La guerra en Ucrania está cambiando todo el paradigma en términos de seguridad. La OTAN, esa Organización que parecía obsoleta y algo deteriorada en el ámbito internacional, ahora, con el desarrollo de un conflicto en suelo europeo ha comenzado a cobrar una importancia mayúscula.
Tanto es así, que dos nuevos países quieren formar parte de la Organización. Suecia y Finlandia ya no quieren quedarse fuera de lo que supone ser miembro de la OTAN y, por ello, hace tan solo semanas presentaron su disposición formal de integrarse. La OTAN está conforme con ello. Todos menos un miembro. Turquía se ha opuesto a su entrada, a no ser que los países miembros tomen partido en un conflicto que para Ankara es clave: eliminar a los kurdos de sus fronteras con Siria y con Irak.

Así, Turquía está haciendo uso de su posición privilegiada como país decisivo para que Suecia y Finlandia pasen a formar parte de la OTAN tratando de presionar a los países miembros para que tomen partido en la lucha abierta que Ankara mantiene con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Una lucha histórica que ahora comienza un nuevo capítulo en este conflicto.
Erdogan argumenta que Finlandia y Suecia han sido -y siguen siendo países- que ofrecen refugio “seguro” a los partidarios del PKK, una condición que Turquía no quiere pasar por alto. De esta forma, los países de la OTAN están contra las cuerdas ya que, para que tanto el país finés como el sueco puedan formar parte de la Organización, necesitan la luz verde de Turquía debido a que la OTAN establece que para que un nuevo miembro pueda ingresar en la Organización se tenga que dar el “si” de forma unánime.
El presidente turco es claro. Ya ha trazado el plan militar para “liberar” la zona del Kurdistán sirio y ahora lo que quiere es contar con el respaldo de la OTAN. En esta lucha contra los kurdos, también estarían incluidos los miembros de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una mezcla de integrantes árabes y kurdos, liderados por estos últimos, que protagonizaron la lucha contra el Daesh en el contexto de la guerra civil siria. Las FDS contaron con el respaldo de Estados Unidos en esta lucha, por lo que desde Washington se niegan a brindar este apoyo al nuevo plan militar planteado por Ankara, al menos por el momento.

En esta situación, el exdiplomático turco, Sinan Ulgen, declaró a Newsweek que, debido a que Estados Unidos depende de Turquía para seguir manteniendo la línea de la OTAN respecto al conflicto ruso-ucraniano, es probable “que su oposición a la incursión planeada sea silenciada”.
Opinó, además, que, “quizás el cálculo del lado de Ankara es que Occidente necesita que Turquía esté a bordo con la ampliación de la OTAN” por lo que “en un momento crítico como este, habrá menos críticas a la operación transfronteriza de Turquía”.
Sin embargo, argumentó que esta situación “ha puesto a Turquía y a Estados Unidos en curso de colisión”. Asimismo, Ulgen hizo mención a las tropas rusas que se encontraban operando dentro de “un cordón sanitario” que consiguió establecerse como una “zona de seguridad” a lo largo de esta frontera. Rusia, sin embargo, no se ha posicionado a favor de Turquía ya que ve al Gobierno de Al-Asad como legítimo y considera que las ofensivas que Ankara tiene planeadas son “una fuerza de ocupación ilegítima”, siguiendo la misma postura que Estados Unidos.

Aun así, Ulgen opina que existe un cálculo por parte de Ankara “de que Rusia ya no se opondrá a tal intervención” y no querrá oponerse “porque ahora también necesita retener a Turquía como socio diplomático en Ucrania”.
La única referencia que ha hecho Moscú al respecto ha sido a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, quien ha instado a Turquía a “mantener la calma”, haciendo énfasis en dos principales aspectos: el primero, que Rusia “entiende” los intereses que mantiene Turquía en términos de seguridad y el segundo que condena “las tendencias separatistas en el norte de Siria”, por lo que se ha dirigido a los kurdos para que abandonen “las ilusiones de protección estadounidenses” y adopten una política “pragmática” que consiga alcanzar sus intereses a través de “canales de diálogo” con Damasco.
Esta operación sería la cuarta gran intervención del país turco en Siria, después de la Operación Escudo del Éufrates en el año 2016, seguidas de la Operación Rama de Olivo en 2018 y la Operación Primavera de Paz del año 2019.

