Maduro imita a Putin y desencadena una guerra en Latinoamérica

Nicolás Maduro, el aventajado aprendiz de dictador de Venezuela, está intentando desencadenar una guerra en Latinoamérica, ahora el único continente que disfruta de paz. Preocupado seguramente por la mala imagen que se ha creado multiplicando la pobreza y restringiendo las libertades, ante las elecciones sin fecha que tendrá que convocar, ha puesto en marcha una agresión contra Guyana, su país vecino más modesto, para usurparle un tercio del territorio y convertir la región de Esequibo en territorio propio.
Con ello pretende dos objetivos, uno político provocando una peligrosa iniciativa de distracción entre los ciudadanos y otro económico, que es apoderarse de un territorio en el que se han descubierto recientemente yacimientos importantes de hidrocarburos. Un par de semanas atrás improvisó un referéndum para encontrar una justificación a sus pretensiones en el que un más que reducido e insignificante número de votantes, sin garantías de ningún género tanto en los comicios como en el recuento, se proclamó ganador por un 95%.
Con este resultado no perdió ni un minuto: ya envió a un delegado a asumir el primer control y a un contingente militar casualmente mandado por un primo del hombre fuerte del régimen, Diosdado Cabello, para ir tomando posiciones. El modesto Gobierno de Guyana, dirigido por Irfaan Ali, protestó, pero en Caracas nadie reaccionó. La pretensión de conquista supondría al país la pérdida de un tercio de su territorio y de 125.000 habitantes de los 800.000 con que cuenta. La alarma enseguida cundió entre los gobiernos del Continente; casi todos ellos, a excepción de Cuba y Nicaragua, con reacciones más o menos críticas a Maduro ante semejante amenaza. El brasileño Lula da Silva, que preside un Gobierno democrático de izquierdas, fue el que reaccionó con más contundencia.
La propuesta más generalizada es que el conflicto creado se resuelva con una negociación o con el dictamen de la Corte Internacional de Justicia. Maduro intenta justificar la agresión recurriendo a argumentos basados en las negociaciones sobre las fronteras establecidas con la independencia de las colonias españolas en el año 1811 (Guyana la obtuvo de Gran Bretaña en 1966). Los Estados Unidos han reaccionado con rapidez. El secretario de Estado, Antony Blinken, expresó su apoyo a Guyana y el Pentágono anunció maniobras de disuasión en aquellas aguas. Entre tanto, la diplomacia latinoamericana esta activa en un intento por evitar un conflicto armado y el Consejo de Seguridad de la ONU tratará el problema en una sesión a puerta cerrada la próxima semana.
Algunos analistas de prensa han expresado sorpresa porque el Gobierno español todavía no haya hecho ninguna manifestación sobre un conflicto que afecta a su historia y a países de su órbita cultural. Esta demora fue atribuida en algún caso a las especiales relaciones del expresidente Rodríguez Zapatero con Nicolás Maduro.