La agonía del yihadismo

Ramón Moreno Castilla
Cuando a nivel planetario nos enfrentamos a la grave amenaza que supone el terrorismo jihadista, y todo lo que ello implica para la paz y la seguridad mundial; tenemos que analizar este fenómeno de nuestro tiempo desde lo que, en nuestra opinión, ha supuesto la génesis de todos los grupos armados que proliferan en toda África y en otras partes del mundo, y que en nombre del Islam siembran el caos y la destrucción allá donde operan. Y donde el Daesh, autodenominado Estado Islámico (EI), imparte sus consignas terroristas de “muerte al infiel”, aunque éste sea también musulmán, que no comulga con las ideas extremistas de estos fanáticos. El germen de todo este odio lo encontramos en el grupo egipcio de los “Hermanos Musulmanes”, cuya característica principal es el islamismo radical violento que profesan y que han exportado a otros movimientos radicales.
Recuérdese que fue en el año 1928 cuando un joven maestro egipcio, Hassan El-Banna, quién lanzara los fundamentos de un movimiento islámico que posteriormente sería la fuente de inspiración de todos los grupos musulmanes que de forma explícita o implícita llamaban a la jihad armada en el mundo. Los Hermanos Musulmanes se constituyó con el tiempo en la más grande organización religiosa, política, social y económica de la era moderna. Su objetivo prioritario era restablecer la pureza de la religión, unificar a todos los musulmanes y hacer renacer la época de esplendor del Islam, conocido históricamente con el nombre de “Califato Islámico”; y su fin último es la sumisión del mundo entero al Islam y a la Sharia, la ley coránica.
Con la irrupción en la escena política de los Hermanos Musulmanes, la religión se convirtió en una ideología y en un medio de vida. La lectura que este grupo hace del Islam es particularmente sectaria y excluyente; y la violencia es considerada el medio fundamental para conseguir sus fines. El predicamento de los Hermanos musulmanes ha sido tal, que se ha convertido en el actor principal de las relaciones internacionales en el Medio Oriente, la región más inestable del planeta. Comprender la historia de los Hermanos Musulmanes es comprender el despertar del Islam radical del siglo XXI y la presencia de todos los movimientos islamistas y de los grupos jihadistas del mundo contemporáneo, ya que casi todos provienen de la cofradía egipcia: el Grupo Islámico, el Grupo de la jihad islámica y Al Qaeda. Otros grupos, en sintonía con el proclamado Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), que recogieron los postulados de El-Banna para declarar el Califato Islámico a partir de Siria e Irak en junio de 2014.
Para entender con claridad la “filiación” ideológica y todo el entramado político-religioso del grupo egipcio, se hace necesaria la lectura de un magnífico libro publicado hace poco por el eminente profesor egipcio Chérif Amir titulado, “Historie Secrète del Frères Musulmans”, donde nos descubre los entresijos del movimiento creado por Hassan El-Banna, y todo lo referente a su actividad política, religiosa, social y económica no solo en Egipto sino en todo el mundo árabe. En el descubrimos que los Hermanos Musulmanes constituye, sin lugar a dudas, una de las organizaciones mejor estructuradas y más secretas del Islam. Su creación, en el contexto de un retorno del fundamentalismo religioso y de la lucha armada contra la ocupación británica de la Península Arábica, tenía un componente nacionalista y sus ideas se han expandido del Medio Oriente al continente índico en reacción a los valores de Occidente; presentándolos como una tentativa de desestabilización y de dominación del mundo arabo-musulmán.
Después de la caída del fascismo y de la caída del comunismo, los Hermanos Musulmanes encarnan la ideología universal y totalitaria del siglo XX. Presentes en todos los países del mundo árabe aprovecharon la caída de las dictaduras como consecuencia de la “Primavera Árabe”, pretendiendo recoger los frutos del descontento de las poblaciones de esos países e intentar “instaurar la democracia”. El libro de Chérif Amir revela la ideología sectaria y de exclusión del grupo egipcio, la dirección de grupos armados, sus enlaces con Al Qaeda y los episodios vividos en Egipto a partir de las elecciones trucadas de 2012 y 2013 y la traición de Morsi, con los acontecimientos de todos conocidos. La estrategia de los Hermanos Musulmanes se ha basado en la penetración en el tejido social de los países arabo-musulmanes y expandir su doctrina político-religiosa.