En este contexto, Washington ha querido advertir sobre las consecuencias que acarrearían una nueva intervención. Así, el asesor del consejo de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, reiteró en la importancia de “abstenerse de una escalada en Siria para preservar las líneas de alto el fuego existente y evitar una mayor desestabilización”. Insistió, además, en continuar con “el diálogo y la diplomacia para resolver cualquier problema”.
Asimismo, expresó su apoyo a “las continuas conversaciones directas de Turquía con Suecia y Finlandia para resolver las preocupaciones sobre sus solicitudes de ingreso en la OTAN, que Estados Unidos apoya firmemente”.
A pesar de esto, Estados Unidos también considera al PKK como grupo terrorista, pero se muestran más preocupados por una nueva proliferación del Daesh en la región. De esta forma, el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, declaró que “es crucial que todas las partes mantengan y respeten las zonas de alto el fuego, principalmente para mejorar la estabilidad en Siria y trabajar hacia una solución política al conflicto”.

Del mismo modo, subrayó que “cualquier esfuerzo por hacer lo contrario podría ser contraproducente para nuestros objetivos de poner fin al conflicto más amplio en Siria”, además de al “tremendo progreso que hemos logrado juntos, incluso con nuestros socios kurdos, en el esfuerzo contra el Daesh, que ha dado pasos muy importantes en los últimos años”.
Es por esta razón por la que, de darse una respuesta desde Washington, esta sea una negativa o bien el silencio. El hecho de brindar este apoyo a Turquía puede dificultar el proceso de ingreso de Suecia y Finlandia a la OTAN.

El origen del Partido del Kurdistán de los Trabajadores se remonta al año 1978, cuando se formó en Turquía con el objetivo de luchar por la independencia del Kurdistán y crear un estado independiente, socialista y unificado. Su fundador, Abdullah Ocalan, se encuentra encarcelado, cumpliendo cadena perpetua, desde el año 1999, fecha en la que pidió a sus militantes cesar la lucha armada y acabar con esa idea de conseguir un Kurdistán independiente para luchar por conseguir la paz y lograr cierta autonomía que permita a los kurdos asentados en Turquía, Siria, Irak e Irán establecer redes de cooperación y de organización horizontal, en línea de su ideología marxista-leninista.
La detención de Ocalan marcó una nueva etapa en la historia del partido. El PKK dio paso a la acción política y a la creación de dos partidos políticos que consiguieron dar el salto en el Parlamento turco. El primero, el Partido Democrático y por la Paz (BDP), que actualmente se encuentra extinto, llegó a alcanzar 29 escaños en el año 2011. Posteriormente se creó el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), con presencia en el Parlamento, al igual que su anterior filial. En el año 2015 este consiguió arrebatar la mayoría absoluta a Erdogan.

Al igual que para Estados Unidos, para Turquía el PKK es una organización terrorista que habría que eliminar. Por ello, las operaciones militares que Ankara ha librado contra ellos han sido incesantes. Sin embargo, estos ataques también han ido en contra de las Unidades de Protección civil (YPG), las Unidades de Protección Femeninas (YPJ) y contra civiles.
Para estas dos unidades, Turquía ha protagonizado incesantes violaciones contra los derechos humanos a los civiles asentados. Tan solo en el Kurdistán iraquí se estima que 50.000 y 180.000 kurdos fueron asesinados, por lo que reclaman justicia e instan, por encima de todo, a la comunidad internacional respaldo, ecuanimidad y reconocimiento.