Yolanda Díaz busca la bendición del papa Francisco de cara a las elecciones en Galicia
Yolanda Díaz se juega su supervivencia política en las elecciones autonómicas en Galicia del próximo 18 de febrero. La vicepresidenta del Gobierno de Pedro Sánchez sabe que su partido, SUMAR, quedará como mucho en cuarto lugar, después del Partido Popular que arrasará de nuevo en su feudo gallego, de los nacionalistas del BNG y de los socialistas. Díaz asume que su partido no ganará, pero si no llega a un 10% del apoyo electoral, asociándose con quien haga falta incluso con PODEMOS con quien ya hay guerra fratricida en toda España, si no consigue ese 10%, será un lastre inútil para Pedro Sánchez, y terminará su carrera política.
El papel que Pedro Sánchez y sus padrinos nacionales e internacionales, atribuyeron a Yolanda Díaz ya lo ha cumplido: pulverizar al partido de Pablo Iglesias, PODEMOS, el único contrincante que tenía el PSOE a su izquierda y que le disputaba una franja de su electorado. Misión cumplida. PODEMOS ha quedado marginado, y tiene los días contados, como le sucedió a su efecto de espejo, el CIUDADANOS de Albert Rivera.
La única justificación que puede blandir Pedro Sánchez para mantener a Yolanda Díaz en su Ejecutivo y con un puesto altamente simbólico es que la política novata siga teniendo arrastre en su Galicia natal, y por efecto de contagio en el resto del país. Si la exsindicalista no consigue un mínimo digno de representación, tendrá más efecto negativo que positivo en la arquitectura política que Sánchez prepara para el próximo futuro gubernamental.
Búsqueda de una imagen con el Papa
A Yolanda Díaz no le falta olfato y sabe que se juega su futuro político en las elecciones de Galicia en dos semanas. Por eso está pidiendo ayuda al papa Francisco, para que el carisma del Pontífice sobre una buena parte del pueblo gallego redunde en beneficio propio.
La imagen mediática de “una comunista estrechando la mano del Papa” ya no vende. Tampoco es una novedad. El papa Francisco recibió en audiencia privada a Nicolás Maduro a quien impartió una bendición personal. Anteriormente lo había hecho con Fidel Castro, a quien también recibió Juan Pablo II. El “compromiso histórico” de Enrico Berlinguer, líder del Partido Comunista italiano, con más de un millón de militantes y la Democracia Cristiana italiana de Aldo Moro recibieron el “plácet” vaticano.
Berlinguer no se hizo fotos ni con Pablo VI ni con Juan Pablo II, pero asistía a misa con su mujer Letizia, y en su funeral político-religioso al que asistieron un millón y medio de personas había tantos puños cerrados como cruces e imágenes de la virgen. Funeral al que también asistió Mijaíl Gorbachov, que más tarde sería recibido en audiencia por el papa Juan Pablo II. En fin, el actual papa Francisco también recibió a Vladimir Putin en 2015 después de que estallase la crisis en Ucrania. Las audiencias y fotos del papa Francisco con Yolanda Díaz son pues de poco interés y trascendencia.
De lo único que Yolanda Díaz puede hablar con el Papa es de inmigración y del trabajo. Y, de esto último, la Iglesia lleva un siglo de adelanto sobre la vicepresidenta y exsindicalista. El manifiesto hecho público por la Iniciativa “Iglesia por el Trabajo Decente” lo han firmado en España más de un centenar de organizaciones, movimientos, parroquias y asociaciones, y ninguna de ellas vinculada al movimiento político de Yolanda Díaz. La vicepresidenta “honorífica” no puede ofrecer nada nuevo al mundo laboral, sólo sumarse a lo que ya se está haciendo.
En el único terreno en el que Yolanda Díaz puede aportar algo, incluso haciendo promesas de difícil cumplimiento, es en la cuestión migratoria. El papa Francisco y la Iglesia en general, están preocupados seriamente por la inmigración a Europa y a los Estados Unidos. La Iglesia, más que cualquier otra organización internacional, conoce la realidad del terreno en Asia, África y América Latina. Y percibe los síntomas de los estallidos sociales que se dan en estos países y que son el detonante de la emigración masiva; una emigración que pronto será de millones y que no cesará si no se ponen remedios drásticos para el desarrollo de los países de origen y la integración en los países de destino. Yolanda Díaz, en tanto que dirigente política, puede jugar un papel. De eso han hablado, y por ello el Pontífice la ha instado a “que no afloje”. Otra cosa es que las probables promesas que la “sumarísima” haya hecho al Papa puedan cumplirse. Pero había que intentarlo. Las elecciones gallegas están a la puerta de la esquina, y hay mucho en juego.