
El acuerdo apalabrado entre el movimiento político SUMAR y el Frente Polisario, para hacer de “la causa saharaui” uno de los principales arietes de movilización popular oficialista en España en el nuevo ciclo gubernamental que comienza, ha caído mal en Marruecos.
El grupo político que preside Yolanda Diaz, que con toda probabilidad repetirá el cargo de vicepresidenta del Gobierno y esta vez quizás como primera del rango, omitió incluir “la causa saharaui” en el pacto de Gobierno firmado con el PSOE y hecho público el 24 de octubre pasado.
Sánchez le impuso silencio a Díaz, que acató sumisa. La “gran política” (exterior, defensa, relaciones internacionales, finanzas, contratos millonarios del Estado, etc.) son prerrogativa exclusiva del presidente del Gobierno. Sánchez lo volvió a demostrar dejando el asunto del Sáhara Occidental de lado, al igual que hizo cuando en marzo de 2022 envió una carta al rey de Marruecos, Mohamed VI, en la que constaba que “España considera que la propuesta marroquí de autonomía para el Sáhara presentada en 2007 es la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo”.
Fue suficiente para que el Frente Polisario y todos sus seguidores en la sociedad civil española y en los diferentes estamentos políticos señalaran con el dedo a Yolanda Díaz como inamistosa, incoherente y hasta traidora, ya que en su programa electoral y en todas sus intervenciones anteriores juró defender “la causa saharaui” de por vida.
La reacción de los partidos y formaciones políticas a la izquierda del PSOE fue tal que el dúo Díaz-Sánchez se vio obligado a rectificar, y la empoderada de SUMAR apalabró un acuerdo con el Frente Polisario pocos días después, en once puntos, prometiendo defender su causa, enviando importantes delegaciones a Tinduf y El Aaiún, abogando por apoyos en Europa, facilitando la nacionalidad española a los saharauis y creando comisiones aquí y allá.
En Rabat fue la sorpresa. Marruecos conoce al detalle las facilidades que España da al Polisario, a sus dirigentes y familiares, tratamientos médicos, residencia, ayudas y subvenciones, protección. Pero ¿cómo es posible que a pocos días de la pretensión de Pedro Sánchez de recibir el apoyo del Congreso para su investidura el presidente en funciones corra el riesgo de reabrir una crisis con Marruecos? ¿En calidad de qué Yolanda Díaz hace tales promesas al Polisario? ¿vicepresidenta del Gobierno en funciones? ¿O líder de SUMAR?
Los mensajes pacificadores que La Moncloa haya podido enviar al Palacio Real marroquí al respecto habrán sido recibidos por cortesía diplomática, pero caer, han caído mal. “Madrid está jugando con fuego – comenta una fuente diplomática marroquí a Atalayar -. Pedro Sánchez lo sabe, y también sabe que, si se sobrepasa el límite, habrá respuesta”.
Marruecos es consciente de que el presidente del Gobierno en funciones Pedro Sánchez ha jugado una partida muy difícil de equilibrio político interno, no solo por las concesiones a los partidos independentistas, sino en su operación con SUMAR, destinada a decapitar al rival Unidas Podemos y fagocitar su electorado. Pero de ahí a atravesar la línea de demarcación hay un paso. Si el presidente Sánchez tolera por activa o por pasiva que su aliada gubernamental pacte a escondidas con el Polisario, las relaciones no van a ser fáciles con el nuevo Ejecutivo, se estima en Marruecos. Y al igual que ayer, hoy y mañana, quien llevará las de perder son los españoles, mercado, proyectos, comercio, ciudades autónomas, mar territorial y un largo etcétera.