“Argelia quiere levantar nuevas fronteras en el Magreb”

Por Ramón Moreno Castilla
Foto: El diplomático de carrera marroquí Jamal Eddine Mechbal.
 
Jamal Eddine Mechbal es diplomático de carrera ya jubilado, con una amplia experiencia en relaciones internacionales. Ha ocupado diferentes cargos en los Ministerios de Asuntos Exteriores, Planificación y Transportes del Reino de Marruecos; finalizando su labor diplomática en la Embajada de Marruecos en Madrid -donde la empezó- como ministro plenipotenciario. Es miembro fundador de la Asociación de Hispanistas Marroquíes, y también  de la Organización Marroquí de Derechos Humanos (OMDH). Actualmente reside en Málaga, donde sigue activo, impartiendo conferencias y escribiendo artículos periodísticos.
 
Pregunta: Creo que su estancia en la Embajada de su país en España fue una experiencia inolvidable para usted. ¿Qué recuerdos guarda de entonces?
Respuesta: “Yo llegué a Madrid como miembro del Cuerpo Diplomático marroquí, el 1 de agosto de 1976, menos de nueve meses después de la muerte de Franco. En España permanecí 10 años, viviendo muy de cerca y desde una situación privilegiada la transición española y los cambios que surgían en las sociedades de ambos países y la evolución de las relaciones entre los dos gobiernos. Me siento muy orgulloso de mi estancia como diplomático en España”.
 
P: Tengo entendido que su labor fue muy fructífera en el campo de las relaciones sociales entre España y Marruecos. ¿En qué consistió su trabajo?
R: “Fui un discreto iniciador y un modesto promotor de la cooperación en un nuevo campo hasta entonces sin tocar. Los resultados han sido muy satisfactorios, pues se puso fin a las expulsiones sistemáticas de inmigrantes sin papeles, acordándose con Marruecos las primeras regularizaciones de los trabajadores marroquíes en España, siendo el primer país con el que se llevaron a cabo las primeras regularizaciones”.
 
P: Entonces, se puede decir que ese fue un hito en las relaciones hispano-marroquíes.
R: “En efecto, porque el 90 % de los marroquíes carecían de documentos de residencia. Se negoció, además, el primer acuerdo sobre Seguridad Social entre los dos países, gracias al cual no sólo se garantizaban los derechos de los trabajadores de ambos países, sino se regulaba la situación de miles de trabajadores españoles que habían trabajado en Marruecos y al volver a España no se les contabilizaba los años cotizados en mi país”.
 
P: De sus palabras se desprenden que la cooperación hispano-marroquí en ese campo fue determinante para las relaciones laborales de los trabajadores españoles y marroquíes. 
R: “Ciertamente. La cooperación entre España y Marruecos en temas sociales, que desde la independencia de mi país había sido la hermana pobre del resto de las cooperaciones, pasó a ser una de las más destacables. En este sentido, la cooperación no se limitó a tratar sobre la situación de los ciudadanos residentes en uno u otro país, sino que alcanzó también a los marroquíes residentes en Europa que transitaban por España, elaborando entre la Embajada marroquí y la DGT española la ‘Operación Tránsito’, que facilitaba a los marroquíes cruzar el Estrecho para llegar a su país”.
 
P: Cambiemos de tema. Usted es considerado un analista muy crítico con el problema del Sáhara y la labor de la ONU. ¿Podrá sustraerse a su condición de marroquí, y hacer un análisis objetivo sobre esta controvertida cuestión?
R: “Yo tengo elaborado un trabajo periodístico titulado “Las cuestiones previas en la controversia saharaui”, que todavía no ha visto la luz, en el que abordo ese tema desde la perspectiva del Derecho Internacional”.
 
