"El sentimiento predominante, tres años después de la Primavera Árabe, es de pesimismo"

Por Paco Soto
Foto: Ignacio Álvarez-Ossorio, experto sobre el mundo árabe y profesor universitario.
Ignacio Álvarez-Ossorio es investigador sobre el mundo árabe y profesor en el Departamento de Filologías Integradas, en el Área de Estudios Árabes e Islámicos, de la Universidad de Alicante. Licenciado en Filología Árabe por la Universidad Autónoma de Madrid (1993), es también profesor en el Doctorado de Estudios Internacionales Mediterráneos de dicho centro universitario de la capital de España. En esta entrevista con Atalayar, Álvarez-Ossorio analiza aspectos fundamentales de la situación política y social que vive el mundo árabe en estos momentos, sobre todo los países más en crisis como Siria y Egipto.
Pregunta: ¿Cuál es su opinión sobre la situación que vive el Magreb desde que estalló la denominada Primavera Árabe?
Respuesta: "La denominada Primavera Árabe arrancó en Túnez y pronto prendió en buena parte de los países árabes teniendo un efecto inmediato en Marruecos con la irrupción del Movimiento 20 de Febrero y en Libia con el levantamiento de Bengasi contra Gadafi. Argelia quedó al margen de las movilizaciones, entre otras razones, porque es un Estado rentista que ha comprado la paz social redistribuyendo parte de los beneficios que le reporta el gas. Parece evidente que el sentimiento predominante, tres años después del inicio de las revueltas, es de pesimismo, puesto que la situación de los jóvenes en la mayor parte de los países del Magreb no ha experimentado una mejora significativa y sigue subyaciendo la misma problemática que desató las olas revolucionarias en 2011".
P: A su juicio, ¿Túnez, que adoptó hace poco una nueva Constitución, se sitúa en estos momentos en la vanguardia de la democratización en el Magreb, pero también en el resto de África del Norte?
R: "Sin duda alguna Túnez es el único país donde se puede realizar un diagnóstico relativamente optimista de la situación. Esta situación obedece a varias circunstancias, entre ellas la cintura política de Ennahda, que formó una alianza con otras formaciones para no asumir en solitario todo el desgaste de la labor de gobierno, pero también la madurez de la sociedad civil tunecina. La polarización ideológica, la irrupción de los salafistas y el asesinato de destacados dirigentes izquierdistas estuvieron a punto de conducir al fracaso la transición. Fue entonces cuando un Cuarteto integrado por sindicatos, empresarios, activistas de derechos humanos y abogados medió entre las partes. El resultado fue la aprobación de una nueva Constitución más aperturista y el establecimiento de un gobierno de tecnócratas. A pesar de su desgaste, Ennahda no ha corrido la misma suerte que los Hermanos Musulmanes en Egipto".
P: ¿Qué salida ve a la terrible crisis de Siria?
R: "Ahora mismo ninguna. Debe tenerse en cuenta que el cáncer de la guerra se ha extendido por el conjunto del territorio y ha hecho metástasis. El principal problema, en mi opinión, es que nos encontramos no sólo ante una confrontación civil intersiria, sino también ante diferentes guerras regionales libradas a través de actores interpuestos, lo que hace extraordinariamente complicado buscar una salida al laberinto sirio. Por una parte, está la rivalidad iraní-saudí, que se deja ver en el tablero por medio de la intervención de Hezbollah y de milicias salafistas agrupadas en el Frente Islámico y financiadas por las petromonarquías del Golfo. Por otra parte, está el Estado Islámico de Irak y Siria, que está rivalizando con la propia Al Qaeda para hacerse con las riendas del movimiento yihadista transnacional. Y, por su puesto, las potencias internacionales con Rusia y China a la cabeza deseando ocupar la vacante dejada por Estados Unidos, cada vez más distante y abúlico ante la problemática de Oriente Medio".
P: La situación de Egipto es también muy complicada.
