
El mundo llega con mejores perspectivas al cierre del primer semestre del año en parte impulsado por una creciente masa de turistas internacionales; la inflación empieza a menguar en varios países gracias a la política monetaria restrictiva con continúas alzas de interés, pero el comercio mundial sigue sin recuperar su dinámica previa a la pandemia y permanece afectado por la guerra en Ucrania y los roces arancelarios entre China y Estados Unidos. La situación de los “commodities” es un constante quebradero de cabeza.
Hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) manifestó cierta ilusión tras reajustar sus estimaciones de PIB mundial para este año: con base al desempeño de los últimos meses, el crecimiento global podría cerrar este año con un PIB del 3%, una mejora de 0,2 puntos porcentuales, respecto de sus estimaciones de abril.
En la opinión de Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI, el camino se ve menos brumoso, pero eso no significa estar totalmente fuera de peligro.
Primordialmente hay un grupo de países que lo están haciendo mejor que otros mostrando una resistencia considerable en medio de la inestabilidad y la incertidumbre. El FMI destaca sobre todo el desempeño de las economías de mercados emergentes.
“Muchas lograrán crecimientos del 4% o superiores a esta cifra para el período de 2023 y podrían situarse mucho mejor para 2024; todo dependerá también de cómo vaya fluyendo el crédito y de los niveles de la deuda”, explicó Gourinchas.
En el caso de Estados Unidos, el organismo internacional elevó su perspectiva y pronostica un crecimiento del 1.8% en 2023 frente al 1.6% en abril, ya que el mercado laboral se mantuvo fuerte.

La economía norteamericana evidencia una resiliencia de cara al tercer trimestre del año, apuntalada por un creciente gasto de los consumidores; un mercado laboral fuerte y un repunte en el gasto público.
¿Se ha disipado la nube de la recesión en EU? No del todo. El FMI avizora un aterrizaje suave, tanto para este año, como para 2024, con un PIB de 0.8% para el próximo año.
Todo dependerá de la conjugación de una serie de factores: la persistencia de la inflación; el impacto de las tasas de interés en la industria de la construcción y el sector inmobiliario; y el agotamiento del exceso de ahorro en las familias amasado durante la pandemia.
En el caso de China, la perspectiva del FMI sigue siendo la misma, con una proyección de crecimiento de 5,2% en 2023 y de 4,5% en 2024; aunque no excluye una debilidad más acuciosa en el sector inmobiliario y una desaceleración, tanto en la demanda interna, como externa, de cara a diciembre.
Es llamativo que el índice oficial manufacturero de China se ha mantenido por debajo del umbral de 50 puntos desde abril, lo que indica una contracción en las actividades fabriles, a medida que la demanda de exportaciones chinas va menguando.
Entre abril y junio, la economía china aumentó un 6,3% muy por debajo de las expectativas que ha llevado al gobierno de Xi Jinping ha recalibrar su meta de PIB en 2023, sobre del 5%.
Recientemente, su economía cayó en deflación por primera vez en más de dos años luego de reportar que los precios del consumidor se situaron en 4,4% en el mes de julio.
Ha sido un descenso del 0.3% interanual porque los consumidores chinos no gastan tanto como se esperaba. Otro mal dato es la caída en las exportaciones de julio con un desplome del 14.5% respecto del mismo mes del año pasado.
Por su parte, otras economías asiáticas reportan un comportamiento positivo más estable con India liderando los márgenes tras crecer 5,8%; Filipinas 5,6% y Vietnam 5,5%; todos en mayo pasado.
En cuanto a América Latina, el organismo multilateral elevó hasta el 1,9% el PIB en la región, la revisión fue de 0,3 puntos porcentuales, en parte porque Brasil y México tendrán repuntes por arriba de lo esperado: para Brasil, el pronóstico de PIB pasó de un 0,9% a un 2,1% para este año y para México, el PIB se reajustó en 2,6% con una mejoría de 0,8 puntos porcentuales impulsada por el dinamismo del sector servicios.
En el caso de la Unión Europea (UE), el escenario sigue siendo complejo para Alemania, la principal economía europea y se anticipa que sufrirá una contracción de 0,3% este año. Para Reino Unido, otra de las grandes economías del mundo, el FMI mejoró su perspectiva de PIB con un crecimiento marginal de 0,4% sacando a la economía británica del terreno de la recesión.
Para la zona euro, la perspectiva es de un PIB de 0,9% en 2023 y de 1,5% en 2024, ambas proyecciones subieron ligeramente en 0.1 puntos porcentuales.
Este pronóstico dependerá igualmente de un grueso de variables con la inflación en primera línea; el impacto de las altas tasas de interés en la población y una demanda externa debilitada que básicamente golpea al sector manufacturero de la región.

Optimismo con precaución
De acuerdo con Euromonitor International, a pesar de cierta alegría observada en la economía mundial, hay factores que permanecen en el tiempo actuando en contra: 1) la invasión de Rusia a Ucrania cuya suspensión del acuerdo para la exportación de granos y cereales desde los puertos ucranios bajo control ruso como el Azov y la salida al mar Negro amenazan el suministro de granos a países africanos y de otras partes del mundo; 2) la persistencia en las tensiones geopolíticas con Estados Unidos y una serie de países aliados confrontados con Rusia; 3) el cambio climático alterando los ciclos de producción con las altas temperaturas y la sequía afectando a muchos cultivos; y; 4) la inestabilidad observada en casi todas las materias primas que llevan tiempo oscilando incluido el precio de los energéticos.
La empresa de investigación de mercados con sede en Londres ha corregido ligeramente al alza su perspectiva de PIB mundial para 2023 debido a que el comportamiento observado, de enero a julio, en buena parte de las economías ha mostrado una resiliencia clave para no caer en recesión.
Euromonitor International señala que la inflación va descendiendo porque en varios países la desaceleración en los precios está dando sus frutos como parte de la estrategia del incremento en las tasas de interés y el endurecimiento de las condiciones financieras.
Hasta la fecha, la Reserva Federal de Estados Unidos, ha subido los tipos de interés en diez ocasiones, desde marzo de 2022, hasta llevar las tasas a los niveles actuales de entre el 5 y el 5,25%. Si bien no descarta un nuevo incremento antes de que concluya el año.

