Vacuna contra la indiferencia

MADRID FILOMENA

El presidente Donald Trump apura sus últimas horas en la Casa Blanca. Va a salir por la puerta de atrás de la historia. Ha anunciado que ni asistirá a la toma de posesión de Joe Biden frente al Capitolio ni le recibirá en el Despacho Oval para entregarle el “maletín nuclear”. A pesar de que no ha participado en ninguna nueva guerra y la economía ha sido un éxito, el negacionismo de la pandemia (400.000 muertos) y su heterodoxa forma de gobernar a través de Twitter, no le han permitido renovar mandato. Las estrellas que fulgen el doble, duran la mitad de tiempo, escribió el tío Oscar.  

El presidente Donald Trump apura sus últimas horas en la Casa Blanca.

Trump, casi una estrella fugaz, deja un país dividido, roto, radicalizado, herido y con varias crisis abiertas en canal: (social, política, racista, y económica); el asalto de algunos de sus seguidores más extremistas a la Casa del Pueblo -terrorismo doméstico (insurrección) con seis muertos, entre ellos un policía- servirá de excusa para que Nancy Pelossi con la complacencia de algunos senadores republicanos urdan su inhabilitación para las presidenciales de 2024. Que le suspendan las cuentas desde Twitter y Facebook es un atentado a la libertad de expresión. Y su final político. En cuanto deje la Presidencia, será un líder amortizado por su avaricia y su desmesura. Los fallos policiales confirman que los 27 organismos de Seguridad Nacional –FBI incluido- necesitan una urgente investigación. Más allá del “robo de votos”, sin ratificar por los tribunales, el cambio Trump-Pence por el dúo demócrata Joe  Biden-Kamela Harris va a ser histórico. Un cambio pendular. 

El presidente Donald Trump apura sus últimas horas en la Casa Blanca.

Filomena y la improvisación 

Histórica ha sido también la tormenta Filomena que nos ha dejado incomunicados más de diez días en Madrid y alrededores; Barajas cerrado durante más de cinco días es todo un ejemplo de improvisación. La falta de asistencia a los pasajeros sin agua ni víveres, confirma que aquí nunca hay un plan B. Y que las autoridades, incluso cuando desembarca ilegalmente Delcy Rodríguez, siempre miran para otro lado. Incluidos los jueces del Tribunal Constitucional. El presidente Pedro Sánchez, siempre escondido hasta que escampa, llegó al Ministerio del Interior en un 4x4 como quien va a la ópera. Con sus zapatos de tafilete. Menos mal que Margarita Robles, envió con rapidez a la UME para rescatar Madrid. Mejor con picos y palas que con hoces y martillos. El Ejército contra el coronavirus y contra la nieve. O contra el fuego. Siempre con el pueblo. Esto ha herido en su honor al heroico Marlaska y al experto en series Pablo  Iglesias, que han lanzado una “guerra de guerrillas” en el Consejo de Ministros acusando a la ministra de Defensa de alinearse con  la derecha y con la extrema derecha, tras defender al rey emérito y a la Monarquía parlamentaria. En suma, por respaldar la Constitución. Filomena, otro hecho histórico que nos ha sobrepasado. Como la invasión de las basuras. Con este Gobierno siempre llegamos tarde a casi todos los sitios.  

El presidente Donald Trump apura sus últimas horas en la Casa Blanca.

Víctimas del coronavirus 

La tercera ola de nieve nos ha pillado de nuevo con el pie cambiado después de casi un año. Tras los sermones de La Moncloa y la declaración unilateral del doctor Sánchez anunciando ‘urbi et orbi’ que “hemos vencido al virus y ahora hay que salir, divertirse y consumir”, el INE ha contabilizado los muertos extra del maldito 2020. Son 80.202 más que el año anterior. Puede que no todos se hayan debido al virus chino, pero lo que no ofrece duda alguna con los parámetros de la OMS, es que colateralmente hay que anotarlos en el “debe” de la pandemia porque muchos no han podido acceder a los servicios habituales de recuperación (corazón, riñón, pulmón, tratamientos de cáncer, psiquiatría, etc.). El Gobierno sigue anclado en la mentira de los 50.500.  