R: "En Egipto hemos asistido a trascendentales cambios políticos en los últimos tres años. Desgraciadamente la revolución de Tahrir no consiguió sus objetivos y no se ha podido avanzar demasiado en lo que respecta a las libertades y la justicia social. Tras la efímera experiencia gubernamental de los Hermanos Musulmanes, que fue interrumpida por un golpe militar con un amplio respaldo popular, parece haber recobrado fuerza el autoritarismo, como ha quedado patente en las presidenciales egipcias en las que El-Sisi se ha impuesto prácticamente por la fuerza con unos resultados claramente manipulados. A pesar de los errores cometidos por Mursi en sus doce meses de gobierno, nada justifica su desalojo forzoso del poder ni tampoco la subsiguiente represión que ha llevado a la cárcel a casi 20.000 personas. Estamos ante una vuelta de tuerca de los militares, que con la elección de El-Sisi recobran el poder perdido y salvaguardan sus intereses vitales en el terreno económico. El-Sisi no lo va a tener fácil, puesto que Egipto se encuentra prácticamente en bancarrota y su margen de maniobra es sumamente limitado. Pronostico una presidencia extraordinariamente compleja y un retorno de las movilizaciones populares en el caso de que no consiga mejorar la situación económica en su primer año de gobierno".
P: ¿Qué papel debe desempeñar la Unión Europea en su relación con el flanco sur del Mediterráneo y el conjunto del mundo árabe?
R: "La UE siempre ha tenido dos prioridades: los intereses económicos y la estabilidad en términos de seguridad. A pesar de que el proceso euro-mediterráneo y los acuerdos de asociación incidían también en aspectos sociales y políticos, estos quedaban relegados a un segundo plano. Durante años, la UE ha abusado de la retórica de la democracia y los derechos humanos pero sin llegar a condicionar las relaciones bilaterales a avances en dichos terrenos. De hecho, Ben Ali y Mubarak eran alumnos aventajados del Fondo Monetario Internacional y eran recibidos con honores de estado a pesar de su sistemática violación de los derechos humanos y la vulneración de las libertades fundamentales. Si bien es cierto que tras la Primavera Árabe la UE se ha adaptado al nuevo escenario y ha entablado interlocución con los nuevos actores islamistas, también lo es que su credibilidad se haya fuertemente erosionada en la mayor parte de los países árabes. Por supuesto su pasividad ante el sufrimiento de la población siria no ayuda a mejorar esta imagen devaluada".
P: ¿Y España, que tiene sólidos intereses económicos en la región, sobre todo en Marruecos y Argelia?
R: “Efectivamente, los dos principales focos de atención de la política árabe española son Marruecos y Argelia y esto debido a cuestiones de índole económica, pero también histórica y geográfica. No está de más recordar que los vínculos de España con el Oriente Próximo son bastante testimoniales y si intervino de manera activa en el proceso de paz palestino-israelí fue más bien por una cuestión de prestigio buscando una mayor proyección internacional, objetivo que logró con creces. En cambio, la presencia española en el Magreb ha sido mucho más sólida. España es el segundo socio comercial de Marruecos sólo superado por Francia. La balanza comercial con Argelia está condicionada por nuestra dependencia del gas argelino, pero en los últimos cinco años se ha intensificado la presencia de grandes firmas españolas en el país magrebí al hilo del desarrollo de infraestructuras y comunicaciones. En definitiva se trata de un ejemplo claro de lo que nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores entiende por Marca España, ligada a la apertura de nuevos mercados para las empresas españolas sin poner el énfasis en asuntos espinosos como la democracia o los derechos humanos".
P: Además de la represión policial y judicial y la colaboración entre la ribera norte y sur del Mediterráneo, ¿qué otras vías se tendrían que utilizar para acabar con el terrorismo yihadista?
R: "El terrorismo yihadista es un boomerang que se vuelve contra Europa como resultado de sus desaciertos en la región. Durante décadas ha apostado por regímenes autoritarios y represivos que se presentaban como un muro de contención frente al radicalismo. Pues bien: aquí tenemos el resultado. A los ojos de parte de la población árabe, la UE se ha mimetizado con dichos regímenes hasta el punto de que hoy en día es extraordinariamente difícil combatir dicha simplificación. Hoy en día, la principal fuente de amenaza la representan los yihadistas europeos que combaten en Siria en las filas de grupos como el Estado Islámico de Irak y Siria o el Frente al-Nusra. Muchos de ellos están retornando a sus países y podrían perpetrar atentados o convertirse en células durmientes. Un decidido apoyo europeo a la oposición siria en los primeros compases de la revuelta hubiera salvado muchas vidas y ahorrado mucho sufrimiento. Creo que el precio a pagar por esta desidia europea ante la crisis siria será desgraciadamente muy elevado”.