La cumbre del 75 aniversario de la OTAN: un aroma de provisionalidad

Parece normal que las conmemoraciones del 75o aniversario de la OTAN fueran diferentes, con jefes de Estado y de Gobierno, autoridades diplomáticas y militares, recordando los viejos buenos tiempos en los rituales de conmemoración de un brillante pasado
Pero las celebraciones cedieron su lugar a reuniones de duro trabajo de una Organización de estados que acababa de ampliarse a dos nuevos y cuyos miembros cumplirán el requisito de destinar más del 2% del PIB a la defensa. La OTAN es sujeto de un enorme protagonismo, impulsada por la guerra de Ucrania y las crecientes ambiciones de China. Todo ello basado en un difícil consenso de los 32 miembros. Los aliados de la OTAN dan muestras de estar unidos, tanto en la evaluación de la situación, como en la preparación para cumplir con su misión.
La visión de los próximos aniversarios se presenta con nubarrones. La incertidumbre sobre el futuro de la política exterior estadounidense, por un lado, y la continua dependencia masiva de los países europeos de esta política para su seguridad, por el otro, son el elemento crítico del problema. Es una forma de establecer la seguridad básica de los europeos. La incertidumbre aludida perderá vigencia dentro de cinco meses en las elecciones presidenciales norteamericanas.

Lo que se dijo en la Cumbre
La del 75 aniversario es la undécima Cumbre desde que comenzó la agresión de Moscú a Ucrania en 2014 y la tercera anual desde la invasión a gran escala de Rusia en 2022. Al igual que sus diez predecesoras, esta Cumbre ha adoptado medidas graduales para afrontar el desafío planteado por la primera invasión a gran escala en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Puede considerarse como esencial el contenido del Comunicado final, al afirmar que “Rusia sigue siendo la amenaza más significativa y directa a la seguridad de los Aliados”. Pero la cuestión surge al establecer desde cuando, por qué en 2022 Rusia no estuvo disuadida y sobre eso basar las medidas que se adoptaron en la Cumbre para abordar la amenaza. Las referentes a las de la relación OTAN-Ucrania dejan ver la dura realidad de que ni Ucrania ni Europa estarán seguras hasta que Ucrania se una a la OTAN.

El comunicado expone que la decisión sobre la adhesión de Ucrania es "irreversible", para lo que se introdujeron medidas para fomentar la cooperación como el envío de un Alto representante de la OTAN a Kiev, el establecimiento de un programa de capacitación para Ucrania y la apertura de una nueva sede para la cooperación en el Consejo OTAN-Ucrania. Pero estos pasos son modestos y contrastan con las ventajas que disfrutaron Suecia y Finlandia antes de convertirse en miembros. Lo que lleva a las cuestiones siguientes: ¿por qué el embajador de Ucrania ante la OTAN no puede participar en el Consejo del Atlántico Norte (el órgano de toma de decisiones de la OTAN)? ¿por qué los funcionarios ucranianos no pueden participar en el aparato de la OTAN? Esto podría explicar por qué Andriy Yermak, jefe de la oficina presidencial ucraniana, mostró inquietud en el Foro Público de la OTAN, en Washington, ante la pregunta de cómo evaluaría la Cumbre, antes de reconocer que Ucrania estaba “satisfecha”.
En contraste con esos modestos pasos en el tema de la integración, hubo mejores resultados de la Cumbre en forma de acuerdos de seguridad que Ucrania firmó con miembros y socios de la OTAN. Si bien estos acuerdos no sustituyen la protección del Artículo 5 de la OTAN, en algunos casos, como el firmado con Polonia, brindan capacidades adicionales de defensa aérea a Ucrania. Estos acuerdos también prometen ayuda para la seguridad a largo plazo.
El escenario también es favorable en lo que respecta a los suministros reales de armas a los que se comprometieron los aliados durante la Cumbre. Las entregas incluyen cinco baterías “Patriot” y otros sofisticados sistemas de defensa aérea, carros de combate Abrams y vehículos de combate Bradley, y aviones F-16. En conjunto y teóricamente, esto será una importante adición a la capacidad de defensa de Ucrania, unido a un importante apoyo logístico, así como una señal a Rusia del apoyo de la OTAN a Ucrania.
Lo que puede tratarse en la siguiente Cumbre
Aunque durante su campaña Trump no ha nombrado aún un nuevo equipo de Seguridad Nacional ni ha adoptado abiertamente una nueva agenda para la OTAN, expertos próximos al expresidente, vaticinan firmeza en la presión sobre los europeos para activar una nueva arquitectura de seguridad más acorde con una nueva concepción. La permanencia estadounidense implicaría el tan anunciado aumento del gasto europeo en Defensa, además de una reorientación radical de la OTAN, justificada por la deuda estadounidense, el debilitamiento del reclutamiento militar y una Base Industrial de Defensa que no puede seguir el ritmo impuesto por el desafío de Rusia y China. En este sentido, Estados Unidos mantendría su paraguas nuclear sobre Europa durante un segundo mandato de Trump, conservando su poder aéreo y sus bases en Alemania, Reino Unido y Turquía, así como sus fuerzas navales. Mientras tanto, la mayor parte de las tropas terrestres, pasarían a ser parte importante de la aportación europea.
La rápida resolución de la guerra de Ucrania también podría desempeñar un papel clave en los planes de Trump para la OTAN. Según diversas fuentes, el probable candidato republicano está considerando un acuerdo por el cual la OTAN se comprometería a no expandirse hacia el Este, concretamente hacia Ucrania y Georgia, y a negociar con el presidente ruso, Vladimir Putin, el territorio ucraniano que conservaría Moscú.

