Los conflictos mundiales y la necesidad de justicia (II)

Los no musulmanes, pues, aceptan que los terroristas han establecido una nueva corriente del islam que solo se puede describir como una distorsión condenable de las enseñanzas islámicas. Los que han adoptado esta nueva corriente, y se dedican a matar, mutilar y violar a gente inocente son, según el Corán, culpables del asesinato de toda la humanidad.
Cabe observar, por otro lado, que entre los no musulmanes existen algunos individuos o grupos que avivan las llamas de la división y hostilidad y tienen por objetivo difamar y desacreditar injustamente las enseñanzas del islam. Por ejemplo, en una columna que apareció la semana pasada en Foreign Policy, la periodista Bethany Allen ha escrito sobre una red sofisticada y bien financiada con base en Estados Unidos cuyo único propósito es incitar a la islamofobia e impedir cualquier intento para promover las pacíficas enseñanzas del islam. El artículo de Foreign Policy menciona: “una red bien financiada está intentando arrebatar el derecho de expresión a los musulmanes americanos y alimentar la política del miedo … La extrema derecha americana, el ecosistema anti musulmán ha adoptado las mismas interpretaciones distorsionadas del islam promovidas por el Estado Islámico (ISIS)”. La autora escribe además que los pacíficos musulmanes de los Estados Unidos son víctimas de “una industria cada vez más potenciada de islamofobia que restringe el espacio para un dialogo abierto y equilibrado, excluyendo a los mismos musulmanes que se esfuerzan en lo posible por promover las interpretaciones pacíficas y ortodoxas del islam”. Escribe: “Estados Unidos proporciona protecciones poderosas a la libertad de expresión y religión, pero una red específica pretende ahora negar a los musulmanes tal libertad y tratar al islam como una peligrosa ideología política en lugar de una religión, y silenciar y desacreditar a cualquier musulmán que discrepe”. El artículo ofrece el ejemplo de un musulmán pacífico converso de los Estados Unidos. Tras dar una conferencia en la universidad en el que destacó las enseñanzas verdaderas del islam, un poderoso grupo de presión se volvió contra él e intentó retratarlo como un defensor del asesinato, la esclavitud y la violación. Su familia recibió amenazas de muerte y de violación. La universidad en la que trabajaba se inundó de correos electrónicos que exigían su despido inmediato. Estos casos demuestran que está en marcha un esfuerzo concertado para ejercer influencia en la opinión pública en contra del islam y para prevenir que sus verdaderas enseñanzas lleguen a una extensa audiencia. Basándose en su investigación, la autora concluye diciendo: “En el proceso, están negando al islam los mismos derechos funcionales que goza el cristianismo y silenciando a la gente que mejor preparada está para reconciliar al islam con la vida americana moderna. Este puede ser precisamente su objetivo”.
Lamentablemente, oímos frecuentemente a los líderes y políticos hacer declaraciones innecesariamente inflamatorias que no se atienen a la verdad, sino a sus propios intereses políticos. Por ejemplo, en un discurso del año pasado, cuando era candidato a la presidencia, el Dr. Ben Carson, quien es ahora un miembro del gabinete en la nueva administración de Estados Unidos, no describió al Islam como una “religión” sino como “un sistema de organización de la vida”. Además, refiriéndose al Fundador del islam (lpbD), el Dr. Carson dijo: “Lo que sugeriría es que todo el mundo aquí se tomase unas horas e investigase acerca del islam. Lean acerca de Muhammad. Lean acerca de cómo fueron sus inicios en La Meca. Lean acerca de cómo fue visto por la gente en Meca – no muy favorablemente -… Como su tío fue influyente y le protegió. Cuando su tío murió, tuvo que huir. Fue al norte a Medina … Allí es donde tuvo que reunir a su ejército, y empezaron a masacrar a cualquiera que no creyese en lo mismo que ellos creyeran”. Coincido con el Dr. Carson solamente hasta el punto en el que yo también sugiero que la gente dedique tiempo a leer acerca del verdadero carácter del Santo Profeta del islam (lpbD). Si estudiasen textos imparciales, comprobarían por su cuenta que el Santo Profeta (lpbD) nunca estuvo involucrado en la “masacre” de no musulmanes y que dichas acusaciones son una total afrenta a la historia. La realidad es que, como consecuencia de muchos años de constante y amarga persecución, él y sus seguidores fueron expulsados de su ciudad de La Meca y forzados a emigrar a Medina, donde vivieron pacíficamente junto con la población judía local y otras tribus. Sin embargo, los no creyentes de La Meca no dejaron vivir en paz a los musulmanes y en su lugar les persiguieron agresivamente hasta Medina e iniciaron la guerra, pretendiendo destruir el islam de una vez por todas. Fue durante ese momento crítico de la historia del islam cuando Al’lah el Todopoderoso permitió a los musulmanes participar en una guerra defensiva. Este permiso fue concedido, como los versículos del Corán citados anteriormente avalan, para establecer el principio universal de libertad de creencia.

