Ni Europa ni España están ganando la ‘guerra’ por la innovación

Antonio Sánchez-Gijón/CapitalMadrid.com

Pie de foto: Innovación abierta. La divisoria europea Norte-Sur no se corregirá a este ritmo, ni aflojará el independentismo

Uno de los factores que determinan la mayor o menor cohesión territorial de un país es el grado de proximidad o distancia entre los niveles de desarrollo de los diversos componentes de su geografía política. Como de­ri­vada de este pos­tu­lado, se puede afirmar que los vo­lú­menes de la in­ver­sión que cada uno de esos te­rri­to­rios de­dica a vec­tores de cre­ci­miento tales como in­ves­ti­ga­ción, in­no­va­ción, desa­rro­llo, etc., pro­yectan su in­fluencia sobre los pro­cesos de pro­ducción, que a su vez de­ter­minan los ni­veles re­la­tivos de ri­queza o de desa­rrollo de cada una de esas uni­dades te­rri­to­ria­les, así como su ca­pa­cidad de ac­tuar com­pe­ti­ti­va­mente dentro del mer­cado na­cional o en un mer­cado glo­bal.

Este en­foque da cuenta tanto de las ten­siones que se ob­servan en el seno de la Unión Europea (en tér­minos Norte-Sur, Este-Oeste, desa­rro­lla­do­s/­menos desa­rro­lla­dos, en con­so­li­da­ción fiscal o su­pe­rá­vits, etc.), como dentro de un país con­creto, por ejemplo España, con su pro­yec­ción sobre las ten­siones de tipo po­lí­tico de­ri­vadas de los na­cio­na­lismos reivin­di­ca­tivos (en el País Vasco y Cataluña, pero cada vez más en otros te­rri­to­rios).

En el con­texto eu­ro­peo, estas re­fle­xiones vienen sus­ci­tadas por un es­tudio re­cien­te­mente pu­bli­cado por el ins­ti­tuto Bruegel, ti­tu­lado “The European Growing Innovation Divide”, fir­mado por Reinhilde Veugelers (abril 2016).

El es­tudio afirma en su primer pá­rrafo que “Hay una di­vi­soria sig­ni­fi­ca­tiva entre los países de la Unión Europea con mayor ca­pa­cidad de in­novar y los de menor ca­pa­cidad para ha­cerlo. El pro­ceso de con­ver­gencia ha sido hasta ahora muy lento e irre­gu­lar, y pa­rece que re­cien­te­mente se ha pa­ra­do”. Y ello a pesar de las pro­mesas de la Comisión, de ace­lerar la in­ver­sión en in­no­va­ción.

Según el Innovation Union Scoreboard Indicator (IUS), de la CE, apor­tado por Veugelers, el grado de efi­ciencia global de la Unión en ma­teria de in­no­va­ción es del 81% re­la­tivo al de los Estados Unidos. El ín­dice de China está al­can­zando al de la UE. La re­la­ción es peor en cuanto a in­ver­sión del sector pri­vado en I+D: es sólo el 57% de la de Estados Unidos.

El IUS mide ocho com­po­nentes de la ca­pa­cidad de in­no­va­ción: re­cursos hu­ma­nos, sis­temas ofi­ciales de in­ves­ti­ga­ción, fi­nan­cia­miento, in­ver­sión por em­pre­sas, coope­ra­ción, de­re­chos de pro­piedad in­te­lec­tual, in­no­va­ciones y efectos eco­nó­mi­cos.

Por vo­lú­menes de in­ver­sión global en I+D, Europa vuelve a que­darse atrás: se man­tiene año tras año en torno al 2% del PIB, mien­tras que el ratio equi­va­lente de Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y Singapur gira en torno al 3%.

Los in­di­ca­dores de la ‘capacidad de in­no­va­ción’ de las na­ciones que com­ponen la Unión tam­poco son bue­nos: la con­ver­gencia con otros blo­ques eco­nó­micos “parece haber lle­gado a su fin”, dice la au­tora. Este es tam­bién el caso de los países del sur de Europa: su con­ver­gencia con los más avan­zados de la Unión cesó a partir de 2008, y desde en­tonces no se ha re­cu­pe­rado (hasta 2013). No es el caso de los países del Este, que hasta la crisis de aquel año man­tu­vieron un buen paso en su con­ver­gen­cia, pero ahora lo hacen más mo­de­ra­da­mente.

