Turquía exige la reforma del Consejo de Seguridad
No hay más que repasar la actualidad diaria para colegir que tanto la ONU como su Consejo de Seguridad se han convertido en instituciones que, aun cuando siguen intentando cumplir su misión original, se ven ninguneadas por las potencias que hoy se disputan el nuevo orden internacional.
El presidente turco, sin desautorizar expresamente a Naciones Unidas, pero reclamando su urgente reforma, lleva años exigiendo un puesto permanente en el Consejo de Seguridad, al que también deberían incorporarse Brasil, India y Sudáfrica, si se quiere reequilibrar el peso político, económico y geográfico del mundo.
Entre las acciones que a tal fin promueve Turquía en todo el mundo, está la organización de conferencias bajo el título genérico de “Un mundo más justo es posible”, tomado del libro del propio Erdogan publicado en 2021. Esta semana le ha tocado a Madrid albergar dicha conferencia, en la que el denominador común era precisamente apoyar esa reivindicación a la luz de las guerras y conflictos que ahora mismo amenazan la seguridad mundial. Guerras que, sea la provocada en Ucrania por la invasión rusa; la de Gaza y la que enfrenta a Irán e Israel no cuentan en ningún caso con la autorización de ese Consejo de Seguridad.
Inaugurada por la embajadora turca en Madrid, Nüket Küçükel Ezberci, ésta calificó de “cuestiones críticas” el multilateralismo y la reforma, por lo tanto, urgente, de las instituciones internacionales. Como factores que han propiciado situación tan alarmante, señaló a las crecientes tensiones geopolíticas, la inestabilidad económica, el racismo, la islamofobia y los discursos de odio. Y reafirmó la firme postura de Turquía en favor de una gobernanza global más justa, inclusiva y eficaz.
El correspondiente debate, bajo la coordinación de la profesora Gonca Oguz Gök, de la Universidad de Mármara, analizó las causas de la crisis global y sus posibles salidas. Lo abrió el vicedecano de IE School of Politics, Borja Santos, que ahondó en la naturaleza interconectada de las crisis globales y subrayó la necesidad de que el sistema de la ONU sea más innovador e inclusivo, resaltando el papel crucial que desempeña la sociedad civil al representar la voz de los individuos discriminados.
Iliana Olivié, del Real Instituto Elcano, destacó que la crisis climática, de seguridad y alimentaria están estructuralmente interrelacionadas. Calificó de inevitable la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, preconizando una reforma que debe priorizar no solo la representación, sino también la justicia y la igualdad. En la misma línea, José Miguel Calvillo, vicedecano de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense, abogó por una mayor independencia financiera de la ONU para que pueda funcionar de manera más eficaz.
Por su parte, Augusto López-Claros, presidente ejecutivo del Global Governance Forum, señaló que “las instituciones internacionales actuales fueron diseñadas para un mundo posterior a 1945”, pero que ya no pueden responder a las amenazas actuales como la crisis climática, la inestabilidad económica y los crecientes riesgos de seguridad. En cuanto a la necesaria reforma de la ONU, propuso la creación de un “Consejo del Sistema Mundial” y uno de Derechos Humanos con capacidades más sólidas.
Vicente Palacio, director del Observatorio de Política Exterior (OPEX) indicó que en el núcleo de la crisis de gobernanza global está el incumplimiento de la responsabilidad de proteger la democracia. Destacó el poder de los medios de comunicación para influir en la opinión pública internacional a través de su testimonio sobre las guerras, y abogó por la financiación de la diplomacia global, al tiempo que calificó de prometedora la actual cooperación hispano-turca en el uso de la inteligencia artificial en beneficio de la humanidad.
Cerró el panel el doctor Erman Akilli, de la Universidad Haci Bayman Veli de Ankara, que aludió al lema de Erdogan -“el mundo es más grande que cinco”- como advertencia importante para abordar el problema estructural en la representación y legitimidad de las Naciones Unidas. Explicó asimismo que el modelo de gobernanza que ha de construirse sea más justo y participativo e integre, por lo tanto, a los países que no forman parte del grupo de las grandes potencias en los procesos de toma de decisiones.
Intervino asimismo el expresidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, impulsor junto con el propio Erdogan de la Alianza de Civilizaciones hace ahora veinte años. Se lamentó de que “no se aprovecharan los años de mayor entusiasmo proeuropeo de Turquía para integrarla en la UE”, y defendió una limitación del gasto de la OTAN, esgrimiendo que “ya es más que suficiente que una organización que agrupa solo al 15 % de la población mundial acapare el 52 % del gasto mundial en Defensa”.
A su juicio, una mayor integración de Turquía en la UE podría haber prevenido conflictos como el que enfrenta a israelíes y palestinos en Gaza, y el de Ucrania y Rusia. Zapatero fijó en la cumbre de la OTAN en Bucarest de 2008 el momento en que se fraguó la invasión rusa de Ucrania, cuando el presidente norteamericano George Bush, “ante la sorpresa de todos los presentes, entre los que me encontraba, decretó que Kiev sería miembro de la OTAN”.
Una intervención, la de Zapatero, que en vísperas de la cumbre de La Haya, y el desmarque de Pedro Sánchez del consenso para aumentar el porcentaje de la inversión en Defensa, sonó a sonoro respaldo del expresidente al que muchos consideran su discípulo político.
