El Foro Libertas, Veritas et Legalitas (LVL) y la Fundación Naumann celebraron el pasado 18 de mayo una interesante jornada en la que se analizó el control que las sociedades democráticas

La actividad y el control sobre los servicios de inteligencia europeos, a debate

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PHOTO/NIEVES DÍAZ -

El evento tuvo como escenario el campus madrileño de la Universidad Schiller, cuya directora, Carmen Alba, fue la encargada de dar la bienvenida a los asistentes, junto al responsable de la oficina en Madrid de la Fundación Naumann, David Henneberger. 

Fernando Maura, director del Foro LVL, presentó la jornada y señaló que “con el caso Pegasus y el cese de la directora del Centro Nacional de Inteligencia, éste es el momento adecuado de celebrar un debate en serio sobre los servicios secretos y su control en las sociedades democráticas”. Maura lamentó la ausencia de la ex secretaria general del CNI, Beatriz Méndez de Vigo, quien estaba anunciada entre los ponentes de esta conferencia “pero que finalmente no estará porque se le pidió que no viniera”.

Servicios de inteligencia alemanes 

La jornada comenzó con una interesante exposición sobre la estructura de los servicios de inteligencia en Alemania, a cargo de Konstantin Kuhle, diputado del Parlamento alemán, vicepresidente del grupo parlamentario FPD y portavoz de política interior. 

Para Kuhle, “nuestras democracias tienen retos y deben defender y luchar por sus libertades fundamentales y los derechos humanos. Por eso necesario encontrar un equilibrio entre las necesidades de los servicios de inteligencia y esta protección de los derechos y libertades”. 

El parlamentario alemán puso cuatro ejemplos de la necesidad de contar con unos buenos servicios de inteligencia en las sociedades democráticas: la invasión de Ucrania por parte de Rusia; los atentados terroristas islamistas en varios países de Europa Occidental; los atentados de la extrema derecha contra políticos en Alemania; y la amenaza al comercio y a la diplomacia global por parte de China. 

Konstantin Kuhle explicó la peculiar estructura que tienen los servicios de inteligencia alemanes, con tres organizaciones federales distintas: el Servicio Federal de Inteligencia (la agencia de inteligencia en el extranjero); la Oficina Federal de Protección de la Constitución (encargada de la lucha contra el terrorismo, contraespionaje, ciberseguridad e información al público); y el Servicio de Contrainteligencia Militar. 

Una estructura múltiple, que se complica por las peculiaridades del sistema territorial alemán, ya que los länder o estados federados alemanes cuentan con sus propias Oficinas Federales de Protección de la Constitución, lo que eleva el número total de organizaciones de inteligencia alemanas a 19.

Debate sobre los servicios de inteligencia 

Tras la exposición del político alemán tuvo lugar una mesa redonda, que estuvo moderada por Diego Camacho, coronel de Infantería y miembro del Foro LVL. Los participantes en la misma, además del propio Konstantin Kuhle, fueron Edmundo Bal, diputado y portavoz de Ciudadanos en la Comisión de Secretos Oficiales; Ramón Trillo, expresidente de Sala del Tribunal Supremo; Carlos Echevarría, director del curso de Inteligencia en la UNED; y Fernando Pinto, exagente del CESID. 

Edmundo Bal, abogado del Estado que ha representado al CNI en numerosos procesos judiciales, recordó hitos como la primera condena en España por un delito de traición a la Patria, cuando el agente Flores trató de vender a Rusia las identidades de los agentes españoles. Bal explicó que el control de las actuaciones del CNI en España está regulado por la Ley Orgánica de Control de Actos del CNI de 2002 y establece que este organismo está bajo el control del poder ejecutivo, que es el que define sus objetivos. 

“El problema que tenemos en España es que, a diferencia de Alemania, donde el AFD, la ultraderecha, está fuera de la comisión de control de inteligencia, en España tenemos sentados en la comisión a miembros del brazo político de ETA, a los herederos de los terroristas, a los independentistas que trataron de dar un golpe de estado. Y anteriores directores del CNI se fiaban de ellos y revelaban secretos de estado en el seno de la comisión, que luego el señor Gabriel Rufián tardaba 15 minutos en contar a la prensa”, se lamentaba Bal. 

