrid con temperaturas de 40 grados, en el sur, en Andalucía, hay ciudades en las que no se puede salir a la calle porque literalmente la gente se cuece al sol: desde Córdoba hasta Sevilla y la costa malagueña están afectadas por el viento africano, el terral o la terrá, como le llaman los lugareños. Hay calles que se ven desiertas porque nadie se atreve a salir de día y hay que aguardar a que el sol amaine pasadas las nueve de la noche porque los 45 grados con el viento caliente para respirar son insoportables.
El año pasado, de acuerdo con Nature Medicine, más de 61.000 personas en Europa fallecieron por golpes de calor y esta temporada estival podría terminar con cerca de 100.000 fallecidos. El calor mata y no es un bulo. La propia ONU asevera que el calentamiento global inducido por el hombre “causa más de un tercio de las muertes por calor” en el mundo.
Hace unos días en Irán, el Gobierno decidió dar dos días de asueto a la población porque el calor extremo rompió la barrera de los 50 grados centígrados en todas las provincias del sur del país persa.
El portavoz del Gobierno, Ali Bahadori Jahromi, dijo que la decisión de cerrar oficinas gubernamentales, bancos y escuelas el miércoles y jueves se produjo después de que el Ministerio de Salud advirtiera sobre un posible aumento en los casos de agotamiento por calor debido a las altas temperaturas y el inminente daño en la salud humana.
Su capital Teherán tenía pronósticos de acercarse a los 55 grados centígrados. Precisamente la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de la muerte inminente que puede provocar una insolación.
Hace cada vez más calor en varias partes del mundo. Muchos expertos adelantan que el cambio climático terminará transformando los hábitos de las personas que deberán lidiar con días más largos y ardientes; y noches mediterráneas sobre de los treinta grados celsius.
Y cada vez más personas están muriendo por golpes de calor, también está alterándose este paradigma en la salud humana: si de forma usual predominaban los fallecimientos por frío más que por calor en los seres humanos esta tendencia va alterándose año con año.
Un estudio publicado en la revista The Lancet Planetary Health tuvo en cuenta las diferentes temperaturas óptimas para las personas que viven en diferentes regiones y llegó a la conclusión de que más de 5 millones de personas mueren cada año en todo el mundo debido a condiciones excesivamente calientes o frías. Primordialmente en los picos por mortandad, debido al calor, se observa un acelerado aumento.
“El estudio que involucró a docenas de científicos de todo el mundo encontró que el 9,4% de las muertes globales cada año son atribuibles a la exposición al calor o al frío, equivalente a 74 muertes adicionales por cada 100.000 personas”, de acuerdo con el dicho análisis.
Diversos investigadores analizaron los datos de mortalidad y clima de 750 ubicaciones en 43 países entre 2000 y 2019 y encontraron que la temperatura diaria promedio en estos lugares aumentó en 0,26 grados celsius por década.
El estudio reveló que más personas habían muerto de frío que de calor durante el citado período. Pero las muertes relacionadas con el calor estaban aumentando, mientras que las muertes relacionadas con el frío estaban disminuyendo.
El investigador, Yuming Guo, de la Universidad de Monash en Australia, y uno de los coordinadores de dicho estudio advirtió que ante el cambio climático seguirán incrementándose las muertes por calor que terminarán impactando en las tasas de mortalidad como una de las principales causas de fallecimiento del ser humano.
“En el futuro, la mortalidad relacionada con el frío debería seguir disminuyendo, pero, debido a que la mortalidad relacionada con el calor seguirá aumentando, eso significa que habrá un punto de ruptura”, según Guo.
La tasa de mortalidad excesiva relacionada con el calor más alta se registró en Europa oriental, mientras que África subsahariana tuvo la tasa de mortalidad más alta relacionada con las bajas temperaturas.
En sí, el ser humano experimenta un cóctel peligroso en su salud, porque incrementan los riesgos de sufrir un ataque cardíaco, se impacta también en la subida de la presión corporal y son más frecuentes los accidentes cerebrovasculares.
Una bomba térmica natural
El secretario general de la ONU lleva tiempo lanzando discursos casi apocalípticos al respecto del cambio climático intentando meter en razón a líderes mundiales, políticos, empresarios y también a influencers.
