Las intenciones del mandatario turco en Siria y en Libia están provocando un periodo de inestabilidad, en el que la lira ha registrado su nivel más débil desde mayo

La economía de Turquía se desploma ante las ambiciones de Erdogan

photo_camera REUTERS/Murad Sezer - Oficina de cambio de divisas en Estambul, Turquía

Hace prácticamente un año, Turquía entraba en recesión económica por primera vez en 10 años. Según el Turkish Statiscal Institute, el país euroasiático había crecido en 2018 un 2,6%, frente al 7,4% alcanzando en 2017. Los peores datos registrados desde 2009.

Ahora, las contiendas abiertas en Siria y en Libia le están volviendo a pasar factura al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Sus ambiciones, que hasta ahora parecen no tener límites -y tampoco nadie que le pare los pies- están repercutiendo sobre la economía nacional. Mientras que en el país liderado por Bachar al-Asad Ankara ha lanzado una ofensiva en la región de Idlib -uno de los dos últimos bastiones rebeldes- contra el Ejército sirio y las posiciones rusas, que le está costando la vida de sus propios soldados; en el territorio libio, el mandatario turco ha dado la orden de desplegar a cerca de 11.000 “voluntarios” -fundamentalmente mercenarios sirios, también financiados por Qatar- para apoyar los intereses del Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), encabezado por el primer ministro Fayez Sarraj y auspiciado por la ONU. También se ha constatado ya la presencia del propio Ejército turco en territorio libio, con los costes que eso implica.

Así, esta semana, la lira turca ha registrado su nivel más débil desde el pasado mes de mayo. Con una caída del 0,3% frente al dólar, los inversores, citados por el medio Al-Ain, advierten de que “la relajación monetaria excesiva puede socavar la fortaleza de la moneada, a la luz del aumento de la inflación en los últimos meses”. En lo que va de 2020, la moneda nacional ha perdido alrededor de un 2% y, en los dos últimos años, la caída se acentúa hasta un 36%. La lira también ha sufrido una reducción de su valor frente al euro, con un 0,2%. Por su parte, la inflación ha superado la barrera del 12-13%.

En esta línea, cabe recordar que el Banco Central de Turquía anunció un nuevo recorte a la tasa de interés -indicador económico que señala la rentabilidad de un ahorro o inversión, es decir, el “precio del dinero”-, de 50 puntos básicos hasta el 10,75%. En el pasado mes de julio, la tasa de interés se situaba en el 24%.

“La caída de la tasa de interés, junto con una venta masiva de los mercados emergentes y las preocupaciones sobre el conflicto en Siria, ha acumulado presión sobre la moneda”, exponen los analistas Laura Pitel, Tommy Stubbington y Anna Gross en Financial Times.

Otros aspectos que alertan del deteriorado estado de la economía turca son, por ejemplo, la caída en el índice de referencia de la Bolsa de Estambul, en un 0,9%; el aumento en el déficit de comercio exterior, hasta llegar a los 402 millones de dólares, en comparación con los 89 millones de dólares del mismo periodo del año pasado; o una tasa de desempleo estancada en el 15%. 

Asimismo, este sábado, la Federación Truca de Intercambios y de Cámaras de Comercio informó de que el número de empresas cerradas en Turquía aumentó en enero de este año en un 9,91%, sobre la cifra del mismo mes de 2019. Entre los sectores más afectados, la nota destaca el comercio minorista y mayorista -sobre todo, los negocios de reparación de automóviles-; la construcción, con 427 compañías cerradas; y la industria manufacturera, con 262. En un comunicado anterior, la entidad ya alertó de que, entre el pasado mes de noviembre y el pasado mes de diciembre, el volumen de empresas que finalizaron sus actividades se incrementó en un 112,66%, coincidiendo en el tiempo con las primeras informaciones sobre la presencia turca en Libia.

Con este escenario, la analista Güldem Atabay pronostica en el diario local Ahval News que “los inversores extranjeros seguirán abandonando el mercado turco en masa”. En este sentido, la experta Ayla Jean Yackley explica en Al-Monitor que, a pesar de que el dinero esté más barato con la bajada en la tasa de interés, “los extranjeros siguen vendiendo más activos turcos de los que compran”. Hasta el 7 de febrero, vendieron un total 435 millones de dólares en acciones, en comparación con las compras valoradas en 419 millones. De acuerdo con datos de Bloomberg, la inversión extranjera total en acciones turcas ha caído 1.600 millones de dólares interanuales. Además, se ha reducido la participación de los inversores extranjeros en la deuda en moneda local a un mínimo histórico del 11%. 

La Inversión Extranjera Directa (IED) se desplomó el 30% durante el año 2019, llegando a su nivel más bajo desde 2004. “Los esfuerzos del Gobierno para controlar los mercados financieros son claramente un elemento disuasorio para los inversores como nosotros”, asegura el administrador de fondos de la parisina La Française, Gilles Seurat, en Financial Times.

Por todo ello, “hoy, la economía de Turquía es aún más vulnerable a un aumento menor en el crecimiento económico, y mucho más ante el sobrecalentamiento [producto de políticas que arriesgaron un deterioro en los indicadores cruciales en aras de un mayor crecimiento”, señala Atabay, quien también recuerda que la crisis que sufrió el país euroasiático en 2018 se debió a factores similares que están concurriendo en la actualidad. “Se avecinan días difíciles”, concluye la experta. 

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