El alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, reconoce la tensión abierta con Ankara, en la previa a la reunión en Bruselas de los ministros de Asuntos Exteriores europeos

“Las relaciones entre la Unión Europea y Turquía no son buenas en estos momentos”

REUTERS/OSMAN ORSAL - Banderas de la Unión Europea y de Turquía en el distrito comercial y financiero de Levent en Estambul

Este lunes 13 de julio ha arrancado en Bruselas una reunión entre los ministros de Asuntos Exteriores de los Estados miembros de la Unión Europea para debatir sobre cuestiones que marcan actualmente la agenda internacional, pero el tema que centrará la atención será la tensión que se ha generado con Turquía en los últimos tiempos en una serie de frentes abiertos, como la guerra civil en Libia y el Mediterráneo oriental. “Las relaciones entre la UE y Turquía no son buenas en estos momentos”, ha reconocido abiertamente en la previa del encuentro el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell.

Dentro de la esfera comunitaria, Francia ha sido el país que más se ha enfrentado a la nación euroasiática, por determinadas razones: por un lado, apoyan a bandos rivales en la contienda libia -París al Ejército de Liberación Nacional (LNA) comandado por el mariscal Jalifa Haftar, y Ankara al Gobierno de Unidad Nacional (GNA) liderado por el primer ministro Fayez Sarraj. Por otro lado, por un incidente que ocurrió en las aguas del mar Mediterráneo, en el que buques turcos acosaron a una embarcación militar francesa que estaba participando en una misión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Esto provocó, por ejemplo, que Francia se retirara temporalmente de la Operación Sea Guardian, y la escalada de las tensiones entre ambas administraciones, con duros cruces de acusaciones como “la actuación de Turquía en Libia es inaceptable e intolerable” y “Francia quiere dividir el país con el objetivo de volver a los viejos tiempos coloniales”. Además, París ha manifestado su intención de crear una coalición euroárabe para contrarrestar la influencia creciente de Ankara en el Mare Nostrum, un proyecto en el que ya cuenta con los apoyos de Egipto y Emiratos Árabes Unidos (EAU), entre otros.

El alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, a su llegada a la reunión en Bruselas, el 13 de julio de 2020

Desde el Gobierno galo, ahora encabezado por Jean Castex, han instado tanto a la OTAN como a la UE a que adopten una postura más férrea contra Turquía, y que se condene su injerencia en la región por medio de la imposición de sanciones. Esto también ha sido defendido por Grecia y Chipre, cuya relación con la nación euroasiática también se ha enfriado en los últimos tiempos debido a las perforaciones turcas en búsqueda de gas en el Mediterráneo oriental, concretamente en aguas que pertenecen a la Zona Económica Exclusiva griega, chipriota o que todavía se encuentran en disputa. De hecho, el ministro heleno de Asuntos Exteriores, Nikos Dendias, ha asegurado que su país pedirá al a UE que prepare una lista de “medidas muy poderosas” contra Turquía “en caso de que infrinja los derechos soberanos griegos con su perforación de petróleo y gas”, según ha recogido la cadena local Skai.

Sin embargo, el ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, ante este escenario, ya ha amenazado a Bruselas con “responder con sus propios pasos” si se aprueban nuevas sanciones contra su país, algo que podría haber obligado a recular a la UE a pesar de la insistencia francesa por las cuestiones delicadas de las que la esfera comunitaria depende de Ankara, como la crisis migratoria. Cabe recordar, en este punto, que el país presidido por Recep Tayyip Erdogan ha sabido aprovecharse de esta baza para presionar a Europa en aras de sus intereses. Ejemplo de ello fue el episodio que tuvo lugar el pasado mes de marzo, cuando las autoridades turcas reabrieron sus fronteras para permitir el paso de los migrantes hacia territorio comunitario, provocando que hasta 35.000 personas se quedaran atrapadas a las puertas de Grecia. “No podemos aceptar que los migrantes sean utilizados como moneda de cambio”, aseguró entonces Borrell.

Refugiados y migrantes en la frontera entre Turquía y Grecia, el 5 de marzo de 2020

Pero nada más lejos de la realidad: en estos cinco meses, Turquía ha recibido cuantiosos fondos procedentes de Bruselas para la gestión de la migración en su suelo. El último despliegue financiero se ha conocido este domingo, en la jornada previa a la reunión de los ministros de Exteriores -¿casualidad?-. El coordinador europeo de Respuesta a Emergencias, Janez Lenarcic, ha anunciado el envío de 485 millones de euros a la nación euroasiática para “garantizar la ayuda humanitaria urgente a los refugiados”, cuya situación ha empeorado debido al estallido de la pandemia del coronavirus. Desde 2016, Ankara ha obtenido más de 6.000 millones de euros europeos como resultado del acuerdo firmado con la UE para detener el flujo de migrantes hacia territorio comunitario.