Como argumento para el diálogo, el moderador citó diversos casos en los que la seguridad nacional se vio amenazada, tanto del régimen de Franco como de la democracia: el asesinato de Carrero Blanco y su escolta; la Marcha Verde de Marruecos hacia el Sáhara Occidental; el 23-F, los atentados terroristas del 11-M; y el caso Pegasus. 

Para el exagente del CESID Fernando Pinto, “todos los casos citados fueron sobrevenidos, no pudo haber prevención. Hay situaciones en las que, por mucha investigación y vigilancia que haya, no se llega a prevenir los hechos. La experiencia sobre cuestiones como el terrorismo yihadista se obtiene trabajando, para lo que es necesario crear estructuras y organismos competentes, con personal especializado, incluso musulmanes”. 

Según Pinto, “lo triste es que lo que se conoce de los servicios de inteligencia son los errores, pero no los innumerables aciertos. Recientemente, en Lisboa, se ha felicitado a los servicios de inteligencia españoles por su labor durante la reunión de la OTAN que se celebró en Madrid”. 

Por su parte, Carlos Echevarría lamenta la perspectiva pesimista que en España tiene la opinión pública sobre nuestros servicios de inteligencia: “los hechos comentados son patinazos del centro. Pero hay que tener en cuenta que otros países supuestamente más avanzados en temas de control de los servicios de inteligencia, como Estados Unidos o Francia, también han sufrido reveses como el 11-S o el 15-N. Uno se declaró en guerra contra Al Qaeda y el otro contra el Estado Islámico”. 

En su opinión, “el formato español, con el Centro Nacional de Inteligencia, su homólogo militar, los órganos de información de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y, dentro del CNI, la Oficina Nacional de Seguridad y el Centro Criptográfico Nacional, es el apropiado y cuenta con una serie de herramientas que han ido madurando con el tiempo”.

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Control 

Respecto al control que se debe ejercer sobre estos servicios de inteligencia, el exagente Fernando Pinto se quejó de que en España hay un debate abierto entre quienes quieren aumentar el control sobre las actividades del CNI y los que creen que no debe haberlo: “ése es el debate. Todos los países tienen secretos y los servicios e inteligencia quieren escapar a ese control. La gente tiene que saber qué es lo que hace y para qué sirve, y el órgano tiene que perder el miedo a ser controlado”. 

Una postura en la que coincidía Konstantin Kuhle, quien precisaba que “las reformas del trabajo de los servicios de inteligencia suelen comenzar con un error, con algo que no ven bien. Desde el punto de vista liberal, sería deseable que se planteara un debate abierto sobre el control de los servicios de inteligencia antes de que se produzca un error”. 

Por su parte Ramón Trillo, desde su experiencia como juez de Sala del Tribunal Supremo, explicó cómo es el control judicial sobre el CNI: “en España tenemos un juez especial quien, en su calidad de juez, no como experto en inteligencia, aporta el conocimiento del Derecho. El juez de Inteligencia debe tener en cuenta que las peticiones deben ser resueltas de forma inmediata, por las especiales circunstancias. Y cuenta con una doble ventaja: establece un marco de legalidad y no tiene limitación de medios y fuentes, como sí la tienen, por ejemplo, los miembros de la comisión parlamentaria”.

Los servicios de inteligencia en la UE 

Como colofón a la jornada, se proyectó una intervención grabada en vídeo del eurodiputado Ignacio Sánchez Amor, en el que afirmaba que la UE tiene que refinar sus instrumentos de inteligencia para ser un actor global en política exterior. Sánchez Amor está trabajando actualmente en un proyecto alternativo que consiste en crear un protocolo para que el sistema europeo se alimente de forma automática de los servicios de inteligencia nacionales: “la Unión Europea debe saber tanto como el que más sepa de los asuntos internacionales, y de forma automática. Luego habrá que ver si esa información se comparte con los demás países, pero Bruselas tiene que saberlo”. 

Para el eurodiputado, “el servicio de inteligencia europeo debe ser refinado y reforzado, es un instrumento de análisis muy importante, pero hay que profundizar en ello”.

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