El presidente Donald Trump apura sus últimas horas en la Casa Blanca.

Es la primera obligación del Ejecutivo: poner en orden el número de víctimas invisibles. Contar las víctimas. Esa es la cuestión. Los pensionistas han “desaparecido” desde febrero del pasado año en 100.000 personas. La primera obligación de la oposición, porque el Gobierno social-comunista no lo hará, será solicitar una Comisión de Investigación en el Congreso que contabilice a los muertos y, paralelamente, impulsar una Asociación de Víctimas del Coronavirus (AVC19). La idea me la brindó Santiago Gómez, amigo y compañero del colegio (PP. Trinitarios, Alcázar de San Juan, Ciudad Real) y coincidimos en las razones para esa creación: a) esta pandemia ha sido el acontecimiento más doloroso e imprevisible de este siglo; en julio podemos llegar a las 100.000 víctimas. b) Más pronto o más tarde, tendrán que depurarse responsabilidades políticas y  jurídicas a pesar del trabajo sucio del fiscal Navajas porque las autoridades nacionales tomaron el mando único con un presidente siempre a la fuga. Las familias tienen derecho a conocer la verdad. Y a recibir indemnizaciones si ha habido negligencia; por tanto, los PGE deben contemplar una partida concreta. c) Las secuelas de la pandemia pueden durar más de tres décadas y afectan a miles de enfermos colaterales que tendrán que seguir una vida vigilada médicamente. Habrá que abrir nuevas unidades de investigación y nuevos hospitales como el Isabel Zendal, promovido por Isabel Ayuso, tan denostado por odio ideológico.  Ello interesa no solo a la salud sino también al mundo laboral. ¿Cuántas personas se verán impedidas a seguir con su trabajo anterior? d) Miles de sanitarios (uno de cada cuatro en España) ya están recibiendo asistencia psicológica por el estrés acumulado. e) ¿Cuántos ciudadanos se quedarán atrás perdiendo vida y haciendas y que necesitan ya apoyo económico y siquiátrico?  Sería preceptivo que esa AVC19 fuera acompañada de la creación del Instituto Ramón y Cajal de asesoramiento al Ejecutivo, con independencia similar a los Institutos Louis Pasteur (Francia) y Robert Koch (Alemania). Con expertos españoles de verdad.  

La propaganda gubernamental nos ha machacado con esa frase: “No dejaremos a nadie atrás”. Se puede llegar lejos con una palabra amable, pero se puede llegar más lejos con una frase amable y con un arma tan potente como la mentira. Que se le cuenten a las miles de pymes en la ruina, a los parados a 31 de diciembre y a los ERTES que irán directos al SEPE (antiguo INEM) el último día de mayo. Datos de nuevo históricos. Records a la desesperada. Esta sociedad está herida y tras la pandemia, Gobierno y oposición deben buscar fórmulas que permitan seguir adelante y salvar a las empresas. Sin empresas no hay trabajo. Y sin trabajo solo hay violencia, hambre y ruina. La democracia está en peligro porque sin trabajo se pierde la dignidad. Y sin dignidad la soledad lo invade todo. El coronavirus es soledad. 

