La agricultura desempeña un papel muy importante en el desarrollo de numerosos países mediterráneos, incluido Marruecos. La gestión eficiente del agua y la valorización de la diversidad permiten, en efecto, producciones variadas de calidad que generan empleo y valor añadido

Marruecos: la agricultura, factor omnipresente en la nueva realidad del siglo XXI

Marruecos, región de Sous-Massa-Draa, Alto Atlas, Valle del Todra (Todgha), oasis y palmeral de Tineghir – PHOTO/Hemis vÍa AFP/hemis.fr/MATTES René/hemis.fr
Marruecos, región de Sous-Massa-Draa, Alto Atlas, Valle del Todra (Todgha), oasis y palmeral de Tineghir – PHOTO/Hemis vÍa AFP/hemis.fr/MATTES René/hemis.fr

En el espacio mediterráneo, Marruecos dispone de ventajas importantes en materia de agricultura. Sus recursos hídricos renovables anuales, movilizables en un año medio (20 km3), son tres veces más elevados que los de Argelia (6,5 km3), seis veces más que los de Túnez (3,6 km3) y 13 veces más que las de Israel (1,6 km3). 

  1. La relevancia del papel social de la agricultura
  2. Agricultura: el 65% ingresos rurales
  3. Agricultura y medio ambiente dos caras de la misma moneda
  4. La función cultural de la agricultura 
  5. Agricultura: la bisagra del desarrollo y la sostenibilidad de los territorios
  6. Agricultura y alimentación

La diversidad de los climas, de las situaciones agroecológicas, de las tierras, de los recursos genéticos de la biodiversidad y de los conocimientos técnicos es notable, lo que puede permitir una gestión y una producción variadas.

Durante las últimas cinco décadas, se han acumulado infraestructuras de riego, plantaciones arborícolas, así como la conectividad y la accesibilidad al agua y la electricidad. Lo cual crea en el país un nuevo contexto que va a cambiar las relaciones entre la ciudad y el campo. 

La urbanización rural es posible y permitiría la creación de numerosos empleos de servicios, contando con el potencial elevado de los recursos humanos. Varios productores e industriales marroquíes, por ejemplo, en el sector de la horticultura, han logrado ajustarse a las normas de calidad internacionales y reposicionarse en mercados más remuneradores.

Marruecos es un país de jóvenes (36,3% de la población tiene entre 15 y 34 años), y su juventud rural, gracias a su actualización y movilización que se debe tomar en consideración, contiene un enorme capital de competencias y de impulsos creativos.

La proximidad geográfica y cultural de Europa, primer cliente de Marruecos, que se ha hecho más cercana por la mejora de las infraestructuras de transporte, es otra ventaja más. Sin embargo, el país norteafricano, aunque afirma su anclaje euromediterráneo, está abierto al mundo. 

En el marco de un regionalismo abierto, Marruecos puede convertirse en una “plataforma” para estrategias agrícolas ganadoras de inversiones europeas para la exportación a Estados Unidos. En este sentido, el puerto de Tánger Mediterráneo tendrá un impacto estructural.

Agricultores marroquíes cosechan uvas en el viñedo "Val d'Argan" en el pueblo de Ounara, en la región occidental de Essaouira (AFP/FADEL SENNA)
Agricultores marroquíes cosechan uvas en el viñedo "Val d'Argan" en el pueblo de Ounara, en la región occidental de Essaouira - AFP/FADEL SENNA

La relevancia del papel social de la agricultura

La agricultura es un sector que determina los equilibrios o desequilibrios de la sociedad rural; así como conserva una importancia social estratégica por el número de empleos afectados y que se estima en el 46% del total de activos del país.

No obstante, la población rural va a la zaga del desarrollo social en comparación con las ciudades. Este retraso puede medirse en particular por las elevadas tasas de analfabetismo, pobreza y mortalidad.

Aquí se pueden distinguir de manera esquemática dos formas de agricultura: la primera corresponde a una categorización de “empresa agrícola”. Este conjunto comprende 875.000 pequeñas y medianas explotaciones y representa el 92% de la Superficie Agrícola Utilizada (SAU) y una población de 8,1 millones de personas. 

La segunda corresponde a una agricultura que puede calificarse de “social”. En ella participan 601.000 microempresarios, que sólo aportan unos ingresos muy parciales a las familias concernidas y representan el 8% de la SAU y el 5% de la irrigación.

Ambas categorías representan una población de unos 5,5 millones de personas, es decir, alrededor del 40% de la población rural. Sin embargo, el peso relativo de la agricultura social contribuye a explicar los altos niveles de “exceso de personal” agrícola. 

Este tipo de agricultura sirve de “fijador social”, aportando a los hogares afectados la seguridad en la sociedad rural. Contribuye así a limitar el éxodo rural y el crecimiento anárquico de los barrios periurbanos, fuente de riesgos de inestabilidad para el país. 

Una variedad de tomates, pimientos y otras frutas y verduras se muestran en el stand de Marruecos durante la Feria Internacional de Agricultura 'Semana Verde' (Gruene Woche) en Berlín - AFP/TOBIAS SCHWARZ
Una variedad de tomates, pimientos y otras frutas y verduras se muestran en el stand de Marruecos durante la Feria Internacional de Agricultura 'Semana Verde' (Gruene Woche) en Berlín - AFP/TOBIAS SCHWARZ

Agricultura: el 65% ingresos rurales

La agricultura representa el 65% de los ingresos rurales, mientras que el 35% restante se debe principalmente a la falta de diversificación de la economía rural, a la movilidad temporal de los campesinos hacia la ciudad y a la emigración.

El desarrollo de nuevas generaciones de empresarios de la agricultura, la agroalimentación y el agroturismo va contribuyendo a la transformación de los territorios rurales en espacios atractivos y polos notables de innovación y diversificación económica, incluidos las zonas industriales. 

