Marruecos y Francia no consiguen superar la crisis diplomática

Por Rachid Elalamy
Foto: El presidente de Francia, François Hollande, y el rey de Marruecos, Mohamed VI.
Francia y Marruecos siguen a la greña. La crisis diplomática entre ambos Estados no se ha resuelto. Al revés, París y Rabat, que hace pocos años eran dos sólidos aliados políticos, no han conseguido solucionar un conflicto que empezó el pasado mes de febrero, después de que un juez francés decidiera perseguir al actual jefe de la Dirección General de la Vigilancia del Territorio (DGST, servicio secreto interior) de Marruecos, Abdelatif Hammouchi, por su presunta “complicidad” en varios casos de tortura. El 20 de febrero, varios policías se presentaron en la residencia del embajador marroquí en Francia, en la periferia rica París, para entregar a Hammouchi una convocatoria del juez de instrucción. El presidente galo, François Hollande, y el rey de Marruecos, Mohamed VI, hablaron por teléfono pero no lograron apaciguar los ánimos. Después, otros políticos franceses, como el primer ministro, Manuel Valls, han intentado sin éxito solucionar el conflicto. En febrero, el Gobierno marroquí de Abdelilah Benkirane rompió la colaboración judicial con Francia. Ocho meses después, las tensiones no han desaparecido. La huelga de hambre que protagonizaron hace unos meses una veintena de franceses presos en cárceles marroquíes para pedir el traslado a su país de origen, o el humillante cacheo al que fue sometido el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Salaheddine Mezouar, en el aeropuerto parisino de Roissy-Charles de Gaulle, envenenaron aún más el ambiente. Asimismo, las declaraciones atribuidas a un diplomático francés, que calificaba a Marruecos de “amante” a la que Francia tiene que aguantar aunque no le guste, agravaron la crisis. Otro incidente que Marruecos no perdonó a Francia fue el que protagonizó un excapitán del Ejército del Aire marroquí en el Hospital Val-de-Grâce de París. El antiguo militar, que fue encarcelado en Marruecos por denunciar la corrupción en las Fuerzas Armadas Reales (FAR), entró en la habitación donde se encontraba ingresado el general Abdelaziz Bennani, hombre clave del estamento militar de Marruecos durante años, y le insultó, sin que la seguridad del hospital lo pudiera impedir.
Un país clave
Marruecos es un país clave para Francia, como lo es también para España. Francia sigue siendo el primer inversor en el país magrebí y desempeña una influencia política, social y cultural considerable. “A pesar del conflicto diplomático, el agua no llegará al río, porque Francia es imprescindible para Marruecos, y Marruecos no puede prescindir de Francia”, asegura a Atalayar un diplomático de la Unión Europea (UE) en Rabat. Resulta curioso que París todavía no haya contestado a la demanda de revisión de la cooperación judicial bilateral que presentó el ministro de Justicia marroquí, el islamista Mustafá Ramid. El presidente François Hollande no siente demasiado cariño por Marruecos, aunque es consciente de la importancia que tiene ese país para los intereses económicos y geopolíticos galos. Hollande está más preocupado e interesado por lo que ocurre en Argelia, entre otros motivos, porque conoce mejor ese país y quiere ser el presidente de la República francesa que acabe definitivamente con las convulsas relaciones franco-argelinas. Argelia es una espina clavada en el corazón de muchos franceses que todavía no han digerido la independencia que logró ese país en 1962. Y la relación de millones de argelinos con la antigua metrópoli es esquizofrénica, de amor y odio. Así las cosas, según los observadores políticos, Marruecos no dará un paso en firme en la resolución del conflicto con Francia mientras no lo ordene el rey Mohamed VI, que es el verdadero jefe de la diplomacia marroquí. La Asamblea General de las Naciones Unidas que se celebró recientemente en Nueva York hubiera sido el marco adecuado para que Hollande acercara posiciones con Benkirane. Pero no fue así. Los dos dirigentes se ignoraron educadamente. Como señala el periódico digital marroquí ‘Alifpost’, “Francia, que era descrita como el socio histórico de Marruecos, se ha transformado en un tiempo récord en un país visceralmente hostil” hacia Marruecos. Algo tienen que ver en esto Hollande y algunos de sus asesores que son franceses de origen argelino. No basta con el pragmatismo de Valls para reconducir la situación.