Una hoja de ruta para la paz en Oriente Próximo

Manifestantes se reúnen en Marble Arch antes de marchar a Trafalgar Square para protestar contra la República Islámica en Irán tras la muerte de Mahsa Amini - PHOTO/JONATHAN BRADY vía AP
Durante décadas, el régimen iraní ha sido uno de los principales factores de inestabilidad en Oriente Próximo
  1. El papel desestabilizador del régimen iraní en Oriente Medio
  2. Una hoja de ruta práctica hacia la paz

Ya sea apoyando a las milicias en Siria e Irak, armando a los hutíes en Yemen, financiando a Hamás o proporcionando apoyo logístico a Hezbolá en el Líbano, la política exterior de Teherán se basa en expandir su influencia regional por medios coercitivos y violentos.

Al mismo tiempo, dentro de sus propias fronteras, el régimen sigue violando sistemáticamente los derechos humanos, suprimiendo la democracia e imponiendo medidas represivas extremas a su propia población.

Ante esta situación, el movimiento de resistencia iraní se presenta como una alternativa democrática y una esperanza de un futuro mejor, no sólo en Irán, sino en toda la región. Este movimiento no sólo lucha por la libertad y la igualdad en Irán: también propone un modelo para acabar con la dictadura, el extremismo religioso y la violencia en Oriente Medio. La comunidad internacional tiene ahora la oportunidad y la responsabilidad de comprender mejor este movimiento y apoyarlo activamente.

El papel desestabilizador del régimen iraní en Oriente Medio

A pesar de los acuerdos de alto el fuego y las iniciativas diplomáticas en la región, las fuerzas indirectas del régimen iraní siguen actuando agresivamente. Por ejemplo, las milicias respaldadas por Irán atacan regularmente objetivos israelíes y estadounidenses, incluso después del acuerdo de tregua en el Líbano.

Irán también persiste en su injerencia en Siria. Recientemente, Abbas Araqchi, ministro de Asuntos Exteriores iraní, afirmó que Irán estaría dispuesto a enviar refuerzos a Siria si Damasco los solicita.

En un plano más amplio, existe consenso entre los expertos internacionales en que el camino hacia una paz duradera en Oriente Próximo pasa por la creación de dos Estados independientes, Israel y Palestina, que coexistan pacíficamente. Sin embargo, desde los Acuerdos de Oslo, el régimen iraní ha sido el primero en oponerse violentamente a este objetivo apoyando actos de terrorismo. Por ejemplo, el asesinato de Rafik Hariri en el Líbano y la injerencia iraní a través de Hezbolá han desestabilizado profundamente el Líbano.

Históricamente, la estrategia del régimen iraní se asemeja al expansionismo imperialista, cuyo objetivo es mantener su poder exportando la violencia más allá de sus fronteras. Basado en dogmas religiosos arcaicos, este régimen está en total contradicción con los valores del siglo XXI. Para mantener el poder, se basa en una doble estrategia: la represión brutal dentro de sus fronteras y la creación de crisis fuera de ellas.

Desde su creación, este régimen ha perpetrado actos como la toma de rehenes en la Embajada estadounidense en 1979, y sigue utilizando hoy el terrorismo y los secuestros como instrumentos de presión política. Internamente, prácticas extremas como amputaciones, cegueras forzadas y la ejecución sistemática de prisioneros son ejemplos estremecedores de su uso de métodos medievales.

Mientras este régimen siga vigente, la paz y la coexistencia en Oriente Próximo seguirán siendo una ilusión. Del mismo modo, las nociones de democracia y libertad en Irán no tendrán ninguna posibilidad de surgir bajo su dominio.

Una hoja de ruta práctica hacia la paz

Ante un régimen tan opresivo, la respuesta natural del pueblo iraní ha sido organizarse en una resistencia generalizada. Como primeras víctimas de este régimen, los miembros de la Resistencia iraní encarnan una alternativa creíble, basada en los ideales de libertad, igualdad y democracia.

La Resistencia iraní no sólo lucha por la libertad en Irán, sino que propone un modelo para poner fin a décadas de dictadura, guerra y violencia en una región marcada por el autoritarismo y las políticas de apaciguamiento.

He aquí los elementos clave de la hoja de ruta propuesta por la Resistencia iraní:

1. Expansión de las unidades de resistencia:

Las unidades de resistencia, formadas por pequeños grupos de tres o más miembros, se crearon en 2015 para coordinar acciones contra el régimen. En la actualidad, miles de estas unidades operan en todo Irán, arraigadas en sus comunidades locales. Esta conexión social les permite operar con seguridad al tiempo que aumenta su capacidad de expansión.

Su principal misión es contrarrestar la represión del régimen manteniendo un clima de desconfianza y evitando que la sociedad se hunda en el miedo. Estas unidades realizan actualmente una media de 20 acciones antirepresivas al día, lo que demuestra su eficacia.

Estos grupos también desempeñan un papel crucial en la transformación de las protestas sociales en auténticos levantamientos nacionales. Durante el levantamiento de 2019, por ejemplo, estas unidades formaron la columna vertebral de las protestas, obligando al régimen a recurrir a una represión sangrienta que dejó más de 1.500 muertos.

Contrariamente a la propaganda del régimen, que afirma que una caída del poder conduciría a una guerra civil o a la fragmentación de Irán, la presencia y organización de las unidades de resistencia garantiza la capacidad de mantener la integridad territorial del país al tiempo que neutraliza a las fuerzas represivas como la Guardia Revolucionaria.

2. El papel central de las mujeres en la Resistencia:

Maryam Akbari Monfared, encarcelada desde hace más de 15 años, es un símbolo de la resistencia de las mujeres iraníes frente al fundamentalismo religioso.

Las mujeres ocupan un lugar central en la Resistencia iraní, en particular al frente de numerosas unidades de resistencia. Su lucha ilustra no sólo su búsqueda de la igualdad de género, sino también su papel clave en la movilización y transformación de la sociedad iraní.

El levantamiento nacional de 2022, marcado por la fuerte participación y liderazgo de las mujeres, demostró su poder y determinación para construir una sociedad justa e igualitaria.

3. La experiencia histórica y organizativa de los Muyahidines del Pueblo:

La Organización Muyahidín del Pueblo de Irán (PMOI/MEK), con casi 60 años de lucha contra las sucesivas dictaduras del Sha y de los mulás, constituye la columna vertebral de la Resistencia iraní.

Sus miembros, muchos de los cuales han sobrevivido a años de tortura y encarcelamiento, están ahora agrupados en el campo Ashraf 3 de Albania. Su pericia organizativa y su experiencia única los hacen esenciales para la gestión de este movimiento.

4. El Consejo Nacional de Resistencia de Irán, una alternativa democrática:

El CNRI es una coalición política única, que reúne a diversas corrientes con una directriz clara: ni sha, ni mulás.

Con 457 miembros, de los que más del 50% son mujeres, el CNRI refleja un compromiso con la igualdad y la diversidad. Su política de acción afirmativa garantiza una representación significativa de mujeres en la dirección política del futuro Irán.

El programa de diez puntos del CNRI incluye la separación de la religión y el Estado, la igualdad entre etnias y confesiones, la abolición de la pena de muerte y un Irán no nuclear. Estos valores democráticos universales constituyen el núcleo de su proyecto político.

La Resistencia iraní es una alternativa viable y humana a la dictadura de los mulás. Con un mayor apoyo de la comunidad internacional, no sólo puede liberar a Irán, sino también llevar la paz y la estabilidad a una región asolada por décadas de violencia. Ha llegado el momento de apoyar este movimiento de esperanza.