Un mercancías entre Turquía y China

Turquía quiere sacar su parte del pastel de la Ruta de la Seda. Ankara ha anunciado este lunes que se encuentra en negociaciones con las autoridades chinas para poner en marcha en su totalidad el llamado Corredor Central de la vía comercial. La apertura de está línea de ferrocarril, que se extiende desde Londres hasta Pekín, permitirá al país euroasiático exportar productos nacionales a China a través de la China Railway Express.
Ali Ihsan Uygun, director general de la Administración de Ferrocarriles Públicas de la República de Turquía (TCDD, por sus siglas en turco), ha afirmado que el tren de mercancías pronto estará operativo, lo que representará un salto cualitativo para el comercio bilateral entre ambos países. “Significará que Turquía tiene los medios logísticos para el transporte de las mercancías producidas por los industriales de pequeña, mediana y gran escala”, ha explicado Uygun. El directivo ha asegurado que el paso de los nuevos trenes representará nuevas oportunidades para las compañías turcas; de hecho, la TCDD ha llevado a cabo las negociaciones chinas en colaboración con representantes del sector privado.

La inauguración del tren de mercancías constituirá un importante hito en las relaciones comerciales entre los dos países. Según el diario Daily Sabah, la apertura plena de la Ruta de la Seda reportará beneficios muy notables a Ankara, con unas inversiones en materia de infraestructuras que podrían ascender hasta el billón de dólares. Sus productos podrán alcanzar el gran mercado del gigante asiático con mucha más facilidad.
En 2018, según la base de datos COMTRADE de Naciones Unidas, Turquía exportó bienes y servicios a China por valor de 2.920 millones de dólares. De manera aproximada, la mitad de ese volumen de exportaciones consistió en minerales y sus derivados, tales como cemento, sal refinada y cenizas.
Hasta el momento, Turquía ha sido un destacado punto de conexión entre China y la Unión Europea en el Corredor Central. Los primeros trenes que conectan ambas regiones pasan, de hecho, por los túneles que atraviesan el estrecho del Bósforo. Uygun ha anunciado, precisamente, que se está buscando aumentar la frecuencia de los convoyes que circulan desde China hacia Europa y pasan por Turquía. “Habrá aproximadamente 400 transferencias de trenes en 2020”, ha informado Uygun en declaraciones a TRT. Se prevé que, en los próximos 3 o 4 años, el número de trayectos alcance los 1.000 anuales.
Turquía cuenta, asimismo, con una posición privilegiada en la llamada “Ruta de la Seda del Acero”, un ferrocarril que llega hasta Kazajistán. Desde el país centroasiático, las rutas se diversifican hacia otros lugares. Uygun ha informado de que se han mantenido conversaciones con otros países por los que se extiende este ferrocarril; el objetivo del diálogo establecido era aumentar el tráfico de los trenes de mercancías.
En los últimos meses, el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan, a pesar de pertenecer a la OTAN, se ha distanciado notablemente de la Casa Blanca. Washington le ha impuesto severas sanciones económicas por adquirir armamento ruso (misiles tierra-aire S-400). Además, su relación con Bruselas, marcada por las negociaciones para la contención de grandes flujos migratorios, no pasa por su mejor momento. En contraposición, Turquía ha tendido la mano hacia el este. Con una situación económica apurada, China y su Ruta de la Seda son un buen recurso para salir del aprieto.

Con el previsible aumento en la cantidad y el ritmo de las exportaciones, se espera que, en los próximos meses, el dinero chino fluya abundantemente hacia Turquía. Las grandes inversiones en el horizonte procedentes de la potencia asiática han dado lugar a que Recep Tayyip Erdogan no se haya pronunciado, hasta el momento, sobre la situación de los uigures. Este grupo étnico, que profesa mayoritariamente la religión islámica y tiene raíces túrquicas, vive en la región de Xinjiang, en el extremo noroccidental de China.
Desde hace décadas, sus miembros han sido sometidos a una persecución sin tregua orquestada por las autoridades de Pekín. El objetivo es desposeerlos de su cultura y asimilarlos a la etnia han, que es la dominante en todo el país. Muchos de ellos se han visto forzados a emigrar para evitar ser encerrados en campos de reeducación. Turquía es, de hecho, el país que aglutina más integrantes de la diáspora uigur.

Es cierto que Erdogan se ha mostrado favorable a encontrar una solución “que tenga en cuenta las sensibilidades de las dos partes”. Sin embargo, voces críticas han lamentado la tibieza de su mensaje. En declaraciones al portal Ahval, Salih Hudayar, presidente y fundador del Movimiento para el Despertar del Turkestán Oriental, se ha mostrado muy duro con el mandatario turco y otros dirigentes de Estados del mundo árabe: “Se ha posicionado consistentemente con los opresores chinos. Los uigures alrededor del mundo están perdiendo la esperanza no solo en Turquía, sino en todo el mundo islámico”.