Por todo esto, no es descabellado pensar que el mensaje de Cavosuglu podría haber disuadido al Servicio Europeo de Acción Exterior de imponer nuevas sanciones contra Turquía. De hecho, un alto funcionario de la UE citado por el medio Ekathimerini ha revelado que “no hay intención de poner sobre la mesa” la posibilidad de sancionar a Ankara, ya sea por su actividad en el Mediterráneo oriental o por sus violaciones reiteradas del embargo de armas que pesa sobre Libia desde el año 2011, incluso cuando ha puesto en riesgo a la recién estrenada misión Irini de la UE, lanzada para garantizar esta medida aprobada por la ONU. La fuente ha desvelado también que se espera que la UE “haga gestos simbólicos de buena voluntad” hacia Turquía, con el objetivo de “desbloquear una relación muy difícil” que se ha degradado en los últimos años. 

El buque de perforación turco Fatih frente a Chipre, el 24 de junio de 2019

La semana pasada, fuentes de la Comisión Europea citadas por Euractiv, también relegaron a un segundo plano la adopción de sanciones contra Turquía. “Cualquier ministro que quiera puede plantear el tema de las sanciones. Pero el objetivo principal del alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borell, es recibir un mandato claro y unánime de los Estados miembros para iniciar un diálogo con Ankara”, señalaron las fuentes. “El diálogo debería ser prioritario frente al comportamiento cada vez más desafiante de Turquía. Por ello, para Bruselas, la primera prioridad es alcanzar un acuerdo sobre las perforaciones ilegales anunciadas por Ankara para el petróleo y el gas en el Mediterráneo, que involucran aguas territoriales de Grecia y Chipre”, declararon. “Se espera que Borrell presente ‘ideas concretas’ sobre este asunto, ya que Bruselas cree que, si se encuentra una solución, esto eventualmente ayudaría a desbloquear otros problemas, como los relacionados con la participación turca en Siria”, detallaron.

Los analistas coinciden en que las relaciones entre Turquía y la UE se encuentran en sus horas más bajas de los últimos años. “La situación política en el país y su alejamiento de los valores comunitarios han sido la principal causa de preocupación para Bruselas. La política exterior cada vez más firme de Turquía está creando ahora nuevas fricciones en la relación”, ha destacado la secretaria general del Foro de Turquía de la UE, Laura Batalla Adam, en unas declaraciones recogidas por Arab News. “En momentos como estos, el diálogo es más importante que nunca. Necesitamos más cooperación en lugar de confrontación con Turquía, pero esta cooperación debe basarse en valores y no solo en intereses”, ha señalado la experta, quien también asegura que “hay una voluntad de ambas partes para que esto suceda, pero su éxito dependerá de un verdadero compromiso”. 

Banderas de Turquía y Europa antes de la sesión de apertura de una reunión de alto nivel en Estambul, el 28 de febrero de 2019

Cavusoglu, en una columna de opinión publicada en Político este mismo lunes, reivindica la existencia de “un terreno común sobre el cual construir”, aunque admite que “las relaciones con la UE son tensas” y rechaza todas las acusaciones que tanto Francia como Grecia y Chipre han realizado en su contra. “No debemos ser absorbidos por la vorágine que nos enfrenta entre nosotros. Europa necesita estrategias constructivas que prioricen fórmulas de beneficio mutuo para Turquía, en lugar de medidas reactivas en aras de la solidaridad de la UE y las expectativas de mente estrecha de algunos países […] Así que echemos un vistazo al futuro y construyamos un marco inclusivo para capitalizar el verdadero poder transformador de la cooperación Turquía-UE en nuestro vecindario común. Esa sería la mentalidad correcta, especialmente en las aguas turbulentas de la era posterior a la crisis del coronavirus”, concluye el ministro turco de Asuntos Exteriores en dicha publicación. 

Turquía no parece estar dispuesta a abandonar su proceso de adhesión a la UE, y la UE parece estar entendiendo que un enfrentamiento todavía peor con Turquía, una superpotencia en el Mediterráneo, es mucho más perjudicial que beneficioso, sobre todo, de cara al mundo pospandemia que se avecina, en el que se necesitan menos tensiones y más cooperaciones. Y mientras, habrá que esperar a las conclusiones de la reunión en Bruselas.

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