La tercera vía: la única salida a la crisis iraní
- Entre la guerra y la complacencia: un callejón sin salida que hay que evitar
- Una Resistencia enraizada en el pueblo
- Un plan creíble para la transición democrática
Para evitar un nuevo levantamiento -potencialmente decisivo-, el dictador religioso ha encendido la chispa de la guerra. Del mismo modo que pocos creían en el fin del régimen sirio, a muchos aún les cuesta vislumbrar la inminente caída del régimen iraní.
La guerra que comenzó el viernes 13 de junio abre una fase especialmente crítica, tanto para la región como para la Resistencia. Pero el verdadero enfrentamiento es entre el pueblo iraní y la dictadura teocrática, una lucha que dura ya 43 años. El régimen fundado por Jomeini ha intentado sistemáticamente ocultar esta lucha fundamental atizando conflictos externos.
La única solución viable es el derrocamiento del régimen por el pueblo iraní y su resistencia organizada.
Entre la guerra y la complacencia: un callejón sin salida que hay que evitar
La comunidad internacional no tiene que elegir entre una guerra impuesta por el régimen y una política de complacencia que ha permitido al régimen imponerse. Hay una tercera vía.
El 18 de junio, Maryam Rajavi, presidenta del Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), declaró durante un discurso en Estrasburgo, en el Parlamento Europeo: “Hoy vemos que la complacencia ha conducido efectivamente a la imposición de la guerra. Una vez más, insisto en que la paz y la seguridad en esta parte del mundo requieren un cambio de régimen en Irán, propiciado por el pueblo iraní y su Resistencia”.
En 2002, el CNRI reveló la existencia del programa nuclear clandestino del régimen. Desde entonces, a través de conferencias, discursos y artículos, ha advertido contra el peligro de un Irán con armas nucleares, pero sobre todo contra la injerencia regional, que es cien veces más destructiva.
Sin embargo, estos esfuerzos han conducido a una situación paradójica: mientras que el CNRI fue incluido en las listas de terroristas occidentales y solo fue retirado de ellas en 2012, ¡el régimen siguió enriqueciendo uranio con total libertad!
Tras el acuerdo de 2015, a pesar de la liberación de 150.000 millones de dólares en activos congelados, el régimen siguió enriqueciendo uranio al 60 %, alcanzando el nivel de material necesario para diez bombas. A continuación, incendió la región con sus milicias. La pasividad internacional permitió que esta guerra se impusiera entre el derramamiento de sangre y el caos.
Una Resistencia enraizada en el pueblo
A pesar de las masacres de 1981 y 1988 -incluida la ejecución de 30.000 presos políticos-, la Resistencia iraní se ha mantenido en pie. Fortalecida por un vínculo inquebrantable con el pueblo, en la última década ha establecido unidades de resistencia en todo el país.
Hoy, estas miles de unidades, activas en todo Irán, defienden tanto la unidad nacional como la aspiración a la democracia. Sólo en un año, han llevado a cabo más de 3.000 acciones contra la represión y miles de campañas de sensibilización.
Muchos de estos jóvenes pertenecen a la generación Z, y entre sus lemas figuran “No al Gobierno impuesto, no a la religión impuesta, no al hiyab impuesto”. Su fuerza reside en su organización, su resistencia y su fe inquebrantable en un futuro libre.
Un plan creíble para la transición democrática
Durante seis décadas, la PMOI, pilar de la Resistencia iraní y miembro fundador del CNRI, ha resistido a dos dictaduras.
Desde hace más de 40 años, la Resistencia organizada cuenta con un programa de transición escrito y público. El CNRI tiene previsto gobernar sólo seis meses tras la caída del régimen, el tiempo necesario para organizar la elección de una Asamblea Constituyente encargada de redactar una nueva Constitución. A continuación, se transferirá el poder a esta asamblea elegida.
La Resistencia ha demostrado que es capaz de instaurar en Irán una república democrática, donde cada ciudadano -sea cual sea su origen o creencia- pueda expresarse libremente. Gracias a un parlamento en el exilio y a la asignación de responsabilidades clave a las mujeres, la Resistencia dice alto y claro: «Ni la dictadura del Sha ni la de los mulás».
Su objetivo era cerrar la herida centenaria de una tiranía que, monárquica o religiosa, había dividido a los pueblos de la región.
En este periodo decisivo, la Resistencia no retrocederá. Continuará su marcha hacia un Irán libre, y la historia confirmará una vez más su legitimidad popular.
Artículo publicado previamente en La Dépêche