Sin duda, Marruecos dispone de fuertes bazas para inscribirse con éxito en la nueva ruralidad del siglo XXI. La accesibilidad en curso de su espacio rural crea un nuevo contexto donde la agricultura, la agroalimentación y la artesanía pueden progresar mucho. La calidad medioambiental y patrimonial del espacio rural pueden facilitar, en efecto, un desarrollo de un turismo inteligente en sinergia con la agricultura.

Agricultura y medio ambiente dos caras de la misma moneda

La agricultura es el principal actor medioambiental del país. El sector es el mayor usuario de los recursos hídricos, posee la totalidad de las tierras agrícolas y extiende su dominio sobre la mayoría de los espacios verdes (ganadería extensiva, leña). Por ello, es el principal responsable de la degradación o de la correcta valorización de estos recursos.

Por otro lado, la agricultura puede aumentar la productividad y reducir la vulnerabilidad ante los riesgos naturales y la expansión urbana. Su evolución es también fundamental para la conservación dinámica y la valorización de los paisajes y de la biodiversidad.

Uno de los puestos del mercado de Casablanca (PHOTO/ARCHIVO)
Uno de los puestos del mercado de Casablanca - PHOTO/FILE

La función cultural de la agricultura 

La agricultura, tanto ayer como hoy, es la columna vertebral del mundo rural que goza de un patrimonio histórico, cultural, natural, social y paisajístico; también de conocimientos técnicos diversificados de gran riqueza que contribuyen a la identidad y al atractivo del país. 

Sin embargo, el promedio de edad de los agricultores es alto y muchos jóvenes dudan del futuro. Razón por la cual, para una mayoría de jóvenes rurales, el espejismo de la emigración hacia Europa probablemente se ha intensificado.

En cambio, las solidaridades, y los vínculos, en particular familiares, entre los habitantes de las zonas rurales y las de las ciudades siguen siendo fuertes. Todavía se nota el envío de dinero de la ciudad frente al envío de cereales y otros productos agrícolas del pueblo.

De hecho, en una sociedad marroquí cada vez más urbanizada, la ruralidad sigue presente. El apego a la tierra sigue siendo poderoso, la lluvia sigue teniendo una importancia considerable en el imaginario colectivo.

Agricultura: la bisagra del desarrollo y la sostenibilidad de los territorios

El sector agrícola está en el centro de la problemática de la ordenación del territorio. La agricultura representa una puerta de entrada ineludible a las políticas de desarrollo territorial y sostenibilidad.

Las actividades agrícolas se diversifican naturalmente según las potencialidades diferenciadas de los territorios. De modo que, las llanuras y colinas con precipitaciones superiores a 400 mm y los grandes perímetros irrigados tienen un potencial de productividad relativamente elevado. Estas regiones representan sólo un tercio de la SAU, la cuarta parte de las explotaciones y el 64% del total irrigado del país. 

Estas zonas están bien comunicadas en materia de transporte y servicios, y tienen las condiciones necesarias para participar en la mundialización de manera competitiva.

Por el contrario, las zonas más difíciles, que consisten en llanuras y mesetas agrícolas semiáridas, montañas y estepas, espacios oasianos, agrupan tres cuartas partes de las explotaciones, dos tercios de la SAU y el 36% de la SAU irrigada.

Las desventajas de la agricultura son fuertes: escasa disponibilidad de recursos hídricos y de suelos (a menudo degradados), enclave geográfico, insuficiencia de servicios básicos (carreteras, agua, electricidad, etc.) y fragilidad ecológica y socioeconómica. 

La agricultura, siendo una actividad ubicada en el centro de las cuestiones del medio ambiente y del desarrollo rural, tiene vocación de convertirse en una puerta de entrada privilegiada del desarrollo territorial y de sus políticas.

La cuestión de los “territorios de proximidad” es importante. Sólo a esta escala las complejas problemáticas del desarrollo y del medio rural son experimentadas efectivamente por los agentes directamente afectados por sus dinámicas.

El examen de estos los fracasos que afectaron esta dinámica de proximidad muestra que las integraciones no funcionaron porque estaban concebidas y aplicadas de manera tecnocrática y carecían de una dimensión esencial, la de la consideración del “sociopolítico” y su corolario, la promoción del desarrollo local.

Carrito de la compra vacío junto a un stand de aceite de oliva en un supermercado de Lens, en el norte de Francia - AFP/DENIS CHARLET
Carrito de la compra vacío junto a un stand de aceite de oliva en un supermercado de Lens, en el norte de Francia - AFP/DENIS CHARLET

Agricultura y alimentación

Las contribuciones solicitadas a la agricultura han pasado del concepto de autosuficiencia a un concepto de seguridad alimentaria. Sin embargo, la evolución del contexto internacional, favorable al desarrollo de los intercambios y a la especialización, sigue siendo incierta.

La agricultura se enfrenta cada vez más a nuevas exigencias en materia de salud. Por ello, el concepto de autosuficiencia ha prevalecido durante mucho tiempo y ha sido la base de las llamadas políticas al cambio. 

Estas políticas son hoy desautorizadas, ya que pueden conducir a favorecer productos no competitivos y mal adaptados a las condiciones ecológicas, apostando por producciones más adaptadas y valorizables en los mercados internos y exteriores. 

Marruecos debería poder razonar mejor su seguridad alimentaria optimizando la asignación de sus recursos y las posibilidades de los mercados, teniendo en cuenta la evolución del contexto internacional, más bien favorable en las últimas décadas.

Es un factor que alienta, en esta línea, progresos agrícolas de una magnitud inesperada, progresos, incluso a pequeños pasos, ante el creciente de la demanda de productos mediterráneos de calidad.