Un año después del 7 de octubre: ¿hacia dónde se dirige la guerra en Oriente Medio?

Soldados de una unidad del ejército iraní marchan durante el desfile militar anual que conmemora el aniversario del inicio de la guerra de 1980-1988 contra el Irak de Sadam Husein, en Teherán, el 21 de septiembre de 2024 - PHOTO/AFP 
Soldados de una unidad del ejército iraní marchan durante el desfile militar anual que conmemora el aniversario del inicio de la guerra de 1980-1988 contra el Irak de Sadam Husein, en Teherán, el 21 de septiembre de 2024 - PHOTO/AFP 
Se especula mucho sobre la actual guerra en Oriente Medio. ¿Hasta dónde llegará esta guerra?¿Podemos esperar una tregua o la paz? Para responder a estas preguntas, analicemos primero los factores fundamentales de este conflicto, lo que nos permitirá después dar respuesta a las cuestiones planteadas anteriormente.
  1. Los actores clave del conflicto
  2. «Muerte a Israel» como base para la represión interna
  3. El levantamiento de 2022 en Irán
  4. Belicismo: el corazón del régimen de los mulás
  5. ¿Hacia dónde se dirige la guerra actual?

Los actores clave del conflicto

Si echamos la vista atrás, los principales factores de la actual guerra en Oriente Medio se remontan a 2020. El primer factor significativo fue la firma de los Acuerdos de Abraham el 15 de septiembre de 2020 por delegaciones de alto nivel de Israel, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, bajo los auspicios de Estados Unidos en la Casa Blanca. Este acuerdo marcó el inicio de la normalización de las relaciones entre Israel y varios países árabes, inaugurando una nueva era. 

Este paso despertó la hostilidad del régimen de los mulás, ya que socavaba su eslogan de siempre: «Muerte a Israel». Ali Jamenei, Líder Supremo de Irán, consideró el acuerdo como una amenaza existencial para su régimen.

«Muerte a Israel» como base para la represión interna

Surgido de una ideología arcaica e incapaz de responder a las necesidades de su pueblo en el siglo XXI, el régimen iraní, desde el momento de su fundación -impuesta a Irán por un accidente de la historia-, ha tenido que recurrir a la represión para sobrevivir. Para ocultar esta represión, los mulás han optado por extender su influencia regional fomentando guerras y crisis y promoviendo el terrorismo. Esta estrategia se ha convertido en el pilar de su supervivencia.

Siguiendo esta política belicista, el régimen comenzó a entrenar fuerzas de apoyo en la región ya en 1980, intensificando este esfuerzo en el Líbano en 1982. El régimen utilizó los lemas «Muerte a Israel» y «Muerte a Estados Unidos» para poner bajo su influencia a las fuerzas más reaccionarias de la región. Los ingentes ingresos procedentes del petróleo y el gas también se han utilizado para financiar este objetivo clave.

El levantamiento de 2022 en Irán

Un rápido vistazo a los levantamientos en Irán muestra que cada oleada de revueltas ha golpeado al régimen con mayor intensidad. La revuelta de 2022 duró varios meses, y aunque el régimen consiguió sofocarla mediante una brutal represión, se esperaba un levantamiento aún más violento. Esta vez, con la expansión por todo el país de las unidades de resistencia dirigidas por los Muyahidines del Pueblo, enemigos acérrimos de los mulás, el movimiento popular bien podría conseguir derrocar al régimen. Jamenei declaró abiertamente en 2021 que Irán necesitaba un «gobierno al estilo de Hezbolá» inspirado por Qassem Soleimani. Hoy, Jamenei está asediado, tanto dentro como fuera del país, y debe romper este cerco.

En marzo de 2022, en un discurso pronunciado en Mashhad, declaró que debía prestarse pleno apoyo al Eje de la Resistencia. Esta declaración fue una clara señal de que el régimen estaba preparando una guerra regional.

Belicismo: el corazón del régimen de los mulás

Cuando Jomeini se vio obligado a aceptar un alto el fuego con Irak durante la guerra Irán-Irak, habló de «beber la copa del veneno». Alí Jamenei, su sucesor, admitió recientemente que esa guerra de ocho años, que costó un billón de dólares y millones de muertos y discapacitados, había servido para enmascarar una guerra civil por la supervivencia del régimen islámico. En diciembre de 2016, Jamenei dijo: «Si no hubiéramos detenido a los sediciosos [partidarios de la libertad] en Siria, habríamos tenido que luchar contra ellos en Teherán, Jorasán e Isfahán», refiriéndose a la resistencia popular en Irán.

El régimen iraní nunca ha firmado un tratado de paz con Irak, ni siquiera cuando tiene una influencia significativa sobre ese país. Desde su creación, este régimen siempre ha estado implicado en guerras y crisis regionales. El belicismo y la creación de crisis son la esencia misma de este régimen: no puede sobrevivir sin ellos. Pensar que el régimen iraní podría renunciar a sus tendencias belicistas, incluso después de ver debilitadas sus fuerzas en la región, sería un error de juicio.

¿Hacia dónde se dirige la guerra actual?

Si trazamos la guerra desde el 7 de octubre del año pasado hasta el día de hoy, podemos ver una espiral, que indica que los enfrentamientos directos entre el régimen iraní e Israel se producen a intervalos cada vez más cercanos, acercándose a un clímax. Inicialmente, Jamenei negó cualquier implicación en los ataques contra Israel, hasta que Israel apuntó al cerebro de estos ataques en la embajada iraní en Siria. En respuesta, Irán atacó a Israel desde su propio territorio.

Israel tomó entonces represalias atacando los sistemas de defensa de las instalaciones nucleares del régimen en Natanz, antes de eliminar a Hassan Nasrallah, la figura más importante y estratégica para el régimen iraní. La última respuesta iraní ha sido lanzar misiles balísticos contra Israel. Por tanto, los enfrentamientos militares continuarán inevitablemente.

El motor de esta guerra es una paradoja: la naturaleza belicista del régimen iraní. Aunque este régimen ha intentado transformar el conflicto regional, que gira en torno a su propio belicismo, en un conflicto entre musulmanes y judíos, en realidad nunca ha querido una guerra de tal envergadura. Esta paradoja, independiente de los actores clave -Irán e Israel-, actúa como fuerza motriz empujando la situación hacia un punto de no retorno.

El régimen iraní se enfrenta a dos opciones:

  1. O bien acepta un enfrentamiento directo con Israel, lo que implica que sigue apoyando a sus fuerzas interpuestas. En este caso, los ataques israelíes podrían desestabilizar el régimen, creando una situación propicia para nuevos levantamientos.
  2. O «bebe la copa del veneno» y deja de apoyar a sus fuerzas interpuestas. En ese caso, tendrá que abrirse internamente y, como mínimo, reducir la represión. Hasta ahora, la represión se ha enmascarado con la guerra, pero una vez eliminada esta opción, el régimen tendrá que enfrentarse a la disidencia que, tras cuarenta años de represión, podría estallar violentamente.

En ambos casos, corresponde al pueblo iraní y a su resistencia organizada derrocar este régimen y liberar tanto a Irán como a la región de sus garras. Lo que el pueblo iraní quiere realmente de la comunidad internacional es que se ponga fin a la larga política de complacencia que ha permitido sobrevivir a este régimen, a costa de cientos de miles de muertos en Oriente Medio.

Hamid Enayat, politólogo especializado en Irán, colabora con la Oposición Democrática Iraní (CNRI).

Artículo publicado previamente en La Dépêche