El presidente Donald Trump apura sus últimas horas en la Casa Blanca.
Salud y electoralismo 

Paralelamente a esa Asociación de Víctimas de la COVID (AVC19) que proponemos, urge pues, un Pacto Nacional de Reconstrucción Nacional que hilvane el tejido productivo y se empiece a crear empleo optimizando las ayudas de Bruselas. Ahora que tras las nieves vienen los deshielos, ¿por qué en vez de una Renta Básica, no se crea un trabajo básico de cuatro horas cotizadas y se limpian ciudades, cauces de los ríos, montañas y se cuida a los ancianos? No podemos seguir con un ministro salvador de la Sanidad, candidato del PSC a la Generalitat, que quiere aprovecharse del milagro de las vacunas para arañar un puñado de votos y conformar un multipartido con ERC, Podems, JustxCat (los convergentes del huido Puigdemont) y si es precisa la CUP para seguir con el proceso. Illa ha negado el pacto, pero ya conocemos las palabras de su jefe: “Nunca pactaré con Podemos ni con Bildu. ¿Se lo repito 20 veces”? No, gracias. Salvador Illa, secretario general de Organización del PSC y responsable del programa electoral, no debe haberse leído el programa porque siguen apostando por el referéndum (“derecho a decidir”) y al diálogo si los separatistas superan el 60% de los votos. Mientras tanto, apoyan los indultos y solo se conformarán con la amnistía. Illa es tan serio como mentiroso. “El pueblo cree cualquier mentira descabellada. Y cuanto más descabellada, mejor”, veíamos de madrugada, en ”Quo Vadis” de Merlvin LeRoy. Los comuneros castellano-leoneses, los asturianos, los aragoneses y los andaluces,  se han rebelado contra el imperio de Sánchez pero Illa aplica la política del perro del hortelano. 17 Comunidades Autónomas, 17 sistemas de oponerse al coronavirus. Se pondrán de acuerdo en la sexta ola, cuando todo estemos muertos. Una tormenta perfecta con el virus reciñen llegado tras el Brexit. 

El presidente Donald Trump apura sus últimas horas en la Casa Blanca.

 Abandonar la pandemia -aunque su gestión haya sido un fracaso- en la mitad del tsunami de la tercera ola reafirma que este Gobierno solo actúa en clave electoral.  Minutos antes de que el ministro de Justicia, J.A. Campo, cuestionara la legitimidad de aplazar las elecciones del 14F, el Gobierno que preside interinamente Pere Aragonés y su Gobierno decretaban que se trasladen hasta el 30 de mayo. ¿Qué hubiéramos dicho si Trump hubiera suspendido las elecciones presidenciales de noviembre? ¿No se considera sagrado el derecho a votar? Puigdemont –que podrá presentarse tras dar un golpe de Estado y seguir huido de la justicia en Waterloo-  debe de descojonarse tras cobrar de nuestros impuestos 120.000 euros, escolta y oficina presidencial. Y, además, es eurodiputado español.  Otro con Torra.  Ni oposición ni Gobierno han modificado el Código Penal para inhabilitar a estos miserables nazional-socialistas. Pero buscan “okupar” por mayoría el CGPJ sin escuchar a los jueces y magistrados y obligar al Rey a que firme el indulto a los golpistas del 1-O. Otros hechos históricos. La verdad, estoy hasta el moño de tanto hecho histórico.  

¿Para qué quiere el presidente un mandato imperial de seis meses si no ejerce ningún liderazgo? Sencillo: para no ser controlado por el Parlamento. Así ha podido aprobar ya 82 decretos-ley, más que todos los firmados por Aznar, Zapatero y Rajoy juntos. La filosofía de legislatura es sencilla: vacunarnos a todos contra la indiferencia. Este año nuevo, en esta Edad de Hielo antes de las inundaciones que vienen, seguiremos en la resistencia. Entre todos los  demócratas tenemos que romper ese “escudo social de la impostura” de socialistas, comunistas, separatistas y filoterroristas que nos llevarán directamente a la ruina. En Quevedo aprendimos que “donde no hay justicia (democracia) es un peligro tener razón”.  La cuesta de enero va a durar este año hasta el otoño. ¡Que la UE nos proteja con su maná de millones! 

Antonio REGALADO dirige BAHIA DE ITACA en: aregaladorodriguez.blogspot.com