Mascate acoge la Cumbre Mundial de Semiconductores y Chips para explorar oportunidades de inversión en la región

Omán abre la puerta a la industria de los chips en Oriente Medio

photo_camera PHOTO/REDES SOCIALES - Participantes en la Cumbre Mundial sobre Semiconductores y Chips, que comenzó el miércoles en la capital de Omán, Muscat

La industria de los chips atrae las miradas de numerosos inversores. Se trata de un sector con mucha proyección y en el que numerosos países creen poder sacar un importante beneficio. A la supremacía asiática y estadounidense en lo que a semiconductores se refiere, se quiere sumar Oriente Medio. Omán acoge la Cumbre Mundial de Semiconductores y Chips con el objetivo de impulsar la inversión en este campo. Uno de los primeros países de la región en apostar por ello fue el omaní, junto a Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí.

Los tres países, conscientes de la crisis que atraviesa el mundo por la escasez en la producción de chips, apuestan por un producto que se adapta a los negocios en los que ya están asentados. Arabia y EAU cuentan con grandes inversores en materia tecnológica, y sumar la industria de los semiconductores supondría un valor añadido para las cada vez más empresas que optan por llevar a cabo su inversión en los líderes regionales. Sobre todo, porque, como aseguran desde Omán, el Golfo no ha conseguido aún atraer parte de ese nicho inversor que ahora, chips mediante, quieren incentivar.

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Y es que la situación actual en este sector no es muy halagüeña. A la escasez de chips ya existente, se ha unido una disminución de la producción como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania. Cabe recordar que la importancia de este sector se sustenta en que prácticamente todos los productos tecnológicos requieren de chips. Desde los teléfonos móviles hasta los coches eléctricos, pasando por aviones, ordenadores e incluso armamento de última generación.

A esto hay se suma que se trata de un elemento clave ya que forman parte de dispositivos cuya producción es altamente compleja y depende de cadenas de suministro globales que aún son débiles. Por eso, los países del Golfo no son los únicos que han puesto el foco en los chips. Taiwan y China lideran la carrera por dominar este mercado, pero Estados Unidos ha irrumpido con mucha fuerza. Ya en julio del año pasado, el Senado estadounidense aprobó la legislación para impulsar la producción nacional de semiconductores.

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“Creación de incentivos beneficiosos para la producción de semiconductores” es como denominan los norteamericanos a esta iniciativa que destinará alrededor de 52 mil millones de dólares en apoyar la producción de chips. A esto hay que añadir cien mil millones que servirán a la investigación y desarrollo de estos en los próximos cinco años. De hecho, algunas de las empresas más importantes del mundo en este sector, como TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company), Intel y Samsung ya están poniendo a punto sus nuevas plantas en territorio norteamericano, las dos primeras en Arizona y la última en Texas.

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Anticipándose a este movimiento, Riad lanzó en marzo de 2022 el primer programa de Oriente Medio dedicado a la tecnología de fabricación de chips electrónicos. Precisamente en este sentido pretende enfocarse la cumbre realizada en Mascate. La conferencia celebrada en la capital omaní ha lanzado un mensaje de optimismo a los países de la región ya que consideran que existen incentivos para atraer a los inversores. Ali al-Shaidani, subsecretario del Ministerio de transportes y comunicaciones de Omán cree que el objetivo es hacer llegar a “empresas internacionales especializadas en esta industria” y conseguir un valor añadido para el país “capacitando y calificando las competencias locales”.

Los datos sobre esta industria no hacen sino confirmar que esta es una de las que goza de mayor futuro a nivel mundial. Desde el año 2013, el sector de los semiconductores ha crecido desde los 315 mil millones de dólares hasta los 676 a finales del año pasado. Esto, sumado a que en 2021 se vendieron cerca de 1,1 billones de chips, generando un volumen de entre 500 y 600 mil millones de dólares al año, hacen que Oriente Medio quiera aumentar sus esfuerzos por entrar en un mercado en auge.

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