¿Un plan para controlar?

<p>El presidente español, Pedro Sánchez - AFP/DENIS BALIBOUSE&nbsp;</p>
El presidente español, Pedro Sánchez - AFP/DENIS BALIBOUSE
Si digo que la preocupación se ha instalado en la casa de Pedro Sánchez, no creo que esté dando ninguna noticia, pues es lo normal, al igual que se instalaría en aquellas familias en las que alguno (o varios) de sus componentes se viera enredado en temas judiciales y tuviera que declarar ante un juez. E imagino, además, que la reciente información dada por el diario El Mundo sobre el informe realizado por la Intervención de la Universidad Complutense, en el que destaca que su mujer “concertó irregularmente” los servicios de una empresa, tampoco ayuda a que llegue la calma. Legal, ilegal, penal, ético, moral, amoral… el tiempo irá diciendo en qué queda esta historia de presuntos favores, presuntas influencias y presuntas apropiaciones.

Nunca la dirección de un máster dio tanto que hablar, al menos que yo sepa. El caso es que, teniendo de fondo ese escenario, con la declaración de su esposa ante el juez el 5 de julio al ser investigada por tráfico de influencias, el presidente adelantó a principio de semana en la SER, medio que le da más confianza, que va a modificar la ley que regula la publicidad institucional, es decir, el dinero que el Estado destina a los medios de comunicación para hacer sus campañas o anuncios. Dinero que, dicho sea de paso, es de todos los ciudadanos. Y es que parece ser que son ya demasiados esos medios, sobre todo digitales, que no merecen recibir esa financiación oficial pues se dedican a difundir noticias falsas y bulos. El objetivo, según el presidente, es garantizar la independencia de los medios de comunicación. ¡Qué detalle! A mí, personalmente, me suena un poco a chantaje económico, a cerrar el grifo para que no salga agua y que el sediento desfallezca.

Con esta medida, que se incluye en lo que viene a llamar “regeneración democrática”, en la entrevista radiofónica Sánchez resaltó que “no es tolerable que con fondos públicos se financien bulos de la ultraderecha”.  ¿Dará también la lista de los pseudomedios, como él los llama? ¿Quién decidirá qué? ¿Quién pondrá la etiqueta de bueno y malo? ¿Se analizará noticia a noticia antes de que salgan o después? Algo parece que no suena demasiado bien.

El anunciado “plan de regeneración y calidad democrática” incluirá otras medidas, algunas, como ya adelantó, referidas al derecho al honor y al de rectificación.  Y me pregunto, si tanto preocupa los bulos y falsedades que se difunden en los medios, porque es lógico que preocupen y no sólo al presidente, sino a todos, ¿también se aplicarán sanciones u otras medidas a las mentiras que los ciudadanos escuchamos de los políticos? ¿Entra el castigo al mentiroso en ese plan de regeneración democrática? Porque como dicen en Galicia: habelas hailas.

El presidente Sánchez, en la entrevista en la SER, también dio una fecha: el 17 de julio.  Ese día, en el pleno del Congreso, nos comunicará todas las ideas que tiene para conseguir un mejor país, más libre y transparente. Por la parte que toca, asociaciones de prensa ya han mostrado su interés en participar en ese debate en el que aún no han sido invitadas. Ya veremos si, llegado el día de autos, se nos disuelven las dudas o, por el contrario, surgen nuevas incertidumbres. De momento, toca esperar.