Marruecos pone en marcha un plan para duplicar la producción de aceites vegetales
La Federación Profesional de Aceiteras de Marruecos anunció un ambicioso plan para aumentar el rendimiento de las plantas productoras de aceite hasta alcanzar las 60.000 hectáreas con el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria a partir de los aceites de mesa, considerados un alimento básico en el país
"Aspiramos a alcanzar una tasa de suficiencia de aproximadamente el 15% en tres años", afirmó Mohamed Baraka, presidente de la federación, durante una entrevista con Bloomberg Sharq al margen de una reciente conferencia celebrada en Rabat.
La estrategia Generación Verde tiene como objetivo cultivar aproximadamente 80.000 hectáreas, incluidas 30.000 hectáreas de colza y 50.000 hectáreas de girasol de cara a 2030.
Actualmente, el Reino depende de mercados extranjeros para satisfacer sus necesidades de materias primas para producir aceite de mesa en forma de aceites vegetales crudos, lo que hace que el mercado local sea vulnerable a las fluctuaciones de los precios de estos productos a nivel internacional.
Las necesidades de aceites vegetales del mercado local, que incluye aproximadamente a 37 millones de personas, ascienden a unas 622.000 toneladas anuales, de las cuales sólo el 1,3% proviene de la producción local.
Las autoridades marroquíes esperan que esto cambie y, por tanto, se han fijado como meta alcanzar a finales de esta década 70.000 hectáreas de colza y girasol, lo que permitirá al país producir unas 126.000 toneladas anuales y cubrir 10% de las necesidades del mercado local.
Según cifras de la Oficina de Cambio, el organismo gubernamental responsable de las estadísticas, la factura por el suministro de aceites vegetales disminuyó el año pasado un 15% anual hasta alcanzar los 730 millones de dólares.
La factura de las importaciones era de 430 millones de dólares en promedio antes de 2022, y esta cantidad alcanza los 970 millones de dólares si se le suma la factura de las importaciones de cereales.
Al-Baraka, presidente de este sindicato que agrupa a agricultores y empresas del sector, afirmó que las sucesivas temporadas de sequía, el consiguiente aumento de temperatura y falta de precipitaciones afectan mucho a la producción local.
En este sentido, se espera que las plantas petrolíferas sean un catalizador para mejorar la resiliencia del sector agrícola frente al cambio climático, debido a la importancia del sector en Marruecos y la fuerte de sequía.
Parece que la cobertura de las necesidades de aceites de mesa del mercado marroquí se basará en la producción de semillas oleaginosas locales, con el objetivo de alcanzar el 15 por ciento previsto en el contrato programa para el desarrollo de la cadena de producción de semillas oleaginosas.
La superficie destinada al cultivo de colza y girasol en Marruecos ascendió el año pasado a unas 30.000 hectáreas, con una tasa de producción de 1,5 toneladas por hectárea, frente a las 15.000 hectáreas en 2013.
Lesieur Cristal, la mayor empresa productora de aceites de mesa del país, sufrió el alza de los precios de las materias primas en el mercado internacional, lo que se reflejó en los resultados de su negocio.
Los beneficios netos de la empresa cayeron el año pasado un 99% hasta los 2,5 millones de dirhams -250.000 dólares- después de que redujera los precios de sus productos para no afectar el poder adquisitivo de los ciudadanos.
Aunque Marruecos depende de las importaciones de los mercados exteriores, liderados por la Unión Europea, Argentina y Estados Unidos, el Reino no ha sufrido una crisis de suministro, ya que las seis principales empresas del sector están trabajando para acumular un stock suficiente de materias primas y diversificar las fuentes de importación.
Marruecos tenía una superficie de aproximadamente 200.000 hectáreas de plantas oleaginosas en los años 1990, pero la superficie disminuyó con el paso de los años debido al abandono por parte de los agricultores a cultivarla porque no se obtenían grandes beneficios en comparación con otros cultivos.
El rendimiento del cultivo de girasol y colza alcanza entre 3.320 y 4.250 dírhams -326,8 y 418,4 dólares- por hectárea al año, frente a unos 6.740 dírhams -663,5 dólares- del trigo.
Los expertos agrícolas aseguran que esta situación se puede superar con apoyo al sector, proporcionando un amplio acceso al agua de riego y el uso de fertilizantes.
El sector oleaginoso espera una contribución del Estado por valor de más de 2.000 millones de dírhams -200 millones de dólares- para apoyar la agricultura durante lo que queda de década con el objetivo de alcanzar una superficie de aproximadamente 130.000 hectáreas con una producción anual producción de 220.000 toneladas.
Asimismo, para afrontar el impacto del cambio climático en la producción agrícola, el Foro del Magreb para el Avance del Sistema Vegetal Aceitero recomendó la necesidad de proporcionar variedades de semillas adaptadas a las condiciones climáticas.
También pidió trabajar para reducir los riesgos de las fluctuaciones de los precios internacionales en el mercado local a través de sistemas de regulación de precios, apoyando y manteniendo el ritmo de los agricultores para elevar la productividad.
El Consejo Marroquí de la Competencia había subrayado en un informe publicado a principios de 2022 que el Estado debe, ante la subida de los precios en el Sur, desarrollar los cultivos locales de oleaginosas aumentando la superficie cultivada y apoyándola, como es el caso del trigo.
Por este motivo, el Consejo propuso ampliar los trámites relacionados con este programa en el marco del nuevo plan sectorial para la generación verde.
Durante años, el Programa de Semillas Oleaginosas Olajino de Marruecos ha estado instando al desarrollo de la producción local de plantas oleaginosas para reducir la dependencia de las importaciones y mejorar la independencia alimentaria.
El programa, financiado por la Unión Europea en cooperación con la Federación de Aceites de Semillas Oleaginosas (FOLIA) y el grupo francés Terre Univia, ayuda a los agricultores marroquíes que desean desarrollar el cultivo de colza y girasol.
Entre las medidas que pueden lograr el renacimiento del sector, el Consejo cree que es necesario garantizar un precio mínimo garantizado en beneficio de los agricultores, independientemente del precio de las materias primas petroleras en el mercado internacional.
Además, se impuso el uso de semillas globalmente eficientes y resistentes al clima, y el gobierno se centró en seguir el ritmo de los agricultores, similar a lo que se está haciendo en el sector azucarero.
Los expertos que trabajan en el Consejo de Competencia destacan el apoyo a las asociaciones relacionadas con proyectos de agregación agrícola que vinculen a los fabricantes de aceite de mesa y a los productores que participan en cooperativas o grupos económicamente beneficiosos, respetando al mismo tiempo la legislación relacionada con la libertad de precios y la competencia.