La organización terrorista asentada en Líbano amenaza la seguridad de la región desde hace décadas

La amenaza de Hizbulá: mucho más que un grupo terrorista

AFP/ANWAR AMRO - Miembros del movimiento chií libanés Hizbulá con los puños cerrados mientras ven un discurso del líder del movimiento, Hasan Nasrallah, transmitido en una pantalla grande en los suburbios del sur de Beirut, la capital libanesa

La estabilidad en Oriente Medio lleva años contando con un actor que ha llevado a cabo una evolución paulatina por cambiar de apariencia. Hizbulá comenzó siendo una organización terrorista que amenazaba una región que ha ido ampliando con el paso del tiempo, pero que siempre ha tenido su foco en Líbano, especialmente en el sur del país. Durante años ha querido “formalizar” la visión que se tenía de ellos, adquiriendo un gran peso en la política libanesa, llegando incluso a entrar en el Parlamento, tener ministro en el Gobierno e incluso a imponer presidentes. Sin embargo, su actividad lejos del foco mediático no ha variado lo más mínimo. Su actividad terrorista, apoyada por su gran red de captación y adoctrinamiento, y su financiación a través del narcotráfico hacen que no sólo mantenga su peligrosidad, sino que es una amenaza mucho más a tener en cuenta de lo que era antes. 

La intención desde Hizbulá de dejar de ser considerada una organización terrorista nunca se ha llegado a consumar, pues nunca lo han dejado de ser. “Es una organización terrorista y debería calificarse como tal”, afirmaba Danilo Gelman director de programas de seguridad y gestión de crisis y contraterrorismo del Congreso Judío Latinoamericano en el evento denominado ‘Hizbulá: de actor terrorista a actor híbrido’ organizado por el IDITESDE (Instituto para el Desarrollo de la Inteligencia en el ámbito del Terrorismo, la Seguridad y la Defensa) y presentado por Javier Martín Domínguez, periodista y consultor de comunicación de varias empresas. Gelman considera que la base de su poder en la región libanesa está fundamentada en la enorme red de adoctrinamiento que llevan años alimentando y que, según su opinión, el Gobierno de Líbano hace tiempo que permite. 

Javier Martín Domínguez

Precisamente, el contenido fundamental de la ponencia era analizar cómo ha evolucionado Hizbulá de ser una organización terrorista a un actor híbrido, un actor cada vez más complejo, a la par que peligroso: “Hizbulá no ha sustituido su actividad terrorista por una actividad política legítima. Está compatibilizando las dos, y eso les hace mucho más peligrosos”, decía Danilo Gelman sobre la organización. Uno de los puntos fuertes que hacen posible ese aumento de poder por parte de Hizbulá es su red de narcotráfico, de donde obtienen la mayor parte de sus ingresos. 

Emilio Sánchez Rojas coronel de artillería retirado dio algunas claves de cómo está distribuida esa red de financiación de Hizbulá, tras su amplia experiencia en el terreno, llegando a haberse reunido personalmente con miembros de la organización terrorista. “Es una organización narcoterrorista”, aseguraba el coronel que explicaba cómo el Hizbulá basaba su red de narcotráfico en la cocaína y la heroína, además de la producción y distribución de hachís. Gracias a la inmensa cantidad de dinero que obtienen, hacen posible uno de los sellos de identidad de la organización, como es su compleja red de inteligencia. 

Muchos de sus recursos, además de estar centrados en un armamento muy avanzado y de gran calidad, se dirigen a alimentar su red de inteligencia. Según Raúl A. González, militar retirado del Cuerpo de Infantería de Marina, “tienen un sistema de inteligencia muy trabajado”. Además, gran parte de su trabajo se centra en la captación de multitud de jóvenes, ganándose a la población mediante el apoyo a la sociedad libanesa, la ayuda a refugiados procedentes de Palestina… Porque, como decía el militar, “la propaganda es un factor determinante en su forma de actuar”. Llevan a cabo amplias campañas de captación que comienzan desde el poder que tienen gracias al apoyo de altos cargos del Gobierno libanés. 

Raúl A. González

Pero las filas de Hizbulá cuentan con un añadido que hace escalar aún más su nivel de peligrosidad. Según fuentes, tienen entre sus filas personas procedentes de otras milicias, cuyo número de participantes superaría los 80.000 en el territorio de Siria. Por mucho que “haya factores que pueden negar que Hizbulá sea una organización terrorista, por su origen, lo es”, argumentaba el coronel Sánchez Rojas. A lo que también quiso añadir que el odio extendido dentro de la organización contra los judíos la convierten en una “organización neonazi”. Hizbulá constituye una amenaza muy peligrosa, no sólo para la región, sino para el mundo, ya que, como bien dijo el coronel, su amenaza es más grave aún porque es “el Estado dentro del Estado”. 

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