Israel mantiene operaciones selectivas en el Líbano a pesar del alto el fuego con Hezbolá
Israel sigue llevando acabo operaciones militares selectivas en el Líbano a pesar del alto el fuego instaurado entre el Ejército israelí y la milicia armada chií de Hezbolá.
Los ataques forman parte de lo que se denomina “operaciones especiales y específicas” dentro del territorio libanés.
Un ataque con un dron israelí mató el jueves a un hombre identificado por el Ejército israelí como Muhammad Jamal Murad, un comandante de artillería de Hezbolá en el sector costero.
El martes, un ataque con aviones no tripulados alcanzó un coche en un pueblo cercano, matando a otro hombre que, según el Ejército israelí, estaba involucrado en el "desarrollo de las capacidades de artillería de Hezbolá".
Otras tres personas, incluido un miembro palestino de Hamás aliado con Hezbolá, murieron en un ataque separado en el norte del Líbano ese mismo día.
Insatisfecho con el ritmo de desarme de Hezbolá por parte de las autoridades, Israel parece decidido a atacar al grupo militante respaldado por Irán en un enfrentamiento a largo plazo, dicen los analistas.
David Schenker, exsecretario de Estado adjunto para Asuntos del Cercano Oriente y actual miembro del Washington Institute, ha señalado que “sin duda, Israel persistirá con sus ataques aéreos, ahora rutinarios, contra objetivos de Hezbolá” en el Líbano.
“De hecho, dada la aversión de larga data del Gobierno libanés a enfrentarse al grupo, la acción militar israelí podría ser el escenario preferido de Beirut”, añadió.
El alto el fuego del 27 de noviembre buscó poner fin a más de un año de hostilidades con Hezbolá.
Según sus términos, Hezbolá retiraría a sus combatientes al norte del río Litani, a unos 30 kilómetros de la frontera israelí, dejando al Ejército libanés y a las fuerzas de paz de las Naciones Unidas como las únicas partes armadas en la región.
Israel tuvo que retirar completamente sus tropas del país, pero las ha mantenido en cinco lugares que considera estratégicos.
El miércoles, el Ejército israelí dijo que sus tropas entraron al Líbano para desmantelar la infraestructura de Hezbolá cerca de la frontera israelí, con el fin de “impedir que Hezbolá se restablezca en la zona”.
En un discurso pronunciado la semana pasada, el líder de Hezbolá, Naim Qassem, se resistió a cualquier discusión sobre el desarme.
Declaró: “Las amenazas nunca nos obligarán a la sumisión. No somos nosotros quienes debemos ceder; es la agresión israelí la que debe terminar. No nos pidan que depongamos las armas”.
Dijo que Israel debe primero retirarse del territorio ocupado, poner fin a sus ataques aéreos, liberar a los prisioneros y permitir el inicio de la reconstrucción. Solo entonces, añadió, Hezbolá estaría preparado para una “segunda fase”: un debate sobre seguridad nacional y un diálogo sobre estrategia de defensa.
Pero para el grupo, un diálogo sobre defensa nacional no implica la aceptación del desarme.
Los analistas dicen que el grupo no siente la necesidad de planear renunciar a sus armas, que considera esenciales no sólo para enfrentar a Israel sino también para mantener su influencia en el Líbano.
Mientras tanto, Israel no parece compartir el entusiasmo del enviado estadounidense Thomas Barrack, quien dijo el lunes que estaba “increíblemente satisfecho” con la respuesta del Líbano a una propuesta estadounidense sobre el desarme de Hezbolá, tras las reuniones en Beirut.
La propuesta de Barrack, entregada a los funcionarios libaneses durante su última visita el 19 de junio, vería a Hezbolá completamente desarmado dentro de cuatro meses a cambio de que Israel detenga los ataques aéreos y retire las tropas de los puestos en el sur del Líbano que aún ocupan luego de una guerra el año pasado.
El grupo ya ha entregado algunas armas y se ha retirado de las zonas del sur en virtud de un alto el fuego acordado el año pasado. Sin embargo, las autoridades se han mostrado reacias a presionar a Hezbolá para que se desarme al norte del Litani.
Hezbolá está tratando de reagruparse después de que Israel aplastara a su liderazgo en una campaña de bombardeos el año pasado, uno de los muchos frentes en los que ha infligido severos golpes contra Irán y sus aliados desde el comienzo de la guerra en Gaza en 2023.
“Mientras Hezbolá conserve una capacidad militar residual, la política libanesa no reflejará la nueva realidad de la posguerra y la soberanía seguirá siendo esquiva”, afirmó Schenker.
Las naciones occidentales llevan mucho tiempo argumentando que los cambios en la región podrían brindar al Líbano la oportunidad de fortalecer las instituciones estatales, que han permanecido débiles durante décadas a la sombra de poderosos grupos sectarios.
Pero Occidente y los países del Golfo Árabe se sienten ahora más alentados por los acontecimientos en Siria que por los del Líbano.
Barrack dijo que los cambios regionales proporcionaban una oportunidad para el Líbano, y destacó que el nuevo Gobierno de Siria, que tomó el poder el año pasado después de la caída del aliado iraní Bashar Al-Assad, ahora estaba abriendo un diálogo con Israel.
“El diálogo entre Siria e Israel ha comenzado, al igual que el Líbano necesita reinventarlo”, dijo. “Si no quieren un cambio, no hay problema. El resto de la región avanza a toda velocidad y se quedarán atrás”.