Una grieta en la democracia: el “impoundment” de Trump

Trump está armado con una agenda clara contra los cimientos que sostienen al Gobierno de Estados Unidos. Esta crisis institucional se ha visto exacerbada por la actuación del presidente Biden durante el último debate político televisado, lo que no ha hecho más que aumentar las posibilidades de Trump de acceder a la presidencia de nuevo.
Pero ¿qué significa una vuelta de Trump? Cuando dejé la CIA, acababa de completar una rotación no política en la Casa Blanca bajo la presidencia de Trump, sirviendo en el equipo de Presidential Daily Briefing. Este equipo es responsable de informar a la Casa Blanca y a los altos dirigentes sobre los acontecimientos mundiales de interés geopolítico, económico y de seguridad nacional. Funciona como una brújula que trata de ser lo más objetiva posible.
No son las decisiones de la política exterior, sobre las que se ha hablado mucho las que considero más problemáticas -como imponer un arancel del 10% a todos los productos, un arancel más alto a los productos chinos, presionar a Europa sobre las contribuciones a la OTAN, recortar la ayuda a Ucrania y apoyar objetivos sociales conservadores-, sino los planes de remodelar los cimientos del Gobierno estadounidense. Porque lo primero son las consecuencias, y mi preocupación gira en torno a la causa.
Mi paso por la Casa Blanca, en tanto que pertenecía a la CIA, me convirtió en partícipe y testigo de varios acontecimientos notables que ponen de relieve la importancia de contar con un funcionariado público imparcial de forma continua. Uno no politizado para asesorar las decisiones de un presidente. El asesoramiento impacta en decisiones políticas estadounidenses como el lanzamiento de misiles contra Siria tras los ataques químicos de Assad, apuntando a instalaciones militares sirias en respuesta al uso de armas químicas contra civiles. También estuve en contacto con el asesoramiento al Gobierno y los países aliados de EE. UU. tras el ataque perpetrado por espías rusos contra Sergei Skripal y su hija Yulia en Salisbury (Reino Unido). Sin embargo y contra toda recomendación Trump puso encima de la mesa una posible invasión a Venezuela, con serios planes militares en deliberación sobre una intervención militar.
En todos estos procesos el asesoramiento que prestaba con otros compañeros independientes fue socavado por Trump. Se encargaba de presionar al Departamento de Seguridad Nacional para que cancelara las protecciones de inmigración en contra del consejo de las comunidades diplomática y de inteligencia. Tuvimos que confrontar los planes de la Administración de Trump a través de los cuales quería poner fin al Estatus de Protección Temporal (TPS) para medio millón de migrantes centroamericanos y haitianos, acabando con el amparo para muchos que habían huido de la violencia y se enfrentaban a una posible deportación. No se trataba de incidentes aislados, muchas personas con información privilegiada han relatado historias similares de presiones para alterar los análisis de inteligencia.
¿Qué convierte en un segundo mandato de Trump en un posible atentado democrático? Se trata del denominado Proyecto 2025; una iniciativa de 22 millones de dólares liderada por la Fundación Heritage que tiene como objetivo implementar una agenda conservadora inmediatamente después del regreso de Trump. Planea reestructurar al menos a 50.000 funcionarios de carrera como designados políticos basándose en la lealtad a Trump y no en la profesionalidad o la experiencia.
Qué importante comprender ante lo que se avecina que un meteorólogo que rastrea tormentas no debería estar influenciado por la aprobación del presidente en el distrito que será golpeado por la tormenta, y, simultáneamente, un experto en misiles balísticos norcoreanos debería tener la experiencia sobre los diseños de misiles y cómo funcionan, independientemente de quién esté en la oficina y con quién se reúna el presidente. Esta reorganización, conocida como Schedule F, permitiría la sustitución de profesionales cualificados por leales a Trump. Es decir, por fans, en vez de técnicos.
Todo esto podrá formularse por la que es una figura de acción antidemocrática llamada “impoundment”. Se trata de “la incautación” que otorga al presidente el control sobre el gasto del Congreso. Bloqueando al Congreso,el acceso a los fondos, anulando de esta forma la autoridad del Congreso. De hecho, esto se puso a prueba durante el primer mandato de Trump -lo que dio paso a su destitución- cuando se negó a usar fondos para Ucrania, aunque ello hubiese sido aprobado por el Congreso en un esfuerzo por presionar al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky para que entregara a Trump pruebas incriminatorias sobre la familia Biden. Esta figura en su posible próximo mandato podría afectar a través de la revisión del Departamento de Justicia, el fin de los esfuerzos del FBI para frenar la desinformación, la revocación de la aprobación de las píldoras abortivas por parte de la FDA y la reducción del acceso de los medios de comunicación a la Casa Blanca.
Lo que amenaza el Proyecto 2025 es el equilibrio de poder. Es el control democrático lo que está en juego y esta situación podría conducir a un estilo gubernamental de cariz autoritario. Si bien el país ya padecía un deterioro de la separación de poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, las nuevas amenazas a los mismos podrían desestabilizar el equilibrio de poder. Hay antecedentes que lo demuestran: en un solo mandato, Trump nombró al 75% del total de jueces que Obama pudo nombrar en dos mandatos, y a tres jueces del Tribunal Supremo, inclinando la balanza a favor de un tribunal reivindicativo de tendencia conservadora. A estas alturas, quizás deberíamos plantearnos diversas preguntas como ¿cuáles son los límites para proteger los valores democráticos, la separación de poderes y sus instituciones representativas?
De las conversaciones con amigos que militan en el Partido Republicano se desprende que están obligados a declarar su pleno apoyo a Trump, y que cualquier desviación les pone una diana en la espalda. Esta persecución a la disidencia y al debate dentro del partido es perjudicial en un sistema bipartidista, en el que la diferencia de opiniones es crucial.
El tejido de toda democracia es más vulnerable de lo que creemos. Los cimientos consagrados a construir unos valores unitarios al margen de las diferencias ideológicas son los que permiten en el largo plazo el éxito de una nación. La integridad institucional en juego y esta incertidumbre dañina está cada vez más instalada. El autoritarismo no es un ejercicio lejano, la prevención de este es necesaria a través de tomarnos en serio los planes de quienes quieren socavar el concepto de “Democracia” por una sed de poder.
Björn Beam, experto en Geopolítica y Tecnología