La crisis de Irán y la “Tercera Vía”
- Introducción
- El fracaso de los enfoques convencionales
- Una nación lista para el cambio
- El papel de la resistencia iraní
- ¿Por qué es importante la tercera vía?
- Conclusión
Introducción
Durante la guerra de 12 días, Irán padeció importantes daños. Además de la destrucción de sus instalaciones nucleares, arsenales de misiles y plataformas de lanzamiento, órganos represivos clave, como el cuartel general de las Fuerzas de Seguridad del Estado, el cuartel general de la Policía Cibernética y los centros de los Guardianes de la Revolución Islámica en Teherán y otras ciudades, fueron atacados y dañados gravemente, causando pérdidas que no pueden compensarse a corto plazo.
Sin embargo, esta guerra ha dejado claro una vez más que el régimen no será derrocado por bombardeos extranjeros, a pesar de todos los daños y bajas infligidos. Sólo puede ser derrocado por una fuerza organizada sobre el terreno. Sin esa fuerza, el régimen se reagrupará y reconstruirá con el tiempo. No colapsará debido a la presión, el desgaste o las sanciones económicas. Décadas de experiencia demuestran que las sanciones acaban debilitándose o se levantan por completo. Por lo tanto, la tarea de derrocar a este régimen recae únicamente en la fuerza, la determinación y la organización del movimiento de resistencia.
El fracaso de los enfoques convencionales
Durante años, el régimen de Irán ha buscado armas nucleares, ha apoyado el terrorismo y ha alimentado la inestabilidad regional. Décadas de conversaciones no han logrado moderar el régimen, y la reciente guerra demostró que los ataques militares extranjeros tampoco pueden provocar un cambio.
Hace veintiún años, Maryam Rajavi, presidenta electa del Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), propuso una solución alternativa: la “Tercera Vía”. Rechazando tanto el apaciguamiento como la guerra extranjera, aboga por el cambio impulsado por el pueblo iraní y su resistencia organizada. Hoy, esta propuesta parece más relevante que nunca. Después de la guerra de los 12 días, ella dijo:
“El alto el fuego es un paso adelante para la tercera vía: ni guerra ni apaciguamiento. Que el pueblo iraní y su resistencia organizada derroquen a la dictadura por sí mismos. A lo largo de un siglo de lucha, han rechazado tanto las dictaduras monárquicas como las religiosas”.
El régimen iraní y sus apologistas occidentales están promoviendo dos narrativas falsas con el fin de socavar el cambio democrático. En primer lugar, afirman que el régimen es demasiado poderoso para ser derrocado, citando la reciente guerra como prueba de su estabilidad. En segundo lugar, afirman que el cambio de régimen llevaría al caos, citando como ejemplos a Irak, Libia y Siria. Afirman que no hay alternativa y que Occidente debe seguir colaborando con el régimen, que pretende socavar la determinación internacional mientras ignora el tejido social único de Irán y la oposición organizada. Sin embargo, la realidad dentro de Irán cuenta una historia muy diferente.
Una nación lista para el cambio
La antigua identidad nacional de Irán ha perdurado durante milenios, resistiendo la fragmentación incluso bajo invasiones extranjeras. A diferencia de muchos estados regionales moldeados por fronteras coloniales, Irán nunca fue una colonia formal y ha mantenido la cohesión a pesar de su diversidad étnica y religiosa. Los kurdos, los azeríes y otros grupos étnicos se han mantenido como parte integral de la nación. En contraste con las sociedades divididas de Irak o Siria, la unidad de Irán sigue siendo fuerte. La verdadera fuente de inestabilidad es el régimen actual, que ha alimentado el conflicto en toda la región mediante el uso de fuerzas subsidiarias. Su eliminación allanaría el camino hacia una paz duradera en el Oriente Medio.
Mientras tanto, el régimen está perdiendo constantemente su control, y su legitimidad se desvanece incluso entre los clérigos y sus bases de poder tradicionales, como los comerciantes, se erosionan. El colapso de la economía, marcado por la inflación, el desempleo, la corrupción y las sanciones, ha hecho que la vida cotidiana sea insoportable para los iraníes de a pie y ha provocado repetidas olas de protestas. La lealtad se está desmoronando internamente y las fuerzas de seguridad están bajo presión. A nivel regional, el régimen está perdiendo terreno a medida que sus representantes, como Hezbolá, los hutíes y las milicias iraquíes, se ven gravemente debilitados. Además, la caída de Assad, un socio estratégico clave, ha asestado un golpe estratégico significativo y ha acelerado el declive del régimen.
