El Sáhara marroquí: una nueva ecuación de soberanía y desarrollo

El Aaiún, Sáhara Occidental
El Aaiún, Sáhara Occidental
En el corazón de El Aaiún, lejos de las cámaras de eco de la diplomacia tradicional, este fin de semana se transmitió un poderoso mensaje: el Sáhara marroquí ya no es una mera cuestión de fronteras, es una cuestión de nación, de destino compartido y de visión de Estado

El simposio nacional celebrado bajo el lema “De la legitimidad de la historia a las apuestas del futuro” marca un cambio decisivo en la forma en que Marruecos aborda sus provincias meridionales. El Reino ya no se contenta con argumentos legalistas o recordatorios históricos -ambos inatacables-, sino que está reescribiendo la narrativa en torno al Sáhara, situando el desarrollo, la democracia y el compromiso cívico en su centro.

Mohamed Ould Rachid, presidente de la Cámara de Consejeros, marcó la pauta. Sus palabras no fueron las de una figura ceremonial, sino las de un pensador estratégico que expone una doctrina: el futuro del Sáhara no se construye en las salas de negociación de Nueva York, sino sobre el terreno, a través de las infraestructuras, la educación y la inclusión. Esta es la esencia de la regionalización avanzada de Marruecos, un proyecto audaz que busca alinear la soberanía con la oportunidad y convertir la legitimidad política en progreso tangible.

Bajo el liderazgo del rey Mohamed VI, el Sáhara se ha convertido en un laboratorio viviente para la fusión de la unidad nacional y el empoderamiento regional. De Dajla a El Aaiún, lo que se está desarrollando no es una mera respuesta a un conflicto, sino una visión proactiva, con la iniciativa de autonomía como ancla constitucional y la cohesión social como motor.Pero la soberanía, como nos recordó Ould Rachid, no está garantizada únicamente por las infraestructuras. Requiere personas -funcionarios elegidos que hablen con legitimidad, líderes tribales que encarnen la continuidad y actores de la sociedad civil que anclen la transformación en la realidad cotidiana. La referencia al discurso real del 46º aniversario no fue una coincidencia: las tribus del Sáhara no son apoyos externos de la reivindicación marroquí, sino su fundamento histórico y moral.

Pero quizá la intervención más llamativa fue la de Lahcen Haddad, jefe del grupo de trabajo temático del Parlamento sobre la causa nacional. Para él, defender el Sáhara no es una cuestión de resistencia retórica, sino de visión estratégica. La autonomía no es sólo una propuesta, es un proyecto. Y los proyectos necesitan planificación, participación y resultados. Según Haddad, las provincias del sur deben convertirse en motores de la integración africana, imanes para la inversión y ejemplos de justicia espacial en acción.

Esto significa integrar el modelo de autonomía en la gobernanza cotidiana, en la forma en que los jóvenes acceden a las oportunidades, en cómo las mujeres configuran las políticas, en cómo evolucionan las instituciones. Significa repensar el Sáhara no como una periferia sino como un pivote, una puerta de África y un símbolo de cómo puede ser la soberanía poscolonial cuando invierte en las personas y no en eslóganes.

El simposio de El Aaiún no fue la conclusión de un proceso, sino una plataforma de lanzamiento. Señaló que la política marroquí respecto al Sáhara está entrando en una nueva fase: una en la que la legitimidad se mide no sólo por el reconocimiento internacional, sino por las escuelas construidas, las carreteras pavimentadas, las empresas creadas y las voces escuchadas.

Ha llegado el momento de convertir el consenso en acción, y la acción en transformación.

Said Temsamani, analista político.