En conjunto, el nuevo enfoque de Trump en estas áreas equivaldría a una revolución en los asuntos de OTAN, un cambio sobre el que muchos expertos opinan que Europa es incapaz de lograr en un futuro previsible. Estados Unidos es, con diferencia, el mayor contribuyente a las operaciones de la OTAN, con un gasto de unos 860.000 millones de dólares en defensa, lo que representó el 68% del gasto total de los países de la OTAN en 2023. Eso es mucho más de diez veces la aportación de Alemania, el segundo país con mayor gasto. Una parte sustancial del gasto estadounidense en Defensa, que asciende a alrededor del 3,5% del PIB de Estados Unidos, se destina a la defensa de Europa, aunque el Pentágono se niega a divulgar públicamente cuánto, declara Jeremy Shapiro, director de investigación del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
En una reunión con el presidente Joe Biden en Washington a principios de julio, el secretario general de la OTAN, saliente, Jens Stoltenberg, anunció que 23 de los 31 miembros de la OTAN, excluyendo a los Estados Unidos, alcanzarán el objetivo del 2% de la Alianza. Se espera que esto incluya a Alemania por primera vez desde la década de 1990. El ministro de Defensa de ese país, Boris Pistorius, declaró que Alemania aumentará hasta el 3,5 % del PIB para su departamento.
Pero incluso si Alemania alcanza esa meta, algunos ex funcionarios de defensa alineados con Trump opinan que no sería suficiente. “Estoy a favor de mantener la alianza del Atlántico Norte, pero creo que la única manera de hacerlo -y se lo digo a los europeos todo el tiempo- es que ellos asuman una carga mucho mayor”, declaró Elbrige Colby, quien dirigió la Estrategia de Defensa Nacional de Trump como Subsecretario de Defensa para Estrategia y desarrollo de Fuerzas, quien se dice que está en la línea de sucesión para un alto puesto en la Seguridad Nacional, en una próxima administración Trump.
Trump no ha detallado públicamente sus planes para Ucrania, pero durante la campaña electoral ha prometido repetidamente que una de sus primeras tareas sería poner fin a la guerra: “incluso antes de llegar al Despacho Oval, poco después de que ganemos la presidencia”, declaró en un mitin el 22 de junio en Filadelfia. Cuando se le preguntó si estaba dispuesto a descartar la expansión de la OTAN a Ucrania, Trump respondió –en comentarios que en gran medida no fueron publicados– que prometerle a Ucrania el ingreso en la OTAN había sido un “error” y que “realmente esa fue la razón por la que comenzó esta guerra”. Muchos en el bando de Trump prefieren abiertamente una Ucrania sin la OTAN. “La OTAN ya se ha expandido mucho más allá de lo que necesitamos para una coalición antihegemónica” contra Rusia, dijo Colby.

A modo de reflexión
La realidad es tozuda. De los 1,304 billones de euros de gasto de la OTAN en 2023, Estados Unidos cubrirá la friolera de 875 mil millones, el resto se reparte entre los 31 miembros restantes. Esta división es una de las numerosas razones por las que la simple lógica cuantitativa de “pero gastamos mucho más que Rusia” no funciona. Lo que cuenta es disponer de las capacidades militares allá donde se necesiten. Sin la ayuda estadounidense, los componentes europeos no se convertirán en una fuerza disuasoria, al carecer de capacidades de mando y control y logísticas. Los ejércitos europeos podrían defenderse en caso de un ataque, pero sin la estructura unificadora de la OTAN y el apoyo de Estados Unidos, la victoria en una guerra de alta intensidad sería bastante cuestionable.
La OTAN seguirá siendo el garante de seguridad más importante para Europa en el futuro previsible, al mismo tiempo, lo más probable es que Estados Unidos sea menos activo en Europa. El verdadero desafío para los estadounidenses está al otro lado del Pacífico, no en el Atlántico.