París vigila políticamente para evitar que España le haga sombra en Túnez

Paco Soto
Pie de foto: El presidente de la V República francesa, Emmanuel Macron, recibe en el Palacio del Eliseo al jefe del Estado de Túnez, Beji Caïd Essebsi.
Francia y España son dos grandes países aliados. La segunda y la cuarta economía de la Unión Europea (UE) tienen numerosos intereses en común en la UE, la OTAN y otros organismos internacionales. Pero también mantienen divergencias porque defienden réditos económicos y políticos distintos. El Magreb es quizá una de las zonas más conflictivas entre España y Francia. España se ha convertido en el gran socio económico de Marruecos y sus relaciones con Argelia son intensas y alejadas de viejos conflictos históricos como le ocurre a Francia con este país. Túnez, aunque es un país de talla económica modesta, juega un papel importante en la lucha antiterrorista en el Norte de África, y se sitúa en vanguardia en materia de democratización magrebí. Hace unos días, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, acompañado de una importante delegación de ministros y empresarios, viajó a Túnez para sellar dos retos: apoyar el proceso de transición democrática y relanzar las relaciones económicas y comerciales con el pequeño Estado magrebí.
Mayor peso político y económico
España quiere tener mayor peso político y económico en Túnez, y a cambio nuestro país está dispuesto a apoyar a los dirigentes tunecinos desde el punto de vista de la ayuda financiera y crediticia y a intensificar la colaboración contra el terrorismo yihadista, el control de la inmigración irregular y toda una serie de delitos impulsados por el gran bandidismo a los que Túnez no puede hacer frente en solitario. Los mandatarios tunecinos reprocharon recientemente a la UE de haberlos abandonados ante sus numerosos problemas. El viaje tunecino de Rajoy no configuró portadas ni abrió telediarios en televisiones de Francia, pero no pasó desapercibido en el Elíseo. La diplomacia gala mira con lupa lo que hace su principal rival europeo en el Magreb, y no piensa quedarse con los brazos cruzados.
Viaje de Le Drian
Tanto es así, que el ministro de Asuntos Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian, según la diplomacia gala, viajará el próximo mes de julio a Túnez para vigilar de cerca los proyectos de inversiones francesas en el país magrebí anunciados por Macron durante su viaje a Túnez, el pasado 1 de febrero. En Túnez, Macron valoró positivamente la evolución democrática tunecina y la vendió como un “modelo en el mundo árabe”.
Pero también sacó a relucir los fallos de Túnez desde el punto de vista económico, social y político, pocos días después de que este país saliera en una lista negra de “paraísos fiscales”. El presidente francés pidió a las autoridades tunecinas que hagan grandes esfuerzos por convertir su país en “un polo atractivo para las inversiones extranjeras”, y advirtió de que el pequeño Estado norteafricano tendrá que hacer “dolorosas reformas” si quiere convertirse en un país productivo y competitivo y salir de la grave crisis que lo atenaza desde hace años.
Pie de foto: El ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian, con su homólogo tunecino, Khemaies Jhinaoui.
Paladín de la democracia
París y Túnez firmaron ocho acuerdos clave, y se comprometieron a reconvertir la deuda tunecina en proyectos de desarrollo. Así lo dijo Macron en la Asamblea de Representantes del Pueblo (ARP, Parlamento). Francia desempeñó un papel nefasto durante la dictadura de Zine el Abidine Ben Ali. Ahora París quiere que los tunecinos olviden este pasado y se presenta ante ellos como paladín de la democracia en su país.
Por esto no le gusta que otras potencias económicas, como España, le hagan sombra. Macron, centrista y liberal, está dispuesto a ayudar económica y políticamente a Túnez, y la colaboración del conservador presidente Essebsi con París es importante. Así las cosas, la responsabilidad de Estados Unidos y la UE en el deterioro de la crisis de Libia no favorece los intereses franceses en Túnez, pero el país de ‘la grandeur’ hará todo lo posible por superar las adversidades y evitar que nadie le pisotee sus intereses en el Magreb.