La guerra silenciosa: traición, infiltración y el colapso interno del Estado iraní

Líder Supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, observa durante una reunión en la exhibición de logros de la Fuerza Aeroespacial del IRGC en Teherán, Irán, el 19 de noviembre de 2023 - Oficina del Líder Supremo iraní WANA (Agencia de Noticias de Asia Occidental) vía REUTERS
Líder Supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, observa durante una reunión en la exhibición de logros de la Fuerza Aeroespacial del IRGC en Teherán, Irán, el 19 de noviembre de 2023 - Oficina del Líder Supremo iraní WANA (Agencia de Noticias de Asia Occidental) vía REUTERS
En medio de una guerra de sombras que durante muchos años fermentó en los pasillos de la inteligencia internacional, los ataques israelíes dirigidos contra Irán no fueron meros destellos militares pasajeros

Son una expresión rotunda de una guerra de inteligencia no convencional, cuyos hilos se tejieron pacientemente a lo largo de años de infiltración, penetración y reclutamiento en las profundidades del propio sistema iraní.

Esta guerra alcanzó su punto culminante el 12 de junio de 2025, cuando el enfrentamiento estalló de forma pública, pero sus raíces se extienden mucho más atrás, hasta ese tiempo en que el enemigo ya no tocaba las puertas desde afuera, sino que las abría desde dentro, con las llaves de la traición.

Volvemos a aquel momento en que el expresidente iraní Mahmoud Ahmadineyad declaró que el responsable del departamento contraespionaje del régimen era un agente del Mossad. Esta declaración nos coloca no solo ante un escándalo de seguridad circunstancial, sino ante un terremoto ético e institucional que sacude los cimientos del Estado y plantea una pregunta crucial: ¿quién protege al Estado cuando sus aparatos de protección están infiltrados? ¿Cómo puede resistir una nación si el veneno ha llegado hasta su médula de seguridad?

Ya no se trata simplemente del asesinato de científicos nucleares, del robo de archivos secretos, o incluso del asesinato de altos mandos militares. No son más acciones espectaculares al estilo de Hollywood, sino resultados inevitables de un país cuyos propios hijos se han convertido en herramientas al servicio del enemigo.

La traición no es un acto circunstancial, sino un cáncer que echa raíces en el cuerpo del Estado, que se alimenta de su confianza y destruye su seguridad desde dentro, sin necesidad de ejércitos ni misiles. El enemigo más peligroso de una patria nunca ha sido aquel que empuña un arma desde más allá de las fronteras, sino aquel que habla con el idioma de su gente, come de su comida, vive entre ellos… y luego clava el puñal en su costado, con la calma de quien sabe que escapará.

Lo que ha sucedido y está sucediendo hoy en Irán no es solo un asunto interno, sino una advertencia estratégica para todos los países que construyen su seguridad sobre la fuerza, que difunden su ideología y siembran agentes para promover la discordia, entrenar y armar a grupos separatistas o terroristas, pero que descuidan blindar su propia casa desde adentro.

En la era de las guerras no declaradas, el poder ya no se mide por el número de soldados ni por el alcance de los misiles, sino por la capacidad del Estado para detectar a los traidores internos antes de que se conviertan en puentes para la destrucción. Irán se ha convertido hoy en un ejemplo contundente de un Estado que se ha corroído desde adentro antes de ser golpeado desde fuera, y cuya seguridad ha quedado al descubierto no porque el enemigo sea más fuerte, sino porque hay quienes vendieron la patria mientras vestían uniforme militar o civil, portaban credenciales de seguridad, y operaban tras pantallas y archivos confidenciales.

En conclusión, esta es una nueva guerra: una guerra de cerebros, no de cañones; de lealtades, no de armas. Porque cuando caen las fortalezas desde dentro, de nada sirven todas las demás guerras, por más tecnología militar que poseas.

Lahoucine Bekkar Sbaai, abogado en el Colegio de Abogados ante los Tribunales de Apelación de Agadir y El Aaiún, investigador en migración y derechos humanos y experto en el conflicto del Sáhara marroquí.

Traducción del árabe por: Abdessamad  Benyaich