Por tanto, la alegación de que el Santo Profeta (lpbD) fue un líder beligerante o un instigador de guerra, es una injusticia y una crueldad del más alto nivel y lo único que consiguen dichas acusaciones falsas es afligir los corazones de millones de musulmanes pacíficos de todo el mundo. La historia es testigo del hecho de que, con cada fibra de su ser, el Profeta del islam (lpbD) buscó la paz y la reconciliación. A este respecto, no tienen por qué creer en mis palabras; más bien, les invito a escuchar lo que Ruth Cranston, una autora prominente del siglo XX, escribió en el libro de 1949 World Faith. Comparando las guerras defensivas impuestas sobre el Santo Profeta Muhammad (lpbD) con las armas nucleares usadas por los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, escribió: “Muhammad nunca instigó la lucha ni el derramamiento de sangre. Cada batalla que libró fue en respuesta (a una agresión). Combatió en su defensa con la finalidad de sobrevivir … Y combatió con las armas y al estilo de la época … Ciertamente ninguna nación cristiana de 140 millones de personas que actualmente se deshace de 120.000 civiles indefensos con una simple bomba, puede mirar con recelo a un líder que, en el peor de los casos, apenas mató a quinientas o seiscientas personas”. Afortunadamente, en un clima en el que se ha convertido en norma etiquetar al islam como una religión de extremismo y violencia, todavía existen algunos periodistas y comentaristas no musulmanes que escriben con integridad y justicia. Por ello, les elogio por nadar en contra de la corriente de falsedad e injusticia que se ha convertido en algo habitual. También me gustaría encomiar en gran medida a nuestra honorable Primera Ministra por citar algunos de los versículos del Sagrado Corán en algunos de sus discursos y comparecencias, condenando las acusaciones que se hacen contra las enseñanzas islámicas.
Aquí también quiero alabar un artículo de Julia Ioffe, publicado en Foreign Policy, en el cual ella examinó la historia de las diferentes religiones, incluyendo al islam. Al final concluyó diciendo: “Ninguna religión es inherentemente violenta. Ninguna religión es inherentemente pacífica. La religión, cualquier religión, se basa en la interpretación, y frecuentemente es en dicha interpretación donde vemos belleza o fealdad”. Aprecio esta conclusión imparcial. A medida que transcurren estos tiempos inciertos y precarios, creo firmemente que las críticas mutuas no sirven para nada y únicamente consiguen aumentar la división y la hostilidad. En su lugar, la necesidad del momento es derribar las barreras del miedo que nos dividen. En lugar de erigir muros que nos separen, deberíamos construir puentes que nos unan aún más.
Trágicamente, no pasa un día sin que se filtren noticias de nuevas atrocidades y ataques terroristas. Innegablemente, el mundo se está convirtiendo en un lugar de creciente peligro tanto para los musulmanes como los no musulmanes. Por tanto, debemos alzarnos contra todas las formas de opresión y odio y usar todas nuestras capacidades para intentar establecer la paz en el mundo. Si realmente queremos la paz, entonces los políticos, líderes mundiales, medios de comunicación y partidos deberán actuar con sabiduría y armonía.
(lpbD) – que la paz y las bendiciones de Dios sean con él.
(lpD) – que la paz sea con él.
(Continuaremos este discurso en la siguiente entrega: “LOS CONFLICTOS MUNDIALES Y LA NECESIDAD DE JUSTICIA (III)”.