P: Explíquese, por favor. ¿A qué se refiere, exactamente?
R: “La cuestión previa en derecho es la respuesta que debe darse a una determinada cuestión y que, siendo la principal, depende de la respuesta que se dé a otra cuestión previa, llamada también preliminar o incidental. Es una cuestión que dispone de una fuerza suficiente para plantearse como cuestión principal, aunque aparezca como cuestión incidental. Pues, de la resolución de la cuestión previa depende cómo se resuelve la cuestión principal, debido a la conexión entre ambas. Es un principio jurídico de vital importancia en el derecho procesal, pero puede valer perfectamente en los procedimientos diplomáticos para resolver conflictos y solucionar controversias, como es el caso de la controversia sobre lo que fue el Sáhara español y hoy es el Sáhara marroquí”.
 
P: O sea, que según usted, en el conflicto del Sáhara hay “cuestiones previas” que la ONU no ha abordado. ¿Cómo es eso?   
R: “Todas la soluciones de la ONU animan a las partes a llegar a un acuerdo sobre una solución consensuada, realista, justa y duradera para poner fin a la controversia. Han pasado casi cuatro décadas, sin que se vea el final del túnel a donde se condujo no solamente al pueblo marroquí del Sáhara, sino a todos los pueblos del Magreb. Todos se convirtieron en rehenes de un conflicto montado y la Unión del Magreb Árabe (UMA) paralizada y perjudicada”.
 
P: Sí,  de acuerdo. Pero a la consolidación de la UMA no contribuye, precisamente, el eterno desencuentro entre Rabat y Argel.
R: “Toda la generación de jóvenes magrebíes de los años setenta, que soñaban con ese Magreb Unido, ya alcanzó la tercera edad, sin contemplar en el horizonte algo que presagie esa tan apreciada y anhelada unión. El coste del conflicto a lo largo de estas largas décadas, por parte de Marruecos, Argelia, la ONU y los países donantes de ayudas, si se dividiese por el número de saharauis del censo español de 1974 o el realizado por la MINURSO, el de 85.000, sería el voto más caro del mundo y de la historia. Esto demuestra, por si solo, que la autodeterminación es un pobre árbol que esconde el gran bosque. Además, el costo de la no integración del Magreb, no solo es perjudicial económicamente a todos sus cinco países, sino para toda la región Subsahariana y Mediterránea en todos los sectores y a todos los niveles, en un momento que deben consolidarse más que nunca”.
 
P: No obstante, ¿cuáles son esas “cuestiones previas”, a las que usted se refiere?
R: “La ONU, debería antes de entrar a buscar soluciones para esta larga controversia haber empezado por la cuestión previa, porque sin aclarar cuestiones preliminares y solucionarlas en este conflicto, nunca se llegará a una solución. Y son cuestiones previas a determinar: 1.- Si el Sáhara es un territorio que forma una continuidad territorial y humana con Marruecos. Si ha sido a lo largo de la historia, un enlace con África Subsahariana. Saber esta cuestión nos permite conocer si estamos, realmente, ante un tema colonial, o por el contrario, estamos ante una soberanía territorial amputada. 2.- Dos potencias extranjeras, Francia y España negociaron y firmaron acuerdos secretos en 1902 y 1904, estableciendo fronteras rectilíneas artificiales, a tiralíneas y a espaldas de otro Estado soberano, que es Marruecos, modificando su configuración territorial. Además, son acuerdos secretos que violaban otro tratado anterior, firmado el 18 de marzo de 1845 entre Francia y Marruecos, conocido como el ‘Tratado de La Lalla-Marnia (*), que delimitaba las fronteras entre Marruecos y Argelia”, de forma clara y legítima”.
 
P: Se ve que Francia ha sido la gran 'muñidora' de África, participando en el reparto colonial del continente auspiciado por la Conferencia de Berlín de 1884. 
R: “Francia no solo participó en el reparto colonial de África, como es conocido, sino que violó el mencionado acuerdo, al decidir en secreto modificar las fronteras, y además, al acordar el reparto con España, parte ajena en ese momento. Los mencionados acuerdos del reparto hispano-francés se mantuvieron en secreto hasta 1912, cuando se le impuso a Marruecos el régimen de Protectorado y no podía reaccionar ante una política de hechos consumados”.
 