Desde 2017, Irán ha experimentado repetidos levantamientos masivos, lo que pone de manifiesto un deseo generalizado de cambio de régimen. Las protestas de 2017-2018, durante las cuales los manifestantes corearon "¡Reformistas, intransigentes, el juego ya terminó!", señalaron el rechazo del público al juego "reformista-intransigente". En 2019, los disturbios se extendieron a los miembros más pobres de la sociedad. La brutal represión, que dejó un saldo de unas 1.500 personas muertas, provocó nuevos desafíos, especialmente entre los jóvenes, que atacaron a las instituciones del régimen. Las protestas de 2022, que fueron lideradas por mujeres, duraron meses y se extendieron por todo el país. Los jóvenes iraníes, nacidos después de la revolución de 1979 y ajenos a la ideología del régimen, vislumbran un futuro de cambio real. Entre marzo de 2024 y marzo de 2025, se produjeron más de 3.000 protestas de trabajadores, docentes y estudiantes, lo que refleja el creciente malestar de la sociedad. Sin embargo, la protesta por sí sola no es suficiente; Sólo un movimiento organizado puede convertir este impulso en revolución.
El papel de la resistencia iraní
La situación de Irán es única debido a la presencia de un fuerte movimiento de resistencia organizado dirigido por la Organización de Muyahidines del Pueblo de Irán (OMPI o MEK) y el Consejo Nacional de Resistencia de Irán (NCRI). La OMPI ha estado luchando durante seis décadas y cuenta con una extensa red interna. Ahora en su 44º año, el NCRI es la coalición política más antigua de la historia moderna de Irán y ofrece una detallada hoja de ruta democrática.
Una fortaleza clave del movimiento radica en su claridad ideológica. La OMPI promueve una forma democrática y tolerante del islam que incluye a las mujeres en puestos de liderazgo, lo que resuena con los iraníes que buscan tanto la libertad como la identidad cultural. Sus miembros forman una red disciplinada y profundamente comprometida, dispuesta a hacer grandes sacrificios por la liberación nacional.
El Plan de Diez Puntos de Maryam Rajavi esboza la visión del CNRI, que incluye elecciones libres, igualdad de género, abolición de la pena de muerte, derechos de las minorías y relaciones internacionales pacíficas.
Ashraf-3 en Albania, hogar de casi 3.000 miembros de la OMPI, incluidos 1.000 exprisioneros políticos y 1.000 mujeres pioneras, se erige como un símbolo de resistencia y preparación para una transición pacífica.
Las Unidades de Resistencia de la OMPI operan de forma encubierta en las 31 provincias de Irán. Solo en 2024, llevaron a cabo más de 3.000 operaciones contra los Guardianes de la Revolución Islámica y organizaron decenas de miles de actos simbólicos de desafío. Desempeñaron un papel clave en la organización de la huelga nacional de camioneros que tuvo lugar en 155 ciudades en mayo de 2025.
La red de inteligencia de la OMPI también ha expuesto las actividades nucleares y terroristas del régimen.
A nivel internacional, el Plan de Diez Puntos ha sido respaldado por más de 4.000 parlamentarios, 137 ex jefes de Estado y 80 premios Nobel, afirmando la legitimidad de la resistencia y su derecho a oponerse a la tiranía.
¿Por qué es importante la tercera vía?
La reciente guerra entre Israel e Irán confirmó que la fuerza militar no puede derrocar al régimen. Solo la Tercera Vía —un cambio impulsado por la gente y liderado por la resistencia— ofrece una solución viable y duradera. Después de 46 años de políticas fallidas, está claro que ni la guerra ni el apaciguamiento pueden producir un cambio significativo.
A diferencia de los grupos marginales o monárquicos que dependen del respaldo extranjero y carecen de apoyo interno, el CNRI tiene una estrategia coherente, fuertes raíces dentro de Irán y un amplio apoyo público. El propio régimen reconoce esta amenaza: dedica todo su aparato de inteligencia y seguridad a atacar a la OMPI y a sus Unidades de Resistencia, sin gastar un céntimo y sin mostrar preocupación por ningún otro grupo iraní, una clara señal de dónde ve el verdadero peligro.
Conclusión
Contrariamente a las afirmaciones de propaganda y cabildeo del régimen, el derrocamiento del régimen a través del pueblo iraní y su resistencia organizada es alcanzable y necesario. Es la única manera de lograr la unidad nacional, la libertad, la democracia, así como la paz y la estabilidad regional duraderas.