Se acentúa así la dis­tancia entre los países del Sur y los más avan­za­dos, todos ellos si­tuados en el Norte: Dinamarca, Finlandia, Alemania y Suecia según Veugelers. Dando a estos países un ín­dice global de 100, los del Sur sólo lo­graron pasar de un ín­dice 52 en 2006 a otro de 57 ocho años des­pués. Parece ha­ber, pues, una re­la­ción di­recta entre estos ín­dices y la po­si­ción de sol­vencia o de­bi­lidad fi­nan­ciera de cada uno de ellos.

Los ín­dices re­fe­ridos sólo al sur de Europa son, o ne­ga­tivos o in­dican un mo­des­tí­simo pro­greso con re­fe­rencia a los de los países lí­de­res: así, entre 2006 y 2013, ‘recursos hu­ma­nos’ pasó de 55 a 59; el de ‘investigación ofi­cial’, de 47 a 55; el de ‘financiamiento’ de 40 a 41; el de ‘inversión’ re­tro­cedió de 61 a 50; el de ‘innovación’ subió de 56 a 59, etc. Es de­cir, la brecha apenas se ha ce­rrado entre el Norte y el Sur en ma­teria de in­no­va­ción para la pro­duc­ción, y por lo tanto tam­poco la de la de com­pe­ti­ti­vidad global eu­ro­pea.

La geo­grafía po­lí­tica como factor del desa­rrollo eco­nó­mico

Son va­riados los fac­tores que ex­plican esa di­vi­soria Norte-Sur. Uno de tipo geo­po­lí­tico es la si­tua­ción geo­grá­fica de cada país de la Unión. Los cuatro ele­gidos por la au­tora como lí­deres de in­no­va­ción son ve­cinos muy pró­xi­mos; o son con­ti­guos o les unen co­mu­ni­ca­ciones ma­rí­timas ba­ratas sobre las aguas del Báltico. El cre­ci­miento eco­nó­mico en un país re­per­cute de in­me­diato en la de­manda de los otros. Es una con­di­ción pa­re­cida a la del grupo de países cuyos ríos na­ve­ga­bles con­vergen sobre las pla­ni­cies ho­lan­de­sas, en la pro­xi­midad de las rutas ma­rí­timas entre el Reino Unido y Francia con la parte norte del con­ti­nente eu­ro­peo. Contigüidad y una po­bla­ción nu­me­rosa son fac­tores mul­ti­pli­ca­do­res.

Las con­di­ciones geo­po­lí­ticas de las Penínsulas Italiana e Ibérica son to­tal­mente opues­tas. Iberia es te­rri­torio de baja den­sidad de­mo­grá­fica pero no tiene con­ti­güidad con la densa Italia. Sus res­pec­tivos en­tornos ma­rí­timos em­pujan a ésta al Mediterráneo, a aquélla al Atlántico. Esta ten­sión es más acen­tuada en el caso de España, con partes de su te­rri­torio in­ten­sa­mente vo­cadas al mar in­te­rior y otras al océano. Su geo­po­lí­tica es como una casa con dos fa­cha­das: una ar­qui­tec­tura com­pleja, sin un prin­cipio or­de­nador cla­ra­mente de­fi­nido y je­rar­qui­zado entre las par­tes.

Esta es­truc­tura es fuente de ten­siones geo­po­lí­ticas in­ter­nas, puestas en evi­dencia en el caso de los in­de­pen­den­tismos y so­be­ra­nis­mos, cre­cientes dentro de España. En el te­rri­torio es­pañol no se da el factor de ín­tima pro­xi­midad fí­sica con otros paí­ses, como el que que se re­gistra en el Báltico y en torno al Rhin. Al con­tra­rio, la gran masa in­te­rior y me­ri­dional de la Península está se­pa­rada de la masa con­ti­nental eu­ropea por los Pirineos, y sólo co­mu­ni­cada por dos vías de ac­ceso a los ex­tremos de esta cor­di­llera, sobre los que viven po­bla­ciones que, en mayor o menor grado y a través de la his­to­ria, han mos­trado vo­luntad de ex­traer rentas de si­tua­ción me­diante el con­trol de esas vías his­tó­ricas de co­mu­ni­ca­ción. Hoy día, aunque la con­ti­güidad con el ecú­meno eu­ropeo no aporta le­gal­mente, y por sí misma, nin­guna ven­taja co­mer­cial a esos te­rri­to­rios fron­te­ri­zos, sí se las aporta en tér­minos de pro­xi­mi­dad, lo que se tra­duce en menor coste del trans­porte, mayor fre­cuencia de las co­mu­ni­ca­cio­nes, la fa­ci­lidad de ac­ceso a otros polos eco­nó­micos eu­ro­peos, etc. Piénsese en la pro­duc­tiva in­ter­ac­ción entre la planta in­dus­trial ca­ta­lana o vasca con res­pecto a los cen­tros in­dus­triales fran­ce­ses, y la des­ven­taja re­la­tiva de la po­si­ción de Andalucía en el ex­tremo sur de la Península, en tér­minos de desa­rrollo eco­nó­mico y des­pliegue de las ca­pa­ci­dades per­so­na­les.