Guterres ha calificado de “aterrador” al cambio climático mientras advierte que los estragos actuales “son solo el comienzo” de lo que está por venir encima porque “ya está fuera de control”.
La ONU afirma que la era del calentamiento global ha terminado dando paso a “la era de la ebullición global” que tendrá picos extremos creando fenómenos que afectarán a todos los organismos vivientes.
“Los líderes deben intensificar la acción climática, particularmente las principales naciones industriales del G20 que son responsables del 80% de las emisiones globales; las próximas cumbres, incluida la Cumbre de la Ambición Climática de la ONU en septiembre y la Conferencia Climática COP28 en Dubái, del próximo noviembre, serán una oportunidad crítica para unir esfuerzos globales”, inquirió Guterres.
Con el clima extremo convirtiéndose en la nueva normalidad, Guterres pidió un aumento global en la inversión de adaptación para salvar a millones de seres vivos de los impactos del cambio climático, particularmente en los países en desarrollo. Y es que sufren los seres humanos, pero también los animales y las plantas.
“Los países desarrollados deben presentar una hoja de ruta clara y creíble para duplicar el financiamiento de adaptación para 2025. Además, todos los gobiernos deben implementar un plan de acción bajo el auspicio de la ONU destinado a garantizar que todos en el planeta estén protegidos por sistemas de alerta temprana para 2027”, recordó el titular de Naciones Unidas.
El mar se calienta y los ríos se secan
Igual de preocupante es el hecho de que las temperaturas de los océanos están en sus niveles más altos jamás registrados, así lo reflejan las mediciones desde el mes de abril y llegan a empeorar durante el verano.
Chris Hewitt, director de Servicios Climáticos de la Organización Meteorológica Mundial, señaló que, de 2015 a 2022, se experimentaron los ocho años más cálidos sobre de la base de un conjunto de datos de 173 años.
Esto fue a pesar del hecho de que el fenómeno de enfriamiento de La Niña prevaleció hacia el final de ese período en la región del Pacífico, lo que frenó ligeramente las temperaturas medias mundiales.
“Pero ahora La Niña ha terminado y ha sido reemplazada por el efecto de El Niño que calienta el mar, las aguas han comenzado a calentarse en el Pacífico tropical, lo que trae la probabilidad casi segura de que uno de los próximos cinco años sea el más cálido registrado nunca jamás”, en declaraciones de Hewitt.
También es más probable que las temperaturas medias globales superen temporalmente el umbral de 1,5 grados centígrados, por encima de los niveles preindustriales durante al menos en uno de los próximos cinco años.
Y mientras las aguas del Mediterráneo llegaron en promedio a los 25 grados centígrados en julio pasado, los caudales de los ríos otrora más señoriales y acaudalados de Europa están secándose.
Desde el Loira hasta el Danubio, los ríos secos ponen en peligro el comercio, el transporte, la energía y la fauna silvestre de Europa; los principales ríos de Europa se están reduciendo bajo la sequía más severa provocada por el clima en décadas.
La situación de Alemania es altamente crítica: el Rin está secándose rápidamente lo que podría llevar a su inviabilidad para la navegación marítima fluvial en menos de dos años; por sus aguas navegan barcos que transportan suministros de petróleo, carbón y de gas.
Además, este verano, nuevamente se han dejado ver las llamadas “piedras del hambre” que afloran a la vista ante la bajada del río Elba en Decin, en la República Checa.
En Francia, no ha podido usarse buena parte del agua de los ríos Ródano y Garona para enfriar a sus centrales eléctricas porque la temperatura del agua era superior a los 27 grados centígrados.
A su vez, en Italia, el Po que es el río más largo está luchando por mantener su anchura durante la peor sequía de la región en setenta años; el agua ya ha desaparecido por completo de algunos afluentes, por ejemplo, en Turín.
Mientras sigan subiendo las temperaturas las consecuencias serán muy negativas, no es solo la sequía, la desertificación, los incendios, el alza en la mortandad de los seres vivos, también habrá un impacto económico incalculable. El planeta se asfixia…