El Magreb se muestra incapaz de ayudar a Libia a salir de la tormenta

Por Mohamed Sahli

Los países del Magreb se muestran incapaces de acercar posturas sobre la grave situación política, institucional, social y territorial que vive Libia, un país rico en hidrocarburos pero invertebrado y con un poder estatal frágil. Argelia, Marruecos y Túnez presentan una situación interna de mayor sólidez, pero no saben cómo ayudar a Libia. Mientras, cada día que pasa la situación en Libia se degrada un poco más. La Corte Suprema invalidó este jueves pasado la elección del primer ministro, Ahmed Maitik. Este político asumió sus funciones el lunes de esta semana en un contexto caótico. Maitik fue designado primer ministro hace dos semanas por el Congreso General Nacional (CGN, Parlamento) en medio de una gran tensión y no recibió el apoyo de todos los diputados. Es originario de la ciudad de Misrata, en el oeste del país, donde los Hermanos Musulmanes (islamistas) son muy influyentes. Maitik es rechazado por una serie de fuerzas más o menos laicas que apoyan al general rebelde Khalifa Hafter, que hace dos semanas lanzó un ataque contra las milicias armadas de la ciudad oriental de Bengasi. Hafter es enemigo jurado de los islamistas y se ha propuesto acabar con las milicias armadas y los grupos yihadistas que pululan en Libia. El presidente de Túnez, Moncef Marzuki, intentó sin éxito poner en marcha una acción común magrebí para ayudar a Libia. Pero, según dice un observador político argelino, “la situación no parece aún estar madura”. Tanto es así, que la reunión que Marzuki convocó el domingo de la semana pasada en Túnez no pudo llevarse a cabo. La diplomacia tunecina seguirá intentándolo ante sus socios magrebíes. Además, otra reunión sobre Libia en la que iban a participar representantes de la Liga Árabe, la Unión Europea (UE) y Francia también fue suspendida “hasta nueva fecha”, según fuentes tunecinas. Marruecos, que no tiene frontera común con Libia, es el país menos expuesto al conflicto libio, pero está dispuesto a participar en una estrategia común magrebí a favor del país hermano. Argelia, oficialmente, no quiere intervenir directamente en Libia, pero su diplomacia asegura que apoyaría un esfuerzo común a nivel regional para ayudar al convulso país norteafricano. Túnez, que es el Estado más vinculado a Libia desde el punto de vista económico, busca ese apoyo, pero sus dirigentes son conscientes de que el país no tiene suficiente peso político y económico en el Magreb para liderar una estrategia regional y, además, sufre muchas tensiones internas. Así las cosas, Túnez ve con preocupación la celebración de las elecciones legislativas libias del próximo 25 de junio.

Caos político, social y territorial

No le falta razón al pequeño país magrebí, porque Libia está al borde del abismo. La situación política es inquietante, las milicias armadas controlan muchas zonas del país, las instituciones del Estado se pelean entre ellas y no funcionan y las tensiones tribales son permanentes. En este contexto, que a nadie le extrañe que un militar golpista como el general Hafter, que no reconoce al Gobierno de Trípoli, sea cada vez más popular en un población cansada de tanto caos y violencia. El militar sedicioso vería con buenos ojos que Egipto interviniera en la frontera con Libia para golpear a los grupos armados, porque considera, según la prensa egipcia, que el Gobierno libio no tiene capacidad para preservar la seguridad del país. Hafter también pidió ayuda a Argelia. La crítica situación de Libia impone a los países magrebíes la necesidad de una estrategia común para sacar del marasmo a su socio más oriental, pero para lograr este objetivo no basta con el voluntarismo del presidente tunecino. Túnez, que acoge en su territorio a casi dos millones de libios, apoya al nuevo poder de Trípoli. El Consejo Nacional de Seguridad tunecino tomó algunas “medidas preventivas”, el pasado mes de mayo, como el cierre temporal de varios puestos fronterizos con Libia y el despliegue de fuerzas militares y policiales en esas zonas. Argelia también optó por reforzar la vigilancia de su frontera con Libia, sobre todo después del brutal atentado terrorista con toma de rehenes en la planta procesadora de gas de In Amenas, en enero de 2013, que causó la muerte de 37 personas. Esta zona del Sáhara argelino está estrechamente vigilada por las fuerzas de seguridad y el Ejército, como también lo está la región de Illizi, que tiene mayor superficie que Gran Bretaña y podría convertirse en sede de la Séptima Región Militar del país.