Así que la Península Ibérica, y por tanto España, es una pla­ta­forma de ten­siones geo­po­lí­ticas cen­trí­fu­gas, lo cual im­pone a las re­giones cen­trales de su geo­grafía el im­pe­ra­tivo de ejercer una fuerza cen­trí­peta opuesta. De otro modo, toda la Península, ex­cepto el borde pi­re­naico, que­daría re­la­ti­va­mente ais­lada del ecú­meno eu­ro­peo, y partes del in­te­rior y la pe­ri­feria co­rre­rían el pe­ligro de bal­ca­ni­zarse.

Madrid hace de con­tra­peso a la fuerza in­no­va­dora del Norte

Los datos apor­tados más arriba sobre el desa­rrollo di­fe­rente entre el Norte y el Sur de Europa, y sobre la in­su­fi­ciente in­ver­sión del Sur en in­no­va­ción con res­pecto a los lí­deres eu­ro­peos, tiene una tras­la­ción per­fecta al en­foque te­rri­to­rial re­fe­rido a España en par­ti­cu­lar.

Los ín­dices de in­ver­sión en desa­rrollo de las di­fe­rentes re­giones es­pañolas re­flejan las ten­siones geo­po­lí­ticas seña­la­das. También hay un Norte y un Sur en ma­teria de I+D, con los con­si­guientes fac­tores co­rrec­tivos o acen­tua­dores de los des­equi­li­brios. Tomemos su­ma­ria­mente unos pocos ín­dices apor­tados por la Fundación Cotec para la Innovación Tecnológica (2016, aunque con datos re­fe­ridos al 2013). Tres de las cuatro re­giones con un es­fuerzo in­versor mayor en re­la­ción con su PIB son fron­te­ri­zas: País vasco (2,09%), Navarra (1,79%) y Cataluña (1,50%). La cuarta re­gión es geo­grá­fi­ca­mente cen­tral: la Comunidad de Madrid (1,75%).

A la ca­beza de gasto en I+D por per­sona se sitúa el País Vasco (€612), se­guido de Madrid (€537), Navarra (€498) y Cataluña (€398). Los ín­dices de las otras co­mu­ni­dades de­caen sus­tan­cial­mente.

Como re­sumen de todo lo di­cho, se puede afirmar que la plan­tilla analí­tica que sirve para en­tender las di­fe­ren­cias de desa­rrollo dentro de la Unión Europea sirve tam­bién de plan­tilla para el caso de España y sus ten­siones te­rri­to­ria­les.

Si se afirma que la in­ver­sión y la in­no­va­ción son in­puts que ar­mo­nizan el desa­rrollo de las di­versas partes de Europa, exac­ta­mente se puede afirmar lo mismo para el caso de España y sus ten­siones te­rri­to­ria­les. La ten­den­cia, sin em­bargo y como se ha visto más arriba, es hacia la de­bi­li­ta­ción o no cre­ci­miento de los fac­tores ar­mo­ni­za­do­res. Como señala Carlos Sebastián en su libro “España es­tan­ca­da”, la ratio es­pañola in­no­va­ción “es cla­ra­mente in­fe­rior a la ter­cera parte de la media de los 23 (sic) paí­ses, lo que da una idea de lo lejos que es­tamos de Europa en este as­pec­to”.

Todo esto pudo haber sido un bo­nito tema para los de­bates par­la­men­ta­rios y par­ti­distas de las úl­timas se­ma­nas. Ojalá quede como uno de los temas cen­trales de los pro­ba­bles nuevos de­bates post­elec­to­ra­les.

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