Un nuevo ataque contra una iglesia en Burkina Faso deja 14 muertos

Al menos 14 personas han muerto en un tiroteo y varias más han resultado heridas en un ataque a una iglesia el pasado domingo en el este de Burkina Faso. El Gobierno del país africano ha declarado que las identidades de los atacantes todavía no han sido confirmadas según un comunicado del gobernador de la región cercana a la frontera con Níger: “Las fuerzas de defensa y de seguridad han lanzado una operación para socorrer a las personas heridas y han emprendido un rastro de la zona”.
El ataque ha tenido lugar por la tarde en Hantoukora, un municipio situado en la provincia de Komandjari, una región ya conocida por la actividad violenta durante estos años por grupos con presuntos vínculos con Al-Qaeda y Daesh. Unos hombres armados y sin identificar irrumpieron y comenzaron a disparar en una iglesia protestante en el momento en el que los congregados estaban reunidos para celebrar la misa dominical. Los agresores ejecutaron a estos civiles incluyendo al pastor de la iglesia. “Los niños no se han salvado”, afirmaba una fuente recogida por la agencia Efe.
Por su parte el presidente del país, Roch Marc Christian Kabore, ha condenado el “bárbaro ataque”. “Presento mis condolencias más tristes a las afligidas familias y deseo una recuperación pronta a los heridos”, comunicaba en su cuenta de Twitter. Este no es el primer ataque contra cristianos que se ha vivido en esta zona del país, una región sumida en la violencia armada y el terrorismo que ya ha provocado la muerte a cientos de personas y ha obligado a desplazarse forzosamente a miles de ellas.
Y es que Burkina Faso, uno de los países que guardaban cierta estabilidad en África occidental, se encuentra inmersa en una ola creciente de violencia con especial dirección por parte de los terroristas hacia las comunidades cristiana. El pasado 23 de abril un pastor fue asesinado al norte del país; cinco días después Burkina Faso vivió su primer ataque a una iglesia. Más tarde serían cuatro los feligreses católicos que fueron asesinados mientras portaban una imagen de la Virgen María en la Región Centro-Norte.
La violencia armada y terrorista ha llegado a Burkina Faso desde el norte, especialmente desde su frontera con Mali, un país ya ampliamente azotado por estos grupos terroristas, y con la conformación de Ansaroul Islam, el primer grupo terrorista islámico burkinés. El primer ataque del grupo Al-Qaeda en Burkina Faso ocurrió en 2015, cuando un miembro de seguridad de una mina de magnesio al norte del país fue secuestrado (aún sigue desaparecido). Desde entonces la violencia no ha parado de crecer. Tales episodios han acabado abrumando a las autoridades locales, incluso varios puestos de avanzadilla militares en el norte del país han sido abandonados ante los ataques de hombres armados, según afirmaban a The New York Times dos funcionarios que prefirieron mantenerse en el anonimato, lo que indica un gran deterioro de la situación de seguridad en el país.
Mientras tanto, los grupos armados continúan su expansión a posiciones más meridionales, lo esto es lo que está provocando miles de desplazados. “Los atacantes llegaron a nuestra aldea, mataron a mi esposo y se fueron. No reclamaron nada y nos dejaron huérfanos”, contaba Mariam Birba, una mujer de 32 años, al citado diario estadounidense. La fémina se vio obligada a desplazarse a un campamento situado a unos 19 kilómetros de la capital del país, Uagadugú.
Esta espiral de violencia también está comenzando a afectar a la actividad económica de la pequeña nación africana. Este lunes la compañía australiana de servicios de minería Perenti Global Ltd ha anunciado que la finalización de sus contratos de una de sus explotaciones mineras en Burkina Faso después de que se produjera una emboscada a un convoy de trabajadores de la empresa cerca a una mina de oro de propiedad canadiense. A principios de noviembre, los agresores hicieron volar un vehículo blindado que escoltaba a los trabajadores y posteriormente abrieron fuego dejando a 39 personas muertas y otras 60 heridas.
“El ataque cerca de Boungou no tenía precedentes y ha llevado a la Compañía a reevaluar dónde y cómo está preparada para operar”, ha afirmado a la agencia Reuters el director gerente de Perenti, Mark Norwell. Estos hechos están suponiendo un golpe para la economía burkinesa, donde incluso en sus tiempos más pacíficos el 45% de la población vivía con menos de 1,25 dólares al día, estando por debajo del umbral de la pobreza extrema, según fuentes de Naciones Unidas.
Estos episodios han llevado al Gobierno a incrementar su ofensiva contra estos grupos armados y a proteger la industria extractiva de minerales llevando a cabo operaciones en el norte del país pese a las malas condiciones en las que se encuentran unas fuerzas de seguridad mal equipadas y con fondos insuficientes. Sin embargo, Burkina Faso pertenece al grupo de países que componen la Fuerza Conjunta del G5-Sahel, junto con Mali, Mauritania, Níger y Chad.
Esta iniciativa se constituye como una fuerza trasfronteriza que tiene el objetivo de reforzar las condiciones de seguridad entre estos Estados y combatir contra el terrorismo yihadista. A esta misión se le ha sumado Francia que ha desplegado en Burkina Faso (su antigua colonia) la operación Barkhane contra los grupos yihadistas en el Sahel, en la que también participan militares españoles por medio de la Misión de Entrenamiento de la Unión Europea (EUTM) en Mali.