La estación Nyugati, en el corazón de Hungría, empieza a ser un campo de refugiados

Susana Campo/lainformacion.com
Pie de foto: La estación Nyugati, en el corazón de Hungría, empieza a ser un campo de refugiados
Video de Euronews de cómo los refugiados superan las alambradas
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Un centenar de refugiados afganos y paquistaníes acampan en la estación de Nyugati (Budapest) y otros tantos prefieren dormir en la plaza Juan Pablo II antes que sufrir el trato inhumano de los centros de acogida húngaros. La población de Hungría esta dividida ante la dureza del ejecutivo de Viktor Olban en la gestión de la crisis migratoria.
Hungría es la puerta de entrada en el espacio Schengen para los miles de refugiados que este año, y en especial en las últimas semanas, están cruzando por barco a Grecia, desde donde continúan su periplo por Macedonia y Serbia,hasta alcanzar el territorio húngaro. La mayoría de ellos no se detienen en Hungría sino que siguen su camino hacia otros países del norte de Europa, principalmente Alemania.
Mientras el gobierno húngaro analiza si usar o no el ejército para detener el flujo migratorio y prosigue la construcción de una valla en la frontera serbia, una de las estaciones con más renombre e historia de Hungría empieza a convertirse en un pequeño campo de refugiados. Así lo señaló a este medio el periodista Daniel McLaughlin que estuvo hace dos días allí: “alrededor de 100 refugiados afganos y paquistaníes” están acampando en la estación.
La estación es una de las grandes joyas históricas de la ciudad del Danubio.
Construida por la compañía francesa Eiffel, es una de las visitas obligadas de los turistas que visitan Budapest. Ahora también se ha convertido en un campamento para quienes huyen de la guerra. “No viven allí”, explica el corresponsal del diario The Irish Times. Los inmigrantes esperan a que se tramiten sus papeles para continuar su odisea personal hacia Europa Occidental. “Esperan a que sus solicitudes de asilo se procesen o a subirse en un tren que les lleve a otros países europeos”, señala a este medio.
Los campamentos de refugiados en Hungría están masificados y bajo condiciones insalubres. A medida que aumenta el número de personas hacinadas bajo condiciones extremas, crecen también las peleas ocasionales entre las personas que viven ahí. A veces, es el propio gobierno húngaro el que las iniciacomo hoy. La policía húngara utilizó esta mañana gases lacrimógenos contra un grupo de 300 refugiados en un centro de recepción de inmigrantes y solicitantes de asilo en Roszke, en la frontera entre Hungría y Serbia.
Este maltrato por parte de las autoridades empuja a los centenares de refugiados que llegan a Budapest a dormir en la intemperie, antes que en los centros de acogida. Muchos prefieren dormir en la plaza del Papa Juan Pablo II, en las las inmediaciones de otra de las estaciones de la ciudad que se encuentra más alejada del centro. “La plaza cercana a la estación de Keleti ya se conoce como la plaza de los afganos”, apunta Zsuzsanna Zsohar en Irish Times.
Hungría está haciendo todo lo posible para mantener fuera a los inmigrantes, a pesar de la fuerte oposición de otros países europeos y de las ONG. Se estima que alrededor de 2.000 personas cruzan a Hungría a través de Serbia cada día. En lo que va de año, alrededor de 80.000 refugiados han entrado enn el país, casi el doble de los 43.000 que lo hicieron en 2014. A pesar de este elevado número de llegados, solo 240 personas recibieron el estatus de refugiado el años pasado. "El gobierno húngaro aprueba muy pocas solicitudes de asilo”, asegura a este medio el periodista Daniel McLaughlin que se encuentra en el país cubriendo esta crisis migratoria.
No toda la población comparte la dureza del ejecutivo de Viktor Olban en la gestión de la crisis migratoria. “Hungría está dividida”, asegura el periodista. Mientras unos apoyan las políticas del ejecutivo, otros muchos sienten “compasión” por la situación de los refugiados. “Muchos voluntarios acuden a las estación de Nyugati con comida y ropa para ellos”, concluye el periodista.
Utilizar el Ejército
El Gobierno de Hungría analiza cómo podría utilizar al Ejército para garantizar la seguridad en la frontera sur, hasta donde han llegado miles de refugiados que aspiran a entrar en la Unión Europea, según ha reconocido este miércoles un portavoz del Ejecutivo, Zoltan Kovacs. Además este miércoles, la Policía ha empleado gases lacrimógenos ante los altercados que han estallado entre inmigrantes y solicitantes de asilo en un centro de recepción, según ha informado la cadena HIR TV.
"El Gobierno y el gabinete de seguridad nacional han debatido la cuestión de cómo podría utilizarse al Ejército para proteger la frontera de Hungría y la de la UE", ha dicho Kovacs, que ha aclarado de que cualquier decisión definitiva recae en el Parlamento.
La mayor crisis de refugiados que vive Europa desde la Segunda Guerra Mundial está dejando escenas de desesperación en los países del este, donde miles de personas se arriesgan a pasar varias fronteras en una peligrosa y larga ruta hacia el centro y el norte del continente.
En el caso de Hungría, un gran número de inmigrantes y solicitantes de asilo llegan desde Serbia. Muchos aprovechan los huecos de la barrera aún sin acabar que ha ordenado levantar el Gobierno de Viktor Orban para llegar a territorio húngaro.
100.000 solicitudes de asilo
En lo que va de año, Hungría registró 100.000 demandantes de asilo, más del doble del total de 2014, y muy superior a los 2.000 de 2012. Las cifras aumentaron bruscamente en agosto a unos 1.500 al día, después de que el gobierno conservador de Hungría anunciara que iba a instalar una valla de alambre de espino en su frontera sur, colindante con Serbia.
En los últimos días, los migrantes entraron en Hungría por unas vías de tren cercanas a Roszke, en una de las pocas secciones de la frontera con Serbia que aún no quedaron bloqueadas por la alambrada, que según el ejecutivo de Budapest estará finalizada para el 31 de agosto.
La barrera fronteriza es una de las muchas y duras medidas antiinmigración adoptadas por el gobierno de Viktor Orban, entre las que se encuentran endurecimiento de las leyes de asilo, multas por cruzar la frontera de manera ilegal o el cierre de campamentos permanentes de refugiados.