Ankara está impulsando la adopción de un gasoducto que podría transportar gas israelí desde Turquía a la Unión Europea, otorgándole un pedazo del pastel energético del Mediterráneo oriental

Turquía apuesta por un gasoducto desde Israel en medio de la crisis energética

AFP PHOTO/Turkish Presidential Press Service/Mustafa KAMACI - El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, estrecha la mano a su homólogo israelí Isaac Herzog tras una rueda de prensa conjunta en Ankara

Recep Tayyip Erdoğan indicó el pasado lunes en una entrevista al medio local Yeni Şafak que próximamente Tel Aviv y Ankara entablarían negociaciones con respecto al envío de gas natural israelí hacia Europa a través de Turquía. El presidente turco, además, destacó que ya habrían recibido señales positivas desde Tel Aviv. “Se producirán reuniones entre nuestro Ministerio de Energía y Recursos Naturales y oficiales israelíes a este respecto. En estos momentos, la perspectiva sobre el tema es positiva”, anunció Erdoğan.

Estas declaraciones se producen en un contexto de acercamiento entre Ankara y Tel Aviv, tras una década de fuertes tensiones bilaterales por la cuestión palestina, con Erdoğan posicionándose como el gran defensor de los derechos de estos últimos. Pero recientemente, Ankara estaría tomando una posición más moderada, limitando su criticismo incluso ante los últimos choques entre palestinos y fuerzas israelís en al-Aqsa. 

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En marzo, Isaac Herzog, el presidente israelí, viajó a Turquía, siendo el primer jefe de Estado israelí en hacerlo en más de una década. Unas semanas después, hizo lo propio el ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu, el primer alto cargo turco en visitar el país hebreo en 15 años. Entonces, Yair Lapid, el ministro de Asuntos Exteriores israelí, defino la reunión como el inicio de la apertura de “un nuevo capítulo” en la relación bilateral. En marzo, Erdoğan indicó, además, la posibilidad de una próxima visita de Naftalí Bennet, el premier israelí, lo que podría completar este giro.

Un nuevo gasoducto a Turquía

Turquía es uno de los principales polos energéticos regionales, llevando gas a Europa desde Azerbaiyán, Rusia e Irán, con planes también de transportarlo desde el Kurdistán iraquí, y el suministro israelí podría reforzar todavía más este papel.

La posibilidad de la construcción de un gasoducto desde Israel a Turquía lleva manejándose desde 2016. Entonces, el proyecto no llegó a buen puerto por las tensiones mutuas, pero el reciente acercamiento bilateral y el crecimiento de la demanda gasística de una Unión Europea ansiosa de reducir las importaciones de gas ruso han dado una nueva vida a esta idea. 

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La tubería partiría del campo gasístico israelí Leviatán, que actualmente produce alrededor de 12.000 millones de metros cúbicos (bcm) anuales, cantidad que las empresas operadoras (la estadounidense Chevron y la israelí NewMed Energy and Ratio Oil) planean aumentar hasta 21 bcm. Tras llegar a Turquía, el suministro israelí podría ser transportado a Europa a través del Corredor Meridional del Gas, una serie de tuberías que transportan gas natural desde el Cáucaso Sur a los Balcanes. De acuerdo con Erdoğan, el proyecto fue discutido con Herzog, y Ankara habría recibido señales positivas al respecto.

Para David Pollock, experto en Oriente Medio de The Washington Institute, “Israel está dispuesto a acumular tantos socios regionales como pueda y da la bienvenida a la resolución de conflictos con sus principales rivales”. De esta forma, continúa Pollock, “Israel está respondiendo con cautela, pero favorablemente, a las últimas propuestas de Ankara para la coordinación marítima y energética, al tiempo que mantiene un vínculo estrecho con Grecia, Chipre y Egipto (así como con Emiratos Árabes Unidos)”.

La geopolítica del Mediterráneo oriental

El Mediterráneo oriental posee cuantiosos recursos gasísticos que lo podrían convertir en una fuente ideal para reducir las importaciones europeas de gas ruso, que suponen hasta un 40% del total. Pero la infraestructura de transporte aún no está lo suficientemente desarrollada, y la región ha sido escenario de fuertes tensiones entre Turquía y sus vecinos ante la cuestión de la delimitación marítima. 

Anteriormente, Israel, Chipre y Grecia acordaron la construcción del gasoducto EastMed dirigido a Europa, fuertemente opuesto por Turquía al atravesar lo que considera como su Zona Económica Exclusiva y por no contar con su participación.

Existen muchas dudas con respecto a la viabilidad económica y tecnológica del EastMed, y en enero la Administración Biden retiró el apoyo estadounidense al proyecto, dado anteriormente por la Administración Trump. 

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Esto ha sido interpretado por Erdoğan como un apoyo implícito, enfatizando que el gas de la región solo puede llegar a Europa a través de su territorio. Mientras, Turquía ha aprovechado para sondear la posibilidad de un proyecto propio alternativo, con el que obtener un pedazo del pastel del Mediterráneo oriental.

No obstante, un gasoducto de Israel a Turquía, necesariamente, tendría que pasar o por aguas sirias o por aguas chipriotas. Lo primero es inviable, dada la relación de enemistad entre Damasco y Tel Aviv y la ruptura de relaciones turco-sirias tras el inicio de la guerra civil en el país árabe. La segunda posibilidad es, de igual forma, enormemente problemática debido a las malas relaciones turcochipriotas.

Turquía no reconoce a Chipre, un Estado miembro de la Unión Europea, sino a la República Turca del Norte de Chipre, un Estado sin reconocimiento internacional más allá de Turquía. Además, Ankara y Nicosia han chocado fuertemente en tanto a los recursos gasísticos alrededor de la isla, y Turquía ha desplegado repetidamente barcos de exploración y su flota a aguas chipriotas. 

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Si bien las tensiones en el Mediterráneo oriental se han reducido en los últimos meses, no parece probable que Nicosia esté dispuesto a aprobar un proyecto que beneficiaría a Turquía y reduciría sus propias posibilidades de exportación de gas hacia Europa, mientras que Tel Aviv no parece tampoco favorable a renunciar a sus buenas relaciones con Chipre y Grecia (el principal aliado de la isla) en base a un proyecto de dudoso futuro.

“El gasoducto turco-israelí no es políticamente factible, a no ser que se logre una solución al problema de Chipre”, declaró Alan Makovsky, experto del Center for American Progress, ante el Congreso estadounidense. “Israel ha dicho que no hará nada que socave sus lazos con Grecia o Chipre en sus resucitadas relaciones con Turquía e intentar construir un gasoducto a Turquía a través de la ZEE de Chipre ciertamente tendría ese efecto”, concluyó el politólogo estadounidense.

Además, existen dudas con respecto a la viabilidad de la construcción de nuevas infraestructuras gasísticas energéticas hacia Europa dados los objetivos de la UE de reducir su consumo de gas un 25% para 2030 y a cero para 2050.

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