P: Esta parte de la historia que usted menciona es poco conocida. ¿En qué medida afectan esos hechos a la posición de Marruecos respecto al Sáhara?
R: “Aquí se plantean varios interrogantes: ¿está obligado Marruecos a aceptar estos acuerdos secretos que modificaron sus fronteras a su espalda, amputando parte del territorio en un momento que ya existía como entidad política, a diferencia de otros países de África? ¿La comunidad internacional, especialmente la ONU, puede reconocer y dar validez a algo edificado en falso y en secreto atentando, además, a derechos de terceros países y en flagrante violación de otros tratados? Algunos insisten en no reconocer el mapa actual, donde el Sáhara aparece formando parte de Marruecos, bajo el pretexto de que el conflicto aún no está resuelto. Pero al hacerlo, están reconociendo otro desfasado mapa, que si es indiscutiblemente colonial, con ridículas fronteras rectilíneas, separando al Sáhara de su Marruecos. ¿Es equitativa y justa esta forma de proceder, con dos varas de medir?”
 
P: En este contexto, intuyo que deben haber más “cuestiones previas”. ¿O no?
R: “Efectivamente. Y en primer lugar, hay que clarificar que en Tinduf malvive un contingente humano durante casi cuarenta años. El Polisario los presenta como el pueblo saharaui refugiado en los campos de Lahmada. Por su parte Marruecos sostiene que se trata de una población secuestrada ‘manu militari’. Tampoco existe coincidencia en el número de esta población. El Polisario pretende que se trata de 200.000, Marruecos asegura que no llegan a 40.000. En vista de estos antecedentes, ¿no debería la ONU, y desde décadas, conocer como cuestión previa la condición real de la población saharaui  y cuantificarla?”
 
P: Ese es el eterno problema: la cuestión del censo, dado que el de 1974 del exSáhara español no contenta a nadie…
R: “Mire usted, la ONU debe determinar: a) Si la población saharaui en Tinduf se compone realmente de refugiados o son deportados, o son la suma de los dos. En este caso en qué proporción, los unos y los otros. b) Es insólito que la comunidad internacional haya aceptado, durante tantas décadas que no exista ningún censo de población, ni se haya procedido a su identificación. El rechazo continuo de Argelia y el Polisario para que se sepa el número real y la identificación de esta población es, en si mismo, muy sospechoso”.
 
P: A la vista de estas actuaciones del ‘enemigo’, ¿qué papel juega Argelia en este conflicto?
R: “El objetivo está claro: la intención es levantar nuevas fronteras en el Magreb además de las ya existentes y cerradas; y que dentro de esas soñadas fronteras de diseño, se haga con el poder el movimiento armado monocolor, de pensamiento único, el Frente Polisario, doblegando al millón de ciudadanos del Territorio y permitir a Argelia una salida al Océano Atlántico”.
 
P: Y ya por último, ¿qué propone usted a la ONU, para “reconducir” el espinoso asunto del Sáhara?
R: “En mi opinión, es determinante, como cuestión previa, saber y determinar ¿qué entendemos por saharauis? y ¿quién es el saharaui? Son en definitiva, cuestiones previas que la ONU debería haber empezado por ellas, y no perderse por las dunas del Sáhara, caminando en falso hacia espejismos, confundiendo el camino hasta la justa y duradera solución. No hay más que un camino y es el único: el camino de un proceso integrador ascendiente. No el otro, al que se refiere Ortega y Gasset en ‘España invertebrada’. Porque un proceso desintegrador descendiente en Marruecos, no solo desembocaría en un Magreb más invertebrado de lo que es, sino que puede afectar a países incluida la propia Argelia. El efecto dominó o la onda expansiva, en un mundo globalizado, puede alcanzar incluso países europeos”.
 
(*) Es un Tratado que sigue en vigor, al no ser denunciado por ninguna de las partes, al igual que el resto de los convenios firmados por Marruecos en el siglo XIX; por ejemplo, el de 1860 con España y el de Madrid de 1880.