No es de extrañar, por tanto, la preocupación que suscita el fenómeno del terrorismo jihadista en Occidente y en muchos países árabes. Los bombardeos de las posiciones del Daesh en Siria e Irak por la coalición liderada por Estados Unidos; y los que también tienen lugar en Yemen por el grupo de países liderados por Arabia Saudí, entre los que está Marruecos. Estamos, pues, ante una verdadera y auténtica confrontación salafismo Vs sofismo. Pero, ¿de qué combatientes se nutre el Daesh? ¿Qué es lo que atrae del llamado estado Islámico? ¿Cuales son las implicaciones en esta “guerra santa”? A todos estos interrogantes y otros, nos responde el notable especialista sobre el fundamentalismo islámico, el francés Eric Denécé, autor de un esclarecedor informe que tiene su origen en los atentados terroristas perpetrados contra la revista satírica francesa “Charlie Hebdo”.
Según el exhaustivo análisis que nos ofrece Eric Denévé, las diversas categorías de los combatientes del Daesh son: delincuentes y criminales, a los que los imanes les han inculcado en la cárceles que por sus acciones serían bien recibidos en las filas del Daesh. Exaltados y majaretas, ávidos de aventuras peligrosas a los que los induce su testosterona. Los frustrados, caldo de cultivo para los imanes que les inducen en la idea de que pueden revertir la situación, producto del sistema. En el estudio se constata que todos los jihadistas son portadores de una fragilidad psicológica y presentan una patología psiquiátrica importante. Son personas enfermas, a los que los “predicadores del odio” adoctrinan convenientemente para perpetrar sus crímenes. Y por último, los pobres de espíritu, presas fáciles igualmente del lavado de cerebro al que son sometidos unos y otros. Por otra parte, para todos estos individuos sus masacres impunes son propaganda de Occidente, ya que ellos están en el “paraíso” y luchan por sus “ideales”.
Para Eric Denévé, los inspiradores y culpables de este estado de cosas son, los propios Hermanos Musulmanes; y los instigadores de este fenómeno, países como Qatar que alienta la ideológica del movimiento egipcio y financia el salafismo. Turquía con un régimen personal y autoritario del presidente Erdogan, miembro de los Hermanos Musulmanes, que apoya a los jihadistas de Siria para asegurarse su influencia en la región; con la particularidad, que Turquia es miembro de la OTAN, que ha protagonizados bombardeos en la zona, y candidato a entrar en la Unión Europea. Los EE.UU que han contribuido a la eclosión del fenómeno Daesh por la invasión ilegítima en Irak en 2003 y el desmantelamiento de las supuestas armas de “destrucción masiva” en poder del régimen de Sadan Housein. Y por último, Francia, por su oposición ciega a Bachar El-Assad, lo que indujo a combatientes franceses, que regresaban a su país después de luchar con la oposición siria -instigados por su propio país-, a alistarse en la filas de Daesh. Pero todo en la vida llega a su fin. El mundo musulmán que ha vivido en la Edad Media se ha dado cuenta que al fenómeno del jihadismo le queda poco tiempo de vida, y hay que estar en el siglo XXI, con todo lo que ello comporta. El oscurantismo se ha acabado y la humanidad ha visto por fin la luz...
En ese ámbito geopolítico de Oriente Medio, el Magreb, el Sahel, y África subsahariana, por citar esta zona de influencia, debemos citar una vez más a Marruecos, que no solo se muestra como un firme e irreductible bastión contra el avance del fundamentalismo islámico en todas sus facetas; sino que las directrices del Rey Mohamed VI -pese a ser “Comendador de los creyentes”- de separar la política de la religión ha dado sus frutos. No en vano en Marruecos han existido de siempre las cofradías sufistas que no se han visto influenciadas por los Tarifa Yijani. A diferencia de los Hermanos Musulmanes, que han utilizado la religión con fines políticos, las cofradías sufistas marroquíes se dedican más a la espiritualidad, y no hacen política. Sin olvidarnos de la recientes inauguraciones del Monarca Marroquí, como la Mezquita Al Oukhoua Al Islamiya con capacidad para 1.250 fieles construida por el Ministerio de Habices; en cuyo complejo se encuentra el Instituto Mohamed VI de Formación de Imanes, Morchidines y Morchidates. Una joya arquitectónica que consolida la vocación religiosa del Reino de Marruecos y su aferramiento a los preceptos fundamentales del Islam. La formación de esos guías religiosos en diversas disciplinas como ciencias sociales y otras, puede ser un buen antídoto contra el fanatismo islámico.