La anulación de conciertos argelinos en Marruecos favorece a los partidarios de la guerra
Un paso más en la escalada de tensión entre Argelia y Marruecos, que sienta las premisas de un conflicto militar. La muerte de dos jóvenes franco-marroquíes, que hacían Jet-Sky en la región mediterránea marroquí de Saidia y penetraron en aguas territoriales argelinas, a manos de una patrulla de Guardacostas de la Marina argelina, y la captura de un tercero que espera juicio en Argelia, ha vuelto a poner las relaciones bilaterales entre los dos países del norte de África al rojo vivo.
A pesar de la insuficiente explicación del Ministerio de Defensa argelino y de que las autoridades oficiales marroquíes no han formulado ninguna acusación y esperan “el tratamiento judicial” del mortal incidente, la anulación del concierto previsto de la cantante argelina Cheba Warda, alias Charlomanti, en una discoteca de Casablanca, por los organizadores de esta, ha añadido más leña al fuego. Y ello en contra de la filosofía preconizada por el rey Mohamed VI de mano tendida, formulada en su Discurso del Trono de julio pasado, implorando una reconciliación sincera entre ambos y prometiendo a “los hermanos argelinos, tanto a los dirigentes como al pueblo” que “Marruecos jamás será origen de cualquier daño o perjuicio” contra ellos.
A esto hay que añadir una segunda anulación, esta vez del cantante argelino Amine Babylone, previsto y programado en el Festival Timitar de Agadir. En ausencia de una justificación oficial, tanto los organizadores como el propio cantante aluden a “causas ajenas a su voluntad”, lo que ha disparado las especulaciones en las redes sociales sobre si han sido las autoridades argelinas las que han presionado al popular cantante, o las autoridades marroquíes las que lo han hecho ante los organizadores del Festival Timitar.
La manipulación del trágico incidente de Saidia, por parte de los extremistas antimarroquíes en Argelia, y antiargelinos en Marruecos, solo favorece a oscuras oficinas y lobbys económico-financieros vinculados a la industria militar, tanto en África del Norte, como en el entramado mundial de mercaderes de armas (la carrera armamentista entre Argelia y Marruecos alcanza cifras astronómicas de decenas de miles de millones de euros en el último quinquenio).
En ambas sociedades civiles, sin embargo, se elevan cada vez más voces en Argelia y Marruecos para frenar esta escalada. El periodista argelino Abdou Semmar ha lanzado un llamamiento a detener la carrera del odio y preservar las relaciones entre los dos pueblos hermanos, separando claramente la cultura, el arte y la música del conflicto político y (o) militar entre ambos regímenes. Curiosamente los llamamientos de Mohamed VI a la reconciliación tienen más efecto en los genuinos representantes de la sociedad civil que en los “partidarios de la guerra”, sea en Argelia o en Marruecos.