
El Instituto Real de Estudios Estratégicos de Marruecos (IRES), que dirige el prestigioso académico y alto funcionario del Estado marroquí, Mohamed Tawfiq Mouline, acaba de editar un Libro Blanco sobre el Sáhara marroquí, que se puede considerar como una invitación a los principales actores internacionales involucrados en el contencioso sobre la excolonia española a abordar un debate serio y profundo acerca del mismo.
El Libro Blanco detalla en profundidad “el desmantelamiento del Imperio Jerifiano por las potencias coloniales”, en referencia a Francia y España, durante los siglos XIX y XX; potencias que, por otra parte, “reconocieron en diferentes formas en sus Tratados y Acuerdos bilaterales con Marruecos, la soberanía del Imperio Jerifiano sobre el Sáhara”.
En un estilo sobrio, académico y detallado, este trabajo del IRES sobre el Sáhara pasa revista a las relaciones de las diferentes tribus con el sultán de Marruecos, plasmadas en el acto de la Be’ia, que se considera la forma más acabada de la jurisprudencia islámica en cuanto a los atributos de su soberanía se refiere. “Fundado en el año 789 por el sultán Mulay Idris I, Marruecos es uno de los Estados más antiguos constituido a escala internacional. Aunque ha evolucionado de manera relevante”, indica el Libro Blanco, que apunta también que “Marruecos ha mantenido sus fundamentos políticos e institucionales como son el carácter monárquico y su adhesión a las reglas del Derecho Público musulmán, principalmente en lo que se refiere al ejercicio del poder”.
No falta en el trabajo pormenorizado un estudio sobre la situación actual en el “Sáhara marroquí”, antiguo “Sáhara español” y posteriormente “Sáhara Occidental”, tanto en el territorio propiamente dicho con sus espectaculares avances económicos, comerciales, tecnológicos, sociales y culturales; como en los campamentos de refugiados de Tinduf, bajo control y responsabilidad argelina. Contrasta el desarrollo múltiple del Sáhara impulsado por el Estado marroquí, con el deterioro de las condiciones sociosanitarias de las decenas de miles de saharauis retenidos por las milicias del Frente Polisario que, bajo la estricta tutela del Gobierno argelino, representan un factor de inestabilidad creciente en toda la región sahelo-sahariana, sostiene el documento.
Frente al rechazo sistemático por parte del régimen argelino de “la mano tendida” ofrecida por el rey Mohamed VI, impidiendo de este modo el desarrollo del Magreb como entidad regional, el Libro Blanco apunta la necesidad de restablecer lo más pronto posible las relaciones entre Marruecos y Argelia, verdadero meollo del problema, en beneficio de todas las poblaciones del norte de África.
Ayudado con la publicación de mapas inéditos del Imperio Jerifiano que datan de la época colonial, el documento del IRES recuerdo que, desde el siglo XI, en que reinó la Dinastía Almohade surgida en el Sáhara, este emporio de rutas comerciales ha constituido el eje central del Estado marroquí como motor de transiciones políticas, corredor económico entre el Mediterráneo y el África subsahariana, y espacio de encuentros e intercambios a través del cual Marruecos difundió el islam en el continente africano.

“Desde finales del Protectorado francés en 1956, Marruecos no ha cesado de reivindicar la descolonización total del conjunto del territorio y en particular del Sáhara, región de 266.000 kilómetros cuadrados, situada entre Tarfaya en el norte y Cabo Blanco en el sur, amputada al Imperio Jerifiano por la colonización española entre 1884 y 1975, fecha en la que España retrocedió”.
La persistencia del conflicto, considerado artificial por el IRES, ha dado lugar al proceso puesto en marcha por las Naciones Unidas a petición de Marruecos, para su solución pacífica. El rey Mohamed VI ha ofrecido como vía justa y amistosa una regionalización avanzada que permitirá a las poblaciones locales tomar en sus manos las palancas para su desarrollo y progreso; propuesta aceptada por numerosos países y por las principales potencias, incluida España.