El incierto futuro de las reformas fiscales de la OCDE: tensiones entre Trump y la Unión Europea

En el plano internacional, aún está por definirse si la OCDE conseguirá preservar su liderazgo y acabar de concretar las reformas propuestas
<p>La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, habla con los medios tras la reunión mensual de política monetaria del Consejo de Gobierno en Fráncfort - REUTERS/ JANA RODENBUSCSCH</p>
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, habla con los medios tras la reunión mensual de política monetaria del Consejo de Gobierno en Fráncfort - REUTERS/ JANA RODENBUSCSCH
  1. ¿Qué son los Pilares Uno y Dos?
  2. La postura de Trump
  3. Los Pilares en distintas regiones y países
  4. Un llamado a la negociación y la cooperación
  5. Consecuencias del retiro estadounidense

La fiscalidad internacional atraviesa actualmente una etapa de grandes transformaciones. En el centro de este proceso está la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que ha impulsado reformas clave para combatir la erosión de las bases imponibles (el importe sobre el que se calculan los impuestos y las retenciones) y garantizar que los beneficios sean gravados allí donde se generan y producen valor.

En este marco, en 2021 se presentaron las propuestas conocidas como Pilar Uno y Pilar Dos. Sin embargo, su futuro es ahora incierto tras el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.

¿Qué son los Pilares Uno y Dos?

El Pilar Uno busca abordar los desafíos fiscales derivados de la digitalización de la economía, reasignando los beneficios de las grandes empresas digitales (como Amazon o Google) a las jurisdicciones donde sus modelos de negocio generan valor económico, aunque no exista presencia física. Para ello, se planteó un tratado multilateral que sustituyese los diversos impuestos digitales unilaterales adoptados en distintos países (como en España).

El Pilar Dos, por su parte, busca reducir la competencia fiscal perjudicial entre países y frenar la erosión de la base imponible estableciendo un impuesto mínimo global del 15 % a grandes empresas multinacionales (con ingresos iguales o superiores a 750 millones de euros). Su implementación se articula mediante un conjunto de normas interrelacionadas (“Reglas GloBE”) que garantizan un mínimo del 15 % de imposición en cada jurisdicción en la que operen, evitando prácticas de evasión fiscal y niveles de tributación por debajo de dicho umbral.

Ambas iniciativas implican nuevas obligaciones contables, de reporte y capacidad técnica por parte de los Estados. Pese a los desafíos administrativos, la OCDE sostiene que los países que apliquen estas reglas verán fortalecida su recaudación fiscal y sus sistemas tributarios.

La postura de Trump

El entusiasmo inicial por estas reformas se ha visto drásticamente afectado con el retorno de Trump a la presidencia de Estados Unidos. El mismo 20 de enero de 2025, en su primer día de mandato, la Casa Blanca declaró inválidos los compromisos adquiridos por la administración anterior en relación a los dos pilares.

Según el memorando oficial de la Casa Blanca, estas reglas permiten la jurisdicción extraterritorial sobre ingresos estadounidenses, a la vez que limitan la capacidad del país de promulgar políticas fiscales que sirvan a los intereses de los negocios y trabajadores estadounidenses.

En paralelo, el Congreso norteamericano se encuentra trabajando en una propuesta de ley (Unfair Tax Prevention Act), que busca proteger al país de lo que percibe como medidas fiscales discriminatorias y extraterritoriales impulsadas desde el exterior. Aunque la ley aún no ha sido aprobada, ya genera preocupación por el impacto que podría tener a nivel global.

Los Pilares en distintas regiones y países

La retirada de Estados Unidos deja a las reformas de la OCDE en una situación de elevada incertidumbre. El Pilar Uno, que requiere de consenso multilateral, podría perder impulso. Así, los países podrían optar por imponer o ampliar impuestos digitales unilateralmente, lo que podría ocasionar una mayor fragmentación y renovadas tensiones a nivel global.

En cuanto al Pilar Dos, su efectividad podría verse comprometida. Si Estados Unidos no participa, otros países podrían retrasar o replantear su implementación. Esto podría incentivar la reducción de impuestos corporativos para atraer inversiones, debilitando el objetivo de frenar la competencia fiscal perjudicial y fomentando un escenario fragmentado, donde las multinacionales elijan jurisdicciones con regímenes más favorables.

No obstante, el Pilar Dos ha tenido un mayor éxito en Europa. La UE aprobó una directiva en 2022 y ha sido transpuesta en las legislaciones de sus miembros, incluyendo España. No obstante, el respaldo internacional es dispar. Ciertos países en vías de desarrollo, e incluso países como India y China, mantienen una postura escéptica, al margen del Pilar Dos.

Un llamado a la negociación y la cooperación

En este contexto se abren dos caminos:

  1. La posibilidad de un estancamiento de las reformas impulsadas por la OCDE.

  2. El inicio de una nueva etapa de redefinición de la fiscalidad internacional.

En este sentido, Naciones Unidas ha comenzado a ocupar un espacio cada vez más relevante y ya trabaja en una convención internacional orientada a construir un sistema más inclusivo, justo y representativo, especialmente para los países en desarrollo.

Consecuencias del retiro estadounidense

La retirada estadounidense tendrá consecuencias profundas en la cooperación fiscal internacional y plantea la necesidad de nuevos acuerdos, en particular con la UE. A pesar de las tensiones, tanto la UE como Estados Unidos tienen interés en mantener una relación económica estable, dado que Estados Unidos es el principal socio comercial europeo en exportaciones y el segundo en importaciones.

En definitiva, el desenlace de las tensiones entre Estados Unidos y la UE podría pasar por acuerdos graduales o adaptaciones específicas a la compleja normativa diseñada por la OCDE. Pero cualquier avance requerirá voluntad política, flexibilidad y un diálogo entre ambas potencias, que logre equilibrar los intereses económicos con el respeto a la soberanía fiscal de cada país.

En el plano internacional, aún está por definirse si la OCDE conseguirá preservar su liderazgo y acabar de concretar las reformas propuestas, o si este momento marcará el inicio de un traslado del debate hacia Naciones Unidas, que ya se perfila como una nueva arena para la negociación de un modelo más inclusivo y representativo de la fiscalidad internacional.The Conversation

Paloma García Córdoba, Profesora lectora en los Estudios de Derecho y Ciencia Política, UOC - Universitat Oberta de Catalunya

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.