Desde hace años Occidente ha acusado a Islamabad de mantener lazos con los talibanes

La influencia paquistaní en Afganistán

REUTERS/NASEER CHAUDARY - El primer ministro de Pakistán, Imran Khan, durante un mitin para expresar su solidaridad con el pueblo de Cachemira, en Muzaffarabad, Cachemira, administrada por Pakistán, el 13 de septiembre de 2019

Los últimos acontecimientos en el valle de Panjshir, símbolo de la resistencia afgana, han vuelto a situar a Pakistán próximo a los talibanes. Varios informes apuntan que Islamabad envió más de 20 helicópteros y varias unidades especiales a la región afgana para combatir al Frente Nacional de Resistencia (FNR), liderado por Ahmad Massoud. Zia Arianjad, exdiputado afgano de la provincia de Samangan, también ha acusado a Pakistán de bombardear Panjshir con drones y bombas inteligentes. Todo esto ha ocurrido días después de que Faiz Hameed, jefe de la agencia de inteligencia paquistaní (ISI), visitase Kabul para reunirse con los líderes talibanes y abordar sus planes de Gobierno, tal y como informaron medios locales.

Michael Rubin, exfuncionario del Pentágono, declaró al medio Hindustan Times que “esta visita de emergencia a Kabul para discutir el desarrollo de los planes políticos demuestra que los talibanes son un juego en manos de la inteligencia militar paquistaní”. Rubin también señalo que Hameed podría actuar como mediador dentro de las luchas internas de los talibanes, ya que existe un enfrentamiento entre Abdul Ghani Baradar, jefe adjunto del movimiento, y el grupo Haqqani.

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Irán condena la “interferencia extranjera” en Panjshir

Estas acciones paquistaníes han sido condenadas por Irán, que ha pedido una investigación sobre la “interferencia extranjera en los asuntos de Afganistán”. Teherán también criticó la ofensiva talibán sobre Panjshir, instando a buscar una “solución política”. “El pueblo de Afganistán es independiente y cualquier interferencia extranjera en sus asuntos debe ser condenado”, advirtió Saeed Khatibzadeh, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní. El tono de Irán hacia Pakistán ha cambiado desde finales de agosto, cuando Shah Mahmood Qureshí, ministro paquistaní de Exteriores, se reunió con su homólogo iraní, Hossein Amir-Abdollahian y el presidente Ebrahim Raisi para trabajar juntos en el desarrollo de seguridad y paz en Afganistán.

Las relaciones de Irán con los talibanes han sido muy distintas de las desarrolladas por Pakistán con el movimiento. Esto se debe sobre todo a la campaña contra los chiíes llevada a cabo por los talibanes en sus comienzos, aunque en la actualidad algunas etnias de esta rama del islam siguen denunciado persecuciones por parte de los talibanes.

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Islamabad da su visto bueno a los talibanes

Desde hace años, los vínculos de Pakistán con los talibanes han despertado recelos en Occidente, donde se ha acusado a Islamabad de financiar y apoyar al movimiento insurgente. Desde Pakistán se ha negado tales acusaciones, aunque fue uno de los pocos países que reconoció el Gobierno talibán de 1996, junto con Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Después de la caída del régimen en 2001, provocada por la invasión estadounidense, Pakistán acogió a importantes líderes talibanes, que entrenaron junto con el Ejército pakistaní. También, miembros del Tehreek-e-Talibán Pakistán (TTP), un grupo terrorista paquistaní ligado a los talibanes afganos, han sido entrenados en Afganistán. De acuerdo con un informe de Naciones Unidas, en 2020 había más de 6.000 combatientes paquistaníes.

La llegada al poder de los talibanes en Afganistán el pasado mes de agosto provocó un nuevo acercamiento entre Islamabad y los insurgentes. “La sociedad se alegra de que los talibanes hayan tomado el control de Afganistán”, aseguro Asad Durrani, exjefe del ISI, al periódico The Guardian. Por lo que, mientras parte de la población celebró la victoria talibán, Imran Khan, presidente paquistaní, declaró que los talibanes habían “roto los grilletes de la esclavitud”.

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Terrorismo y refugiados: los principales desafíos de Pakistán

Los líderes talibanes, por su parte, también comenzaron un acercamiento a Islamabad. Tal y como explica el analista Uday Bashkar a EFE, “necesitan el reconocimiento regional y en ese sentido en su agenda figura en primer lugar Pakistán, de donde surgieron en los años noventa y que tradicionalmente les ha servido de base y refugio”. Zabihullah Muhaid, portavoz talibán, aseguró que no permitirían que ningún grupo usara territorio afgano contra nadie. Muhaid se refería, entre otros, al TTP y al Estado Islámico de Khorasan (IS-K), dos organizaciones que preocupan especialmente a Pakistán. El TTP, en concreto, ha protagonizado recientes atentados que han provocado muertos y decenas de heridos. Por este motivo, Islamabad espera que los talibanes controlen y tomen medidas contra estos grupos que suponen un aumento de la inestabilidad en su territorio.

Otro desafío al que se enfrenta Islamabad y que debe abordar con el nuevo régimen afgano es la crisis de refugiados. En Pakistán ya hay 1,4 millones de afganos registrados, aunque se estima que hay otro millón de manera ilegal. Después de la retirada de tropas estadounidenses, miles de afganos se trasladaron a la frontera con Pakistán huyendo de los talibanes. El paso fronterizo de Torkham se convirtió en un foco de refugiados afganos que aspiraban llegar a territorio paquistaní. En Torkham, autoridades paquistaníes cooperaban con combatientes talibanes para controlar el flujo migratorio. Pakistán, sin capacidad para acoger a más afganos, necesita trabajar con los talibanes para frenar esta crisis.

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Los intereses de Islamabad con Kabul para proteger su territorio, unidos a las últimas acciones militares en el valle de Panjshir, sugieren que Pakistán volverá a ser un socio clave para los talibanes durante su nuevo Gobierno

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