Opinión

Pedro Sánchez, Yolanda Díaz y el conejo de la chistera

PHOTO/AFP/JAVIER SORIANO - El presidente del Gobierno en funciones de España, Pedro Sánchez, asiste a la segunda sesión de un debate parlamentario para votar a un presidente del Gobierno en Las Cortes de Madrid el 27 de septiembre de 2023
photo_camera PHOTO/AFP/JAVIER SORIANO - El presidente del Gobierno en funciones de España, Pedro Sánchez, asiste a la segunda sesión de un debate parlamentario para votar a un presidente del Gobierno en Las Cortes de Madrid el 27 de septiembre de 2023

El público en la sala sabe que la chistera no está vacía, que hay un conejo dentro, que antes o después, poco importa, pero que está ahí. El prestidigitador intenta hacer creer que el bombín está limpio, que no hay nada, pero el ágora expectante sabe que disimula. No importa, porque el poder de la magia es tal, que todos, niños y grandes, esperan el momento álgido en que el inmaculado gazapo emergerá del sombrero, blanco y reluciente. 

En política a veces ocurre lo mismo, no siempre. Pedro Sánchez, que ocupa la Moncloa desde hace ya cinco años y medio, y lleva con mano férrea su partido el PSOE, hizo creer a los españoles que Yolanda Díaz, la sindicalista y abogada laboralista - de lo primero trabajó, de lo segundo poco -, especialista en navegar por todas las siglas de la observancia radical, que no estaba en sus filas, que iba por libre, de ninguna manera se ocultaba en la chistera socialista. 

Y a diferencia del público hacia el prestidigitador, los españoles sí le creyeron, empezando por la miscelánea surgida al calor de la primavera ibérica del 15 de mayo de 2011, que dio lugar al movimiento Podemos, y a las diferentes Mareas y Comunes en todo el país. Y cuando la vedette anunció con sonrisa en boca que iba a crear un nuevo partido, fueron tras ella como si del mismo flautista de Hamelin se tratara. 

Sin embargo, hay muchos que piensan que la figurina atildada ha estado desde hace varios años oculta en la chistera de Pedro Sánchez. No es cierto que SUMAR y PSOE han tardado meses en elaborar eso que han presentado como programa de la coalición; no es cierto que entre ambos personajes haya diferencias abismales; ni es cierto tampoco que, en algunos momentos, incluso en las sesiones del Consejo de Ministros, hayan estado a punto de romper la baraja.  Todo eso forma parte de la escenificación teatral, como la del prestidigitador cuando prepara el suspense del conejo. 

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz han estado de acuerdo siempre en lo fundamental. La “operación chistera” tenía como objetivo hundir al movimiento Podemos y recuperar a los votantes, que el PSOE siempre ha creído que le pertenecían por derecho histórico. La creación de SUMAR, arrejuntando mal que bien veinte formaciones políticas de ámbito estatal y autonómico, ha estado destinada a dinamitar al partido asambleísta surgido del 15M, que poseía la legitimidad del apoyo de millones de jóvenes y menos jóvenes. Aún le queda algo de ello, aunque menos. SUMAR no tiene ninguna legitimidad ni trayectoria histórica, es un invento de cafetería. Izquierda Unida sí tenía trayectoria, legalidad y legitimidad, pero se dejó engatusar por el invento yolandista.

Ahora que el conejo ha salido de la chistera y Yolanda se presenta claramente como “el ala izquierda del PSOE”, la partida está lejos de haber terminado. Porque Díaz sólo puede estar segura de que los 10 diputados de su obediente clan en el bloque SUMAR la van a seguir y votar la investidura del futuro Gobierno PSOE centro–PSOE izquierda. No así los cinco de Podemos, los cinco de los Comunes, los otros cinco de Izquierda Unida y los seis restantes de Más Madrid y otras siglas regionales. En las filas de los más veteranos de la herencia del 15M, se tiene la sensación de haber sido engañados, manipulados. Hay quien habla de “traición”, pero eso son palabras mayores. 

Pedro Sánchez pues, tiene un problema; no solo para domesticar a independentistas, republicanos y abertzales, sino entre los propios de su pasada coalición de Gobierno. Y no es seguro que la palabrería de la sumarísima convenza a los veteranos predicadores como Errejón, Belarra, Pisarello, Enrique Santiago y otros, de dar el “sí quiero”.