¿Injerencias exteriores en las elecciones del 23-J?

PHOTO/AFP/PIERRE-PHILIPPE MARCOU - El líder y candidato del conservador Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, saluda a sus seguidores junto a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, desde un balcón de la sede del PP en Madrid, tras las elecciones generales celebradas en España el 23 de julio de 2023
PHOTO/AFP/PIERRE-PHILIPPE MARCOU - El líder y candidato del conservador Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, saluda a sus seguidores junto a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, desde un balcón de la sede del PP en Madrid, tras las elecciones generales celebradas en España el 23 de julio de 2023

Hasta el momento no se ha podido verificar que haya habido injerencias de países extranjeros en las elecciones generales del 23-J.  Y, sin embargo, muchos son los países que tenían interés en que el Gobierno de coalición presidido por el PSOE continuase, o que hubiese un cambio de rumbo. 

Líderes internacionales importantes dieron su apoyo a Pedro Sánchez, como Lula da Silva y Alberto Fernández, pero no en tanto que presidentes de Brasil y Argentina respectivamente, sino a titulo individual; también Olaf Scholz, Mette Frederiksen, Robert Abela, pero no como líderes de Alemania, Dinamarca o Malta, sino como miembros de la socialdemocracia internacional a la que pertenece Pedro Sánchez. El presidente español saliente ha tenido importantes apoyos individuales, pero no institucionales. 

Tampoco el líder de la oposición Alberto Núñez Feijóo ha recogido apoyos oficiales de gobiernos e instituciones, sino a título individual, como Ulf Kristerssong, Von der Leyen, Roberta Metsola, Margarita Schinas, Charles Michel, pero no como primeros ministros de Suecia, o altos cargos de la Unión Europea. Diferente el caso de Manfred Weber, que en tanto que presidente del Partido Popular europeo ha respaldado a Núñez Feijóo. En ambos casos, pues, no se trata de injerencias institucionales, sino de apoyos políticos por afinidad ideológica. 

Ni el Departamento de Estado de Estados Unidos, ni el Gobierno francés afín al presidente Enmanuel Macron, ni el Gobierno del Kremlin, ni los Ejecutivos de Argel y Rabat se han pronunciado públicamente en favor de uno u otro candidato a La Moncloa, aunque sus preferencias parezcan claras. Washington no ha querido inmiscuirse, porque a pesar de que la derecha española es un firme aliado histórico y tradicional de Estados Unidos y de la OTAN, ha sido bajo el mandato de Pedro Sánchez donde se ha firmado la prolongación del acuerdo estratégico bilateral hispano-norteamericano y cuando España se ha comprometido en apoyar a la OTAN en su guerra en Ucrania y en el cerco a Rusia. La prudencia de la Casa Blanca se explica por las contradicciones internas del Gobierno de coalición que pueden obligar al PSOE a cambiar posiciones.

Argelia y Marruecos tampoco han intervenido en las elecciones, pese a lo que se diga. Argel muestra una preferencia clara por la vuelta de la derecha al poder, pensando, quizás de manera equivocada, que Feijóo cambiará la posición española sobre el Sáhara Occidental adoptada por el Gobierno Sánchez de apoyo a la regionalización marroquí como “la solución más realista” para el conflicto del Sáhara. Pero Argel se ha cuidado de no hacer ningún gesto público de rechazo o apoyo a uno u otro candidato, aunque sus servicios exteriores y sus lobbies económico-energéticos hayan llevado a cabo una labor de asesoramiento muy activa, que no compromete para nada al Estado argelino. 

Tampoco Rabat ha intervenido en la campaña electoral. Ni el Palacio Real, ni el Gobierno presidido por Akhannouch se han pronunciado públicamente. Los llamamientos del Partido Socialista marroquí (USFP), desde Marruecos y desde España, a la comunidad marroquí en España con derecho a voto a apoyar a Pedro Sánchez, además de ser un error político garrafal, solo comprometen a los partidos y no al Gobierno ni al Estado marroquí. Además, no está dicho que el Palacio Real no contemple futuras negociaciones y acuerdos con el Partido Popular para elevar aún más las relaciones estratégicas bilaterales. Las entrevistas del jefe de Gobierno Akhannouch y del todopoderoso ministro Nizar Baraka, con el líder del Partido Popular, Núñez Feijóo, lo muestran. Mohamed VI se ha mantenido fuera de la contienda, por respeto institucional y por consecuencia en su nuevo concepto de diplomacia activa e independiente. Porque, aunque se observa una cierta ambigüedad en los planteamientos del futuro político y diplomático que promete el Partido Popular en relación con el Magreb, también es cierto que Mohamed VI aun no ha dado el visto bueno para la anunciada visita con entrevista tête-à-tête entre Pedro Sánchez y el rey de Marruecos. 

El barullo levantado sobre la supuesta injerencia marroquí en las elecciones obedece a intereses mediáticos y a obediencias político-financieras de sus patronos. En las redacciones y en los consejos informativos de los grandes medios se piensa que todo es válido para vender el producto y mantener la clientela.