Salvar al presidente Sánchez del 5 % de la OTAN
- Sin periodistas presentes y sin preguntas
- Los diplomáticos y militares que han tenido que dar la cara
Por más que lo repitan y repitan los ministros, tertulianos y medios de comunicación afines a lo que se diga y desdiga en el argumentario diario de la Moncloa, la OTAN no ha eximido a Pedro Sánchez por su cara bonita de alcanzar el 5 por ciento en defensa y seguridad para 2035.
Lo que ha admitido el secretario general de la Alianza Atlántica, el holandés Mark Rutte, de común acuerdo con los 31 socios aliados, es conceder a España una especie de prórroga hasta 2029. A cambio, asegura el presidente Sánchez en su carta del 19 de junio, su Gobierno de coalición “dedicará un gasto del 2,1 por ciento que, según las estimaciones de nuestras Fuerzas Armadas ‒se escuda Sánchez‒ es una inversión suficiente para adquirir y mantener todo el personal, el equipo y las infraestructuras solicitadas por la Alianza”, alega el presidente.
Así cabría entender la carta de respuesta fechada el domingo, 22 de junio, de Mark Rutte a la misiva que en idéntico formato le envió cuatro días antes el presidente Sánchez. El político al frente de la Alianza le confirma al español que “la OTAN otorgará a España la flexibilidad necesaria para determinar su propia trayectoria soberana”, tal y como solicita Pedro Sánchez.
Una “trayectoria soberana” con la que, dedicando hasta el 2,1 por ciento del PIB, España “debe alcanzar el Objetivo de Capacidades al que se ha comprometido en la reunión de ministros de Defensa del 5 de junio y los recursos anuales necesarios como porcentaje del PIB, así como para presentar sus propios planes anuales”.
Pero lo más prudente será esperar hasta el 25 de junio, jornada clave de la cumbre en que los jefes de Estado o de Gobierno de las 32 naciones aliadas darán su definitivo visto bueno al comunicado final de la OTAN, una vez que en su reunión anual en La Haya (Países Bajos) han protagonizado y captado la atención mundial y han trazado sus inversiones en defensa para los siguientes diez años.
Sin periodistas presentes y sin preguntas
Pues sí. Habrá que esperar algo más de 48 horas porque el presidente Sánchez, en su comparecencia “urgente” ‒como él mismo la ha calificado‒ en la sala de prensa vacía del palacio de la Moncloa ha anunciado a bombo y platillo que “España ha logrado un acuerdo histórico con la OTAN”. “Un éxito ‒ha dicho‒ porque permitirá a España seguir siendo un actor global de primer orden, no sólo en el ámbito de la defensa y la seguridad, sino también en el ámbito económico y multilateral”.
Con los periodistas convocados por videoconferencia para escuchar la declaración institucional presidencial sin posibilidad de formular ninguna pregunta, Pedro Sánchez se ha vanagloriado de que España va a seguir siendo un “miembro clave de la Alianza” y que va a contribuir de forma proporcional a sus capacidades, “sin tener que aumentar su gasto en defensa, ni alcanzar el 5 % del PIB”. El resto de socios de la OTAN sí, es decir 31 naciones, pero España no…
Los negociadores de la Alianza presentaron el pasado domingo un borrador final de acuerdo, para aumentar el gasto militar directo hasta el 3,5 por ciento del PIB y el gasto general en seguridad hasta el 1,5 por ciento. Según fuentes diplomáticas consultadas, el documento consensuado por el equipo de Rutte se consideraba “aceptado” si no se presentaban observaciones antes de las 11:30 horas del domingo, 22 de junio, como así ha ocurrido.
Siguiendo las directrices del presidente Sánchez cursadas por el jefe del gabinete de Presidencia, Diego Rubio, el relevo del actual ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, Óscar López, políticos, diplomáticos y altos mandos militares españoles acreditados ante la OTAN han tenido que desplegar sus habilidades para obtener una exención temporal del 5 por ciento. Una especie de indulto que pocos años después va a suponer un notable sobre esfuerzo para el equipo de Gobierno que, más pronto o más tarde, sustituya al de coalición que encabeza el autocalificado capitán Sánchez.
Además del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, el peso principal del esfuerzo negociador ha recaído en dos diplomáticos. El secretario de Estado de Asuntos Exteriores y Globales desde diciembre de 2023, Diego Martínez Belío, que antes fue el director del gabinete del propio Albares. Y, por supuesto, en el representante permanente de España ante la Alianza desde octubre de 2022, el embajador Federico Torres.
Los diplomáticos y militares que han tenido que dar la cara
También ha tenido un papel protagonista el secretario general de Política de Defensa, el almirante Juan Francisco Martínez Núñez, el hombre que asesora a la ministra Margarita Robles desde que la magistrada asumió en junio de 2018 la cartera de Defensa. Es quien la acompaña a todas las reuniones de la OTAN, por tratarse del responsable de las relaciones bilaterales con otros Estados y con las organizaciones internacionales de seguridad y defensa.
En relación con la cumbre de La Haya, el almirante Martínez Núñez ha descargado gran parte de sus cometidos en el director general de Política de Defensa, teniente general del Ejército Fernando López del Pozo, que desde junio de 2021 es el responsable de planificar y desarrollar la política de defensa.
También ha ejercido un papel de primer orden el jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), el almirante Teodoro López Calderón. Con él, su representante en Bruselas ante el Comité Militar de la OTAN desde septiembre pasado, el almirante José María Núñez Torrente. Entre las principales funciones del último citado también están las de velar por los intereses de España ante el citado Comité e informar al JEMAD sobre las decisiones adoptadas.
No ha podido faltar la intervención en el campo de sus actividades del órgano de asesoramiento del presidente en materia de seguridad nacional, el Departamento de Seguridad Nacional, cuya la directora desde noviembre de 2023 es la general del Aire Loreto Gutiérrez.
Entre todos ellos, de un modo u otro, espoleados desde la Moncloa, unos y otros han intentado movilizar a sus homólogos, para que los algunos mandatarios aliados aceptaran alinearse con España en su rechazo al 5 por ciento propugnado por Mark Rutte. Para Alemania, el Reino Unido, Francia e Italia, con un PIB muy superior al de España, el 3,5 más el 1,5 por ciento les supone un desembolso muy elevado. Pero, salvo sorpresas de última hora, ninguna nación se ha sumado al rechazo de Sánchez.
Todas las gestiones diplomáticas para sumar adeptos a la causa de Sánchez han pinchado en hueso, porque la influencia del jefe de Gobierno español entre sus homónimos europeos es prácticamente nula. Así es que todos los esfuerzos diplomáticos practicados por el entorno directo de Albares y Robles para alinear a terceros países con la postura de España han sido infructuosos. El miércoles, 25 de junio, se conocerá la realidad de lo que los 32 socios de la OTAN han consensuado y como queda el papel de España.