En consonancia, el Banco Central Europeo (BCE) ha secundado a la FED y ha salido de su política de tasas cero a reajustarlas al alza, de forma consecutiva, hasta en nueve ocasiones. Tampoco descarta seguir aumentándolas en lo que resta del año.
A finales de julio, la tasa de refinanciación se ubicó en 4,25% y la tasa marginal de préstamos en 4,50% y mucho de lo que suceda en este ritmo de ajustes dependerá de la situación de la inflación en los países de la Unión Europea (UE).
La propia Christine Lagarde, presidenta del BCE, ha señalado que las decisiones al respecto serán tomadas en la reunión de septiembre, tras evaluar los datos económicos del primer semestre del año.
“Pasamos a un período en el que dependeremos de los datos económicos. De esta manera sabremos si volveremos a subir las tasas de interés o quizá hacemos una pausa”, declaró Lagarde recientemente.
El rápido endurecimiento de la política monetaria ha pesado sobre los sectores de la vivienda, el financiero y el manufacturero, la debilidad se ve compensada por la fortaleza del sector de los servicios.
Tras cerrar el primer semestre del año no hay un consenso claro: los economistas del World Economic Forum tienen posturas muy encontradas al respecto de si 2023 será un año de aterrizaje suave o bien un año que marcará la senda de la recesión.
Durante la Cumbre de Crecimiento del Foro, que tuvo lugar los días 2 y 3 de mayo de 2023, un grupo de economistas discutió acerca del estado de la economía mundial. La incertidumbre parece ser la única certeza, al menos momentáneamente.
El 45% de los economistas participantes en dicho foro consideran que es probable una recesión a partir de este año; sin embargo, otro 45% no lo ven así y creen que es poco probable.
“A medida que los líderes navegan por los precarios vientos en contra de la alta inflación, el crecimiento desigual y la fragmentación geopolítica, la cooperación internacional y la formulación de políticas sólidas nunca han sido más importantes”, expresó Saadia Zahidi, directora gerente del Foro.
El consenso cree que Asia y América Latina liderarán el repunte y seguirán mostrando resiliencia ante el vendaval internacional; mientras que la peor parte se la llevarán las economías de la UE y la eurozona que está más expuesta a la guerra de Rusia en Ucrania; a los vaivenes de los petroprecios y el gas y a la inestabilidad en general del precio de las materias primas. En consecuencia, se considera que Europa tiene el mayor riesgo de estanflación.
Los precios empiezan a bajar
Como respuesta a la política monetaria restrictiva, el FMI predice que la inflación general mundial bajará al 6,8% este año; en 2022, se ubicó en 8,7% y para 2024, podría descender al 5,2%.
Sobre del horizonte de 2025 es que podrían verse ya más claros los efectos del alza de tasas en la reducción de la inflación, aunque también dependerá de la duración de la guerra de Rusia en Ucrania y de los trastornos que se han generado en muchos “commodities” fundamentalmente energéticos, cereales y otros granos.
También del impacto de fenómenos climáticos como El Niño y otros fenómenos extremos como la sequía y las altas temperaturas que están secando muchos cultivos.
En la zona del euro, la inflación está en retroceso, al 5,5% observada en junio pasado pero el BCE quiere reducirla drásticamente hasta el objetivo del 2% y para eso queda un largo trecho.
El riesgo es debilitar el crecimiento económico y provocar una crisis financiera colateral. De hecho, Klass Knot, gobernador del Banco Central de Países Bajos, viene pidiendo prudencia al BCE.
En Estados Unidos, también está el objetivo de reducir la inflación al 2%, y el propio Jerome Powell, presidente de la FED, no ha descartado nuevas subidas de tipos de interés a pesar de que las tasas ya rebasaron la barrera del 5%.
En mayo pasado, la inflación en la economía norteamericana se ubicó en el 4%; en abril se reportó del 4,9% y con ese dato se encadenan once meses de continuos descensos mensuales en la inflación.
No obstante, varios analistas contrarios a la política monetaria restrictiva advierten que el aumento del costo del crédito ha tenido considerables efectos para los consumidores y las empresas, encareciendo préstamos hipotecarios, de automóviles y otros, lo que a medio plazo ha reducido la cantidad de dinero disponible para el consumo.
En este frenazo a la inflación han tenido bastante que ver los precios de la gasolina que han disminuido casi un 20% y el precio de los huevos redujo 13,8% es la mayor caída desde 1951.
Sin embargo, otros precios siguen subiendo: la vivienda, incluido el alquiler; el precio de la ropa, de la cerveza, los seguros y el mantenimiento de automóviles así como las tasas escolares.
El objetivo de la Fed apunta hacia una inflación del 2% y no parece que se vaya a abandonar en el mediano plazo, ni siquiera en un año electoral, en 2024. Por lo pronto, la tasa de desempleo norteamericana está en el 3,5% y el número de parados suma casi seis millones de personas y marcará la pauta a seguir.