Brasil en recesión, ¿contagio a América Latina?

Servicio de Estudios de 'la Caixa'/CapitalMadrid.com

Pie de foto: La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. en graves problemas  políticos. Bolivia y Paraguay son los más expuestos al shock de Brasil

La gravedad de la recesión brasileña ha tomado por sorpresa a propios y extraños: tras caer un 0,7% intertrimestral en el 1T, el PIB se desplomó un pronunciado 1,9% en el 2T. Las causas de este mal rendimiento se exploran en un Focus reciente: Brasil se enfrenta al reto de corregir unos importantes desequilibrios macroeconómicos en un contexto de caída de la actividad y de dificultades para implementar la política económica.

Aquí nos cen­tra­remos en ana­lizar el po­sible im­pacto eco­nó­mico en América Latina del shock de su pri­mera eco­no­mía, equi­va­lente al 37% del PIB re­gio­nal.

Un primer canal fun­da­mental de con­tagio es el co­mer­cial. Así, los países más ex­puestos son los que tienen un nivel más ele­vado de ex­por­ta­ciones de bienes a Brasil: Paraguay, Bolivia, Argentina y Uruguay, que di­rigen entre un quinto y un tercio del total de sus ex­por­ta­ciones al gi­gante sud­ame­ri­cano. No obs­tante, para tener una apre­cia­ción más ajus­tada del im­pacto eco­nó­mico deben re­la­cio­narse las ex­por­ta­ciones con el ta­maño eco­nó­mico. Aquí cabe dis­tin­guir entre la si­tua­ción más vul­ne­rable de Bolivia y Paraguay (cuyas ex­por­ta­ciones re­pre­sen­tan, res­pec­ti­va­mente, el 11,7% y el 9,7% del PIB na­cio­nal) de la de Uruguay (3,3% del PIB) y Argentina (2,6% del PIB).

Por tanto, Bolivia y Paraguay son los más ex­puestos al shock de Brasil. ¿Puede, no obs­tante, ma­ti­zarse el riesgo en fun­ción del tipo de mer­cancía que se in­ter­cam­bia? Efectivamente, ya que ambos países están en si­tua­ciones dis­tin­tas: mien­tras que Bolivia ex­porta gas na­tural y pe­tró­leo, pro­ductos cuya de­manda, aunque par­cial­mente inelás­tica, caerá ante el re­tro­ceso bra­si­leño del con­sumo y la in­ver­sión, Paraguay es un ex­por­tador de ma­te­rias primas agrí­colas que, en prin­ci­pio, son bienes de pri­mera ne­ce­sidad y, ade­más, pueden ser re­co­lo­cadas in­ter­na­cio­nal­mente con mayor fa­ci­lidad (aunque, en el ac­tual con­texto de caída global de la de­manda de ma­te­rias pri­mas, este úl­timo factor que­dará ma­ti­za­do). En re­su­men, el ba­lance de riesgos co­mer­ciales es más preo­cu­pante en el caso de Bolivia (por la in­ten­sidad co­mer­cial y la com­po­si­ción de los in­ter­cam­bios) pero algo menos en Paraguay (el nivel de in­ter­cam­bios se com­pensa, en parte, por la com­po­si­ción).

Un se­gundo canal de con­tagio po­ten­cial es el fi­nan­ciero. En cuanto a las in­ver­siones de América Latina que re­cibe Brasil, el stock de in­ver­sión ex­tran­jera di­recta de Uruguay equi­vale a un 7,9% del PIB uru­guayo, el de Chile a un 3,5% de su PIB na­cional y el de México a un 1,1% del suyo. Por otra parte, las in­ver­siones de em­presas bra­si­leñas re­pre­sen­taban en 2013 un stock equi­va­lente al 5,2% del PIB en Uruguay, al 2,2% del PIB en Paraguay y al 1,6% en el Perú, mien­tras que los res­tantes países de la re­gión están mucho menos ex­pues­tos. En de­fi­ni­tiva, po­demos con­cluir que la re­ce­sión bra­si­leña de­bería te­ner, en el con­junto de América Latina, un efecto que po­dríamos ca­li­ficar de es­caso a me­dio. Es el re­sul­tado de un te­rri­torio re­la­ti­va­mente poco in­te­grado y cuyos dos mo­tores cen­trales (Brasil y México) están es­ca­sa­mente re­la­cio­nados entre sí.

Con todo, cuando a la re­ce­sión bra­si­leña se le suma el hecho de que está te­niendo lugar en el con­texto de un se­gundo shock (el de las ma­te­rias pri­mas) y de un en­du­re­ci­miento de las con­di­ciones de fi­nan­cia­ción, la va­lo­ra­ción debe teñirse de pru­den­cia. Además, cabe apuntar que, aunque los ca­nales eco­nó­micos (y los fi­nan­cieros más vin­cu­lados a la di­ná­mica eco­nó­mica) son re­la­ti­va­mente re­du­cidos y se cir­cuns­criben a pocos paí­ses, otras vías de con­tagio pueden en­trañar un mayor riesgo. En par­ti­cu­lar, si los in­ver­sores in­ter­na­cio­nales des­hi­cieran sus po­si­ciones in­ver­soras en Brasil (una reac­ción ra­zo­na­ble, en el sen­tido de que res­ponde a las peores pers­pec­tivas del país), se po­dría ge­nerar una res­puesta si­mi­lar, en parte irra­cio­nal, en otras eco­no­mías.

¿Disponemos de al­guna apro­xi­ma­ción cuan­ti­ta­tiva del po­sible efecto total de los dis­tintos ca­nales men­cio­na­dos? Según un es­tudio re­ciente del FMI que evalúa la in­ten­sidad con la que se trans­miten los shocks de Brasil a la re­gión, el im­pacto con­junto sería par­ti­cu­lar­mente in­tenso en Paraguay (cada caída de 1 p. p. del PIB bra­si­leño re­duce el PIB pa­ra­guayo en 0,9 p. p.) y mar­ca­da­mente más re­du­cido, aunque to­davía apre­cia­ble, en Argentina, Bolivia y Uruguay (del orden de 0,25 p. p.).