¿Qué se esconde detrás de la desaceleración china? Los expertos creen que continuará

C. Camino/lainformacion.com

Pie de foto: El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, con el presidente chino, Xi Jinping 

Desde el intento de acabar con la burbuja inmobiliaria a la lucha contra la corrupción afectan a la economía del gigante asiático. Potencias como Estados Unidos han expresado su preocupación por la inestabilidad en Pekín. El aparente final de la crisis está viniendo acompañado de turbulencias en la segunda mayor economía del mundo: China. El gigante asiático ha anunciado una rebaja de su crecimiento de su PIB para el tercer trimestre - el peor dato desde 2009 -, mientras que su previsión anual se sitúa en la más baja de los últimos 25 años. Una “nueva realidad” – en palabras del gobierno de Pekín-, que los expertos aseguran que continuará.

La situación económica en China ha sido especialmente tensa en los últimos meses. El sube y baja en verano de la bolsa en el gigante asiático hizo temer por una explosión de su economía, que registra signos de fatiga patentes. La devaluación del yuan por sorpresa en agosto hizo que cundiese el pánico en los parqués de medio mundo. El camino hacia una economía más moderna está resultando una transición complicada de gestionar para los líderes chinos.

La brusca bajada de la bolsa china hizo temer por la salud económica de los minoristas, que suponen los inversores mayoritarios en el mercado de valores – el 80% -. La burbuja en la bolsa supone un riesgo para todos estos pequeños inversores, que podrían verse en la estacada y reducir el consumo que ha apoyado el crecimiento de China en los últimos años.

La ralentización continuará en 2016

La tónica general entre varios analistas mundiales es que la ralentización continuará durante el próximo año. Otros datos, como la desaceleración del IPC en septiembre, o el bajón en el mercado inmobiliario – que lastra a otros sectores de la economía - anuncian movimientos por parte del gobierno de Pekín, que intenta afrontar esta situación.

El gobierno chino está comprando edificios para intentar frenar un posible estallido de la burbuja inmobiliaria. El Ejecutivo intentaría de esta manera aliviar la situación de los constructores en el país. El exceso de oferta de vivienda en el país está hundiendo los precios y una frenada en seco podría tener consecuencias nefastas para la economía mundial.

Y es que la situación en China amenaza con lastrar a otras economías globales en plena recuperación. De esta manera, la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos explicaba en un documento en septiembre que los datos de desaceleración, unida a un dólar fuerte, puede ser un problema para la economía estadounidense, que se encuentra en plena recuperación. La gran presencia de deuda estadounidense en manos de chinos es otro punto peliagudo para Washington, que podría verse debilitado por el peso del país asiático en su economía.

Algunos analistas, como David Daokui Li – asesor del Banco Central chino – han llegado a afirmar que uno de los factores que está provocando el freno en la economía del país es la lucha contra la corrupción. El hecho de que el Ejecutivo chino examine con lupa a sus funcionarios ha motivado que estos se muestren más reacios que antes a nuevas inversiones.

China se enfrenta a un cambio de modelo en una transición muy delicada. El ejecutivo chino debe efectuar las reformas con la mayor de las cautelas posibles, ya que una ruptura brusca de la economía del gigante asiático, tendría consecuencias nefastas para todo el mundo, llevándose por delante cualquiera de los síntomas de tímida recuperación.

China echa el freno: su crecimiento en el tercer trimestre es del 6,9%

China registró un crecimiento de 6,9% en el tercer trimestre, el peor resultado desde la crisis financiera de 2009, según datos oficiales publicados el lunes que confirman la desaceleración de la segunda economía mundial. La cifra difundida por la Oficina Nacional de Estadísticas (BNS) es levemente superior al promedio de las previsiones de un panel de expertos, que se situaba a 6,8%.

En el primer trimestre y segundo trimestre el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) fue de 7%. En 2014 el crecimiento fue de 7,3%. En los tres primeros trimestres del año, el crecimiento del PIB es de 6,9%, agregó la BNS.

Para 2015, China fijó un objetivo de crecimiento de "alrededor del 7%", lo que sería la cifra más baja en un cuarto de siglo. Sin embargo, numerosos expertos consideran las cifras oficiales sobrevaluadas con relación a la verdadera desaceleración de la economía, con un trasfondo de indicadores de actividad alarmistas.

Las estadísticas mensuales publicadas este lunes dan una imagen muy morosa de la coyuntura. La BNS calificó de "leve" la desaceleración del crecimiento, pero el portavoz del organismo oficial de estadísticas reconoció que "el entorno económico interior y exterior seguía siendo complicado". "Persisten presiones a la baja del desarrollo económico", dijo el portavoz de la BNS.

En septiembre, el índice anualizado de la producción industrial registró una subida de 5,7%, muy por debajo del 6,12% de agosto, dijo la BNS. Por otro lado, las ventas minoristas, barómetro del consumo de los hogares chinos, registraron una muy leve aceleración, a 10,9" en un año.

Las inversiones en capital fijo -que reflejan en particular las inversiones públicas en infraestructuras- registraron un aumento anual de 10,3% en los primeros nueve meses, lo que sugiere una desaceleración sensible.

Una "nueva normalidad"

El gobierno chino destaca "la nueva normalidad" de un crecimiento menos fuerte, debido a la política de buscar un nuevo equilibrio económico orientado hacia el consumo interno, los servicios y la alta tecnología a expensas de la industria pesada y las exportaciones.

Sin embargo, los indicadores decepcionantes difundidos este lunes confirman las dificultades del principal motor del crecimiento económico mundial y podrían avivar el viento de inquietud provocado este verano por la fuerte caída de las bolsas chinas y una fuerte devaluación del yuan.