El papel clave de las remesas dentro de las nuevas migraciones en el Mediterráneo

Dirhams marroquíes en una casa de cambio en Rabat - REUTERS/YOUSSEF BOULLAL
Dirhams marroquíes en una casa de cambio en Rabat - REUTERS/ YOUSSEF BOULLAL
El incremento exponencial de las llegadas de migrantes irregulares a las costas españolas –especialmente a las Islas Canarias, pero también a las Islas Baleares, Ceuta y Melilla– se ha convertido en una de nuestras principales prioridades cotidianas. 
  1. Repunte de las remesas 

Según el Centro de Investigaciones Sociológicas español (CIS), la inmigración ha pasado de ser el 4º motivo de preocupación social, lo que demanda las correspondientes respuestas políticas y económicas. Esto ha coadyuvado a que el presidente del Gobierno comenzara el curso político con una gira regional por Mauritania, Senegal y Gambia, buscando la complicidad de sus homólogos en el control del fenómeno migratorio. 

España es ya el 2º país de la UE –después de Grecia– y 4º de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que mayor incremento de inmigración irregular presenta. Según cifras del Ministerio del Interior llegaron a nuestro país 31.155 migrantes irregulares hasta el pasado 15 de agosto, un 66% más que durante el mismo período del pasado ejercicio. Así, sin caer en alarmismo alguno –pues la irregular sigue siendo secundaria en relación con la legal– se necesita trascender el actual modelo de gestión de crisis que provocan las impactantes imágenes de llegadas a nuestras playas, para poner en marcha una nueva agenda migratoria europea que comprometa no sólo a los países que forman parte de la Unión por el Mediterráneo (UpM), sino también a los del Sahel y del África Subsahariana.  

Las crecientes disparidades económicas, demográficas y securitarias entre países emisores y receptores son clave para entender los flujos migratorios entre el norte y el sur. Estos desequilibrios, sumados a la proximidad geográfica y al desarrollo de complejas redes logísticas, determinan que inexorablemente la UE seguirá siendo el principal destino de las migraciones en el Mare Nostrum. Tal como ya reconoció el Consejo Europeo en su estrategia “Enfoque Global de las Migraciones” y en su respectivo anexo “Visión global de la emigración: actuaciones prioritarias en África y en el Mediterráneo”, resulta imprescindible actuar en el desarrollo de las economías de los países de origen y de tránsito. 

Tan importante o más que esas actuaciones en materia de control fronterizo y seguridad que promueven nuestros Gobiernos, (para así hacer frente a amenazas para la seguridad nacional tales como el terrorismo yihadista, el crimen organizado, y el tráfico de drogas y de personas), resulta la potenciación del vínculo entre migraciones y desarrollo. Y es en este ámbito en el que hay que prestar una atención especial a la gestión de las remesas, dado que las estadísticas del Banco Mundial demuestran que han superado en importancia tanto a la Inversión Directa Extranjera como a la Ayuda Oficial al Desarrollo. Las transferencias de capital privado realizadas por los inmigrantes constituyen uno de los aspectos claves a la hora de abordar su impacto sobre la reducción de la pobreza y del desarrollo económico de estos países de origen a través de, entre otros instrumentos financieros, la incentivación de la inversión productiva. 

Repunte de las remesas 

Tras un período de crecimiento sostenido durante los ejercicios 2021 y 2022, los flujos de remesas enviados oficialmente hacia los llamados países de ingresos bajos y medianos (LMICs, según su acrónimo inglés) se moderaron en 2023, alcanzando una cifra estimada de 590.000 millones de euros. Este modesto incremento del 0,7 % reflejó grandes variaciones en el crecimiento entre regiones, pero las remesas continuaron siendo una fuente crucial de financiación externa para los países en desarrollo, contribuyendo a fortalecer las balanzas de pagos de algunos de aquellos que todavía luchan contra la inseguridad alimentaria y contra los problemas de deuda pública e incapacidad presupuestaria. 

De cara al futuro inmediato, el KNOMAD (Global Knowledge Partnership on Migration and Development) del Banco Mundial prevé que las remesas hacia los LMICs crezcan a un ritmo algo más rápido. En concreto, del 2´3 % en 2024 y del 2´8% en 2025, si bien este crecimiento no será igual en todas las regiones. Entre los posibles riesgos a la baja para estas proyecciones aparece un crecimiento económico menor de lo previsto en los países desarrollados que reciben a los migrantes, debido a la volatilidad de los precios de los hidrocarburos y de los tipos de cambio que provocan los conflictos armados en Ucrania y Gaza, y especialmente la posibilidad de que este último escale y se convierta en una guerra regional que afectaría muy negativamente a toda la economía mundial. 

Las remesas de los países de Oriente Medio y Norte de África (MENA) cayeron un 15 % en 2023, quedándose en unos 50.000 millones de euros, sobre todo debido a la fuerte disminución de los flujos hacia Egipto. No obstante, es probable que la divergencia entre los tipos de cambio oficial y paralelo haya hecho que las remesas se desviaran a través de conductos no oficiales (empresas de transferencias monetarias como Western Union, envíos en efectivo a través de familiares o amigos). Los flujos de remesas entre los países MENA se vieron afectados no por la desaceleración del crecimiento de los países de la Eurozona, sino por la de los que forman el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), aunque se espera se recuperen un 4,3 % en este 2024. 

Por su parte, los flujos de remesas hacia los países del Sahel y de África Subsahariana alcanzaron unos 48.500 millones en 2023, lo que representó una ligera disminución del 0,3 %. Las remesas constituyeron un respaldo para las balanzas de varios países que a la inseguridad alimentaria y al pago oneroso de la deuda, tienen que hacer frente a los efectos perniciosos derivados del cambio climático tales como sequías e inundaciones, así como también a interrupciones en las cadenas de suministro de todo tipo de bienes y servicios. Entre los países que dependen en gran medida de las remesas dentro de esta región se encuentran Gambia, Liberia, Cabo Verde y Lesoto. El KNOMAD estima que sus remesas crecerán un 1,5 % en 2024. 

En definitiva, la Eurozona debería aprovechar el envío de las remesas para promover la inclusión financiera y el acceso a los mercados de capital de cara a mejorar las perspectivas de desarrollo de los países de origen de las migraciones mediterráneas. Y dado que estas remesas son un factor cada vez más importantes dentro de la ecuación económica y financiera que genera la migración, resulta imprescindible reducir los márgenes que se quedan las entidades financieras en los países de destino. Si en estos momentos rondan una media del 6%, la UE debería tomar medidas en connivencia con los bancos y cajas de ahorro –igual que lo hizo con las empresas de telecomunicaciones para reducir el coste del roaming en telefonía móvil, por ejemplo– para rebajarlos a un máximo del 3%, tal como señalan como objetivo los ODS de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. 

Julio de la Guardia, periodista y analista político especializado en cuestiones de Oriente Medio y Mediterráneo.