Sánchez asume a regañadientes el menú del 5 % que la OTAN va a servir en su cumbre de junio en La Haya
El presidente Pedro Sánchez ya ha dado su brazo a torcer y ha transigido en que España dedique el 5 % de su PIB a defensa para mediados de la década de 2035, tal y como la Administración Trump ha trasladado a sus aliados de la Alianza Atlántica a través del secretario general de la organización, el neerlandés Mark Rutte.
Aunque todavía no es público ni oficial, el hecho que los ministros del Gobierno de coalición de Sanchez estén dispuestos a claudicar ante el 5 por ciento, unos con semblantes serios, otros con rostros sonrientes, pero en los dos casos de mala gana, será una especie de colofón a la tantas veces reiterada frase en boca de la ministra de Defensa, la magistrada Margarita Robles, de que “España es un aliado serio, fiable y comprometido de la OTAN”.
El presidente del Gobierno de España ya ha dado su consentimiento formal al sustancial incremento que se escenificará en la segunda mitad de junio, al igual que lo han hecho el recién nombrado canciller de Alemania, Friedrich Merz; el presidente de Francia, Emmanuel Macron; la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni; el nuevo líder político de Canadá, Mark Carney y la otra veintena de socios europeos de la OTAN.
Es la exigencia de Donald Trump, que ha hecho suya Mark Rutte, y que ya obra en poder de los 32 jefes de Estado y de Gobierno de las naciones miembros de la Alianza. Todos ellos ya han confirmado que van a refrendar la subida hasta el 5 por ciento en la cumbre que la organización defensiva tiene programada para el próximo 25 de junio en La Haya, la ciudad sede de la Monarquía y del Gobierno de los Países Bajos.
A poco más de veinte días de la citada reunión semestral de la OTAN al más alto nivel, los representantes permanentes de las naciones aliadas, tanto de pequeñas economías como Estonia, Lituania y Letonia como de grandes, Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido, han seguido las instrucciones de sus respectivas capitales y han acordado que “dedicar el 2 por ciento del PIB para defensa ya no es suficiente”.
La fórmula mágica de Rutte
Mark Rutte, su adjunta ‒la exministra de Defensa de Macedonia del Norte, Radmila Shekerinska‒ y el presidente del Comité Militar, el almirante italiano Giuseppe Cavo Dragone, se han reunido en los últimos tres meses con el embajador español en la OTAN, Federico Torres, y con todos los representantes de los Estados miembros. El resultado es que el secretario general ha consensuado y redactado varias propuestas “muy ambiciosas” que, “en sus grandes parámetros, ya han obtenido el visto bueno de las 32 naciones… aunque en algunos casos a regañadientes”, como sería el caso de España.
Para resolver el controvertido asunto de que todos los aliados puedan alcanzar la meta del 5 por ciento, Rutte ha puesto sobre la mesa una “fórmula mágica”, como la califica un alto funcionario de la Alianza que desea permanecer en el anonimato. El previsto horizonte temporal para lograrlo se ha situado “en un plazo máximo de diez años”, es decir, en 2035 y no en el año 2032, como inicialmente se planteaba y se descartó de inmediato.
El primer y principal componente de la formula Rutte se llama “Nuevo Plan de Gastos de Defensa y se asienta sobre dos pilares”, aseguran en la sede central de la OTAN. A partir de la cumbre de la Haya, la exigencia de consignar a los gastos de defensa el 2 por ciento del PIB acordado en la cumbre de Cardiff (Reino Unido) de septiembre de 2014 se eleva para cada nación hasta el 3,5, que se deberá emplear en lo que la Alianza denomina “defensa dura” o “hard defense”.
“Llegar al 3,5 por ciento es la prioridad”, afirman en el cuartel general de la Alianza en Bruselas, y el mecanismo que lo va a permitir es ejecutar el estricto proceso de planeamiento de defensa de la OTAN. Altos funcionarios de la organización confirman que el Gobierno de Pedro Sanchez “ya se ha comprometido en alcanzar ese 3,5 %, al igual que ya han hecho el resto de los países de la OTAN”.
En su visita a Noruega de mediados de mayo, Mark Rutte ha subrayado que “no se trata de gastar más el mero hecho de gastar más. Lo hacemos porque tenemos que desarrollar las capacidades que, colectivamente como OTAN, necesitamos para garantizar nuestra seguridad hoy y dentro de tres, cinco o siete años”. El político que el pasado octubre tomó las riendas de la organización recalca una y otra vez que “Rusia se está reconstruyendo de manera activa” y que aumentar los presupuestos de defensa también es el modo de “reequilibrar la anunciada progresiva reducción de la presencia militar de Estados Unidos en Europa”.
La industria de defensa va a ser la principal beneficiaria del 5 %
El segundo plato del menú principal que el secretario general va a servir caliente en la mesa de La Haya es un plus del 1,5 por ciento al 3,5, con lo que se alcanza el 5 por ciento demandado por Washington. “Vamos a invertir más en el gasto básico de defensa, pero también en el gasto relacionado con la defensa”, resume Rutte. Este segundo tramo está concebido para afrontar inversiones en infraestructuras, para mejorar la movilidad militar, luchar contra las amenazas hibridas y ciber, así como para hacer realidad un sustancial refuerzo de los aspectos relacionados con la resiliencia militar.
En el cuartel general de la OTAN insisten en que el saco del 1,5 no es un mero cajón de sastre en el que todo vale. Los técnicos civiles y militares de la Alianza trabajan contra reloj en describir los criterios que se podrán incluir para consolidar la protección y la defensa de cada país aliado. Desde Bruselas señalan que en La Haya esperan un acuerdo “bastante genérico, que después de la cumbre se definirá con mayor detalle”, aunque un aspecto en el que hay acuerdo es que en ese paquete se van a incluir las medidas de apoyo y ayuda a Ucrania.
La segunda gran propuesta del secretario general a la que está previsto dar luz verde en la histórica ciudad bañada por el Mar del Norte es “dar pasos firmes para tener una industria de defensa transatlántica fuerte, en la que haya sitio para todos, europeos, canadienses y estadounidenses”. Desde la Alianza destacan que en la cumbre del 25 de junio “vamos a estar cogidos de la mano con la Unión Europea para que la industria de defensa sea la principal beneficiaria del 5 por ciento”.
Desde uno y otro lado aseguran que mantienen reuniones “semanales” para que las naciones OTAN que no pertenecen a la UE puedan utilizar los nuevos mecanismos de financiación sacados a flote por Bruselas. Ya lo han conseguido Noruega y en fechas recientes el Reino Unido, mientras que Estados Unidos, Canadá, Turquía y países asociados del Indo-Pacifico reclaman superar las limitaciones que impone el Plan Rearmar Europa y tener acceso a las ayudas económicas impulsadas por la presidenta de la Comisión, Úrsula von del Leyen, la vicepresidenta Kaja Kallas y el Comisario de Defensa y Espacio, Andrius Kubilius.
De lo que se trata, dicen desde la OTAN, es de poner en marcha una “sólida demanda agregada” que produzca capacidades “innovadoras”, con “proyectos multinacionales a largo plazo, para que el sector industrial de la defensa sepa lo que tiene que hacer en los siguientes 8 a 10 años”. Pero desde el cuartel general de la Alianza puntualizan que “son ellos los que definen los estándares en materia de capacidades militares y quienes dicen qué es lo que la industria debe desarrollar”.
Como primer gran paso, desde la OTAN y la UE anticipan que en los actos paralelos que van a tener lugar en La Haya con motivo de la cumbre, se van a suscribir importantes paquetes de contratos entre industrias de defensa de Europa, América del Norte y del Indo-Pacifico. Será a título de demostración, para dejar claro que la fórmula 3,5 + 1,5 echa a andar y acompaña y es solidaria con la nueva era que Rutte quiere imprimir a